sábado, 2 de enero de 2010

LOS PENSAMIENTOS Y LA MENTE

La mente no es una cosa, sino un proceso. Un objeto posee una substancia, un proceso es cambiante. Un objeto es como una roca, un proceso es como una ola. Existe pero no sustancialmente. Es simplemente como lo que ocurre entre el viento y el océano: un proceso, un fenómeno.

Esto es lo primero que hay que comprender: la mente es un proceso que no posee sustancia. Si fuera sustancial entonces no podría ser disuelta. Si no posee sustancia, puede desaparecer sin dejar tras ella una sola huella. Cuando una ola desparece en el océano ¿que queda? Nada, ni una sola huella. Por eso, aquellos que han conocido, dicen que la mete es como un pájaro volando en el cielo: tras el no quedan huellas, ni siquiera una señal. El pájaro vuela pero no deja rastro, no deja huellas.

En realidad, la mente no existe. La mente es solo una apariencia. Y cuando profundizas en la mente, desaparece. Solo existen los pensamientos moviéndose a tanta velocidad que te hacen pensar y sentir que allí hay algo que existe en todo momento. Un pensamiento llega, otro pensamiento llega, y otro y así sigue. La separación es tan pequeña que no puedes distinguir el espacio entre un pensamiento y otro. De este modo, los pensamientos se unen, se convierten en un continuo, y debido a esa continuidad crees que existe la mente. Existen pensamientos, pero no mente, de la misma forma que existen electrones, no materia. El pensamiento es el electrón de la mente. Es lo mismo que una multitud, ella existe en cierto sentido y no existe en otro, solo existen individuos. Pero muchos individuos juntos dan la sensación de ser uno.

Los pensamientos son como las nubes, vienen y van, y tú eres el cielo. Cuando deja de haber mente inmediatamente te llega la percepción de que has dejado de estar inmerso en los pensamientos. Los pensamientos están ahí, pasando a través tuyo como las nubes cruzan el cielo. Los pensamientos pasan a través tuyo, y son capaces de hacerlo porque tú eres un inmenso vacío.

La mente no es nada más que la ausencia de tu presencia. Cuando te sientas en silencio, cuando observas profundamente a la mente, la mente simplemente desaparece. Quedan los pensamientos, existen, pero no puedes encontrar a la mente. Pero cuando la mente ha desaparecido, puedes ver que los pensamientos no son tuyos. Desde luego que vendrán y a veces se quedarán un rato contigo, y luego desaparecerán. Tú puedes convertirte en su lugar de descanso, pero ellos no son creados por ti. Ni un solo pensamiento surge de tu ser, siempre proceden del exterior. No te pertenecen, son sin hogar, sin raíces, pero a veces descansan en ti, eso es todo.

Los pensamientos son como una nube descansando sobre una colina. Entonces se van por si mismos, no has de hacer nada. Si simplemente observas, sin juzgar, criticar o comentar, obtienes el control.

La mente es una alteración de la consciencia, al igual que un océano con olas se encuentra agitado, algo extraño ha penetrado allí, el viento, algo desde el exterior ha actuado sobre el océano y aparece un caos. Pero el caos siempre es superficial, las olas siempre son superficiales. En las profundidades no hay olas, no puede haber, porque el viento no llega a las profundidades, de modo que todo sucede en la superficie. Si vas hacia dentro, obtienes el control. Si desde la superficie te diriges hacia el interior, tú no resultarás alterado. Observa desde tu interior y poco a poco el conflicto desaparece.

Los problemas surgen porque vives en la superficie, eres un pequeño bote en la superficie y los fuertes vientos te arrastran y todo el océano enloquece. Luchar no te servirá, resultarás derrotado, tendrás que aceptar las olas, muévete a su ritmo. Permanece relajado y sé natural.

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