viernes, 19 de febrero de 2010

EL AMOR Y EL EGO

El amor es natural; está aquí en tu corazón preparado para estallar. Lo único que has de hacer es abrirte a él. Estás creando toda clase de obstáculos y barreras. No permites que aflore. Está ya ahí; simplemente relájate un poco y aparecerá, estallará, florecerá. Y cuando florezca, instantáneamente -para una persona corriente- lo ordinario se habrá convertido en lo extraordinario. El amor convierte a todo el mundo en extraordinario; es una poderosa alquimia. De repente cuando amas a una mujer corriente, ella es transfigurada. Deja de ser ordinaria; es la más extraordinaria mujer que nunca ha existido. No es que tú estés ciego, como dirán los demás. En realidad has visto lo extraordinario que se oculta siempre incluso en lo ordinario. El amor es el único ojo, la única visión, la única claridad. Has visto en la mujer corriente a todo el género femenino -pasado, presente, y futuro-, a todas las mujeres en una sola mujer. Cuando amas a una mujer has descubierto en ella la verdadera alma femenina. De repente se vuelve extraordinaria. El amor convierte a todo el mundo en extraordinario.

Existen dificultades para poder profundizar en el amor, porque cuanto más profundizas, más te pierdes a ti mismo; surge el miedo, un temblor se apodera de ti. Empiezas a evitar la profundidad del amor porque la profundidad del amor es como la muerte. Creas barreras entre tú y tu amada porque la mujer se parece a un abismo -y lo es- y puedes ser absorbido por él. Naciste de una mujer; ella puede absorberte. Eso es lo que temes. Ella es el útero, el abismo, y si ella puede darte la vida, ¿por qué no la muerte? En realidad solamente lo que te ha dado la vida puede hacerte morir, de modo que surge el miedo. Una mujer es peligrosa, muy misteriosa. No puedes vivir sin ella y no puedes vivir con ella. No puedes alejarte mucho de ella porque, de improviso, cuanto más te alejas más ordinario te vuelves. Y no puedes acercarte en exceso, porque cuanto más te acercas... desapareces.

Éste es el conflicto de todo amor. De modo que uno ha de alcanzar un compromiso: ni te alejas mucho, ni te acercas mucho. Estás en un punto medio, equilibrándote. Entonces el amor no puede profundizar. La profundidad se alcanza solamente cuando abandonas todos los miedos y te lanzas de cabeza. El peligro está ahí y el peligro es real: el amor matará tu ego. El amor es el veneno del ego; para ti es la vida, pero para el ego es la muerte. Uno ha de dar el salto. Si dejas que crezca una intimidad, si te vas acercando más y más y más y te disuelves en el ser de una mujer, entonces ella no será solamente extraordinaria, sino que se convertirá en divina porque se convertirá en una puerta hacia la eternidad. Cuanto más te acerques a una mujer más sentirás que ella es una puerta del más allá.

Y lo mismo le ocurre a la mujer con el hombre. Ella tiene sus propios problemas. El problema es que si ella se acerca a un hombre, al acercarse más, el hombre empieza a escapar. Porque cuanto más se acerca la mujer, el hombre se asusta más y más. Cuanto más se acerca una mujer al hombre, más escapa éste de ella encontrando mil y una excusas para alejarse. De modo que una mujer ha de esperar. Y si espera, entonces surge otro problema: si no toma la iniciativa, parece que es indiferente. Y la indiferencia puede matar el amor. No hay nada más peligroso para el amor que la indiferencia. Incluso el odio es bueno porque al menos mantienes alguna clase de relación con la persona que odias. El amor puede sobrevivir al odio, pero el amor no puede sobrevivir a la indiferencia. Y la mujer siempre se encuentra en dificultades... si toma la iniciativa el hombre sencillamente escapa. Ningún hombre tolera a una mujer que lleve la iniciativa. ¡Eso significa que el abismo se te está acercando! Antes de que sea demasiado tarde, escapas.

El amor necesita madurez, necesita un tiempo para asentarse, necesita intimidad, necesita una profunda confianza, necesita fe. La mujer siempre tiene problemas; ¿Qué hacer? Si toma la iniciativa, el hombre escapa. Si permanece como si no estuviera interesada, entonces el hombre escapa también porque la mujer no muestra interés. De modo que ha de escoger algo a medias: un poco de iniciativa y un poco de indiferencia a la vez, una mezcla. Y esto no funcionará porque esos pactos no te permitirán crecer.

Un pacto nunca permite que nadie crezca. Un pacto es algo calculado, astuto; sirve para los negocios, no para el amor.

Cuando un hombre y una mujer no se temen entre ellos, ni temen deshacerse del ego, se lanzan el uno al otro. El salto es tan profundo que se fusionan entre sí. En realidad se vuelven uno y cuando esta unidad surge entonces el amor se transforma en oración. Cuando esta unidad sucede, entonces el amor se impregna de una calidad religiosa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es la lectura más hermosa que he leído sobre el amor, mil gracias

Unknown dijo...

Bellisimo, gracias.

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