sábado, 29 de mayo de 2010

QUÉ ES LA RELIGION

La cultura, la sociedad, la civilización, todas son ajenas a la religión. La religión es una revolución, una revolución en tu con­dicionamiento cultural, una revolución en tu condicionamiento social, una revolución en todas las esferas en que has vivido y en las que estás viviendo. Todas las sociedades están en contra de la religión. Y no te estoy hablando de los templos, mezquitas e igle­sias que la sociedad crea. Eso son trucos. Están hechos para engañarte. Son sustitutos de la religión; no son religión. Están ahí para confundirte. Tú necesitas la religión; ellos dicen, "Sí, acude al templo, a la iglesia, a la mezquita; aquí está la religión. Ven y reza y encontrarás al predicador que te enseñará tu religión". Es un truco. La sociedad ha creado falsas religiones; esas religiones son el cristianismo, el hinduismo, el jasidismo. Pero un Buda, un Mahavira, un Jesús, o un Mahoma, existen, siempre al margen de la sociedad. Y la sociedad siempre se enfrenta a ellos. Cuando están muertos, entonces la sociedad empieza a rendirles culto, entonces la sociedad crea templos. Entonces ya no hay nada; la realidad se ha ido, la llama ha desaparecido. En los templos encontrarás socie­dad, cultura, pero no religión. Pero, ¿qué es la religión?

En primer lugar, la religión es algo personal; no es un fenómeno social. Sólo tú te adentras en ella; no puedes penetrar en ella en grupo. ¿Cómo vas entrar en iluminación en compañía de alguien? Ni incluso aquél que te es más cercano, ni incluso el más próximo, estará contigo. Cuando vas hacia dentro, todo queda afuera: la sociedad, la cultura, la civilización, los enemigos, los amigos, los amantes, los amados, los niños, la esposa, el marido... todo es dejado, poco a poco. Y llega un momento en el que tú también te quedas fuera. Sólo entonces, surge el florecimiento; entonces, surge la trans­formación.

La religión es personal y la religión es revolucionaria. La religión es la única revolución del mundo. Toda las demás revoluciones son falsas; son imitaciones, juegos; no son revoluciones. En realidad debido a esas revoluciones, siempre es pospuesta la verdadera revo­lución. Son anti-revoluciones.

Algún ideólogo puede decir: "¿Cómo te vas a cambiar a ti mis­mo a menos que la sociedad cambie?" Y tú asientes, "Correcto. ¿Cómo puedo cambiarme a mí mismo? ¿Cómo puedo vivir una vida de libertad en una sociedad que no es libre?" La lógica parece aplastante. ¿Cómo puedes ser feliz en una sociedad infeliz? ¿Cómo puedes encontrar la dicha cuando todo el mundo es desgraciado? El ideólogo te atrae, te seduce. "Sí,"-dices-"a menos que la sociedad al completo sea feliz, ¿cómo voy a ser yo feliz?". Entonces el ideólogo te dice, "Ven, provoquemos una revolución en la sociedad". Y entonces comienzas una protesta, has sido atrapado en la tram­pa. Ahora vas a cambiar el mundo entero.

Pero, ¿te has olvidado de cuánto vas a vivir? Y cuando todo el mundo haya cambiado, por entonces ya no estarás aquí. Habrás desperdiciado tu vida. Muchos están desperdiciando sus vidas contra esto y aquello, en favor de esto y de lo otro, tratando de transformar el mundo entero y posponiendo la única transformación posible: la transformación de uno mismo.

Y yo te digo que puedes ser libre en una sociedad que no es libre, puedes ser dichoso en un mundo infeliz. Los demás no son un obstá­culo; puedes ser transformado. Nadie te lo impide excepto tú mismo. Nadie crea ningún obstáculo. No te preocupes por la sociedad y por el mundo, porque el mundo continuará; ha continuado siendo el mismo desde siempre. Han surgido y se han extinguido muchas revoluciones y el mundo sigue siendo el mismo.

La política es social; la religión es personal. Y siempre que la religión se convierte en algo social, pasa a formar parte de la política; deja de ser religión. El islamismo, el cristianismo, el hinduismo y el jasidismo son sólo política. Ya no son religión; se han convertido en algo social.

Si yo cambio, en cierto modo cambio al mundo entero. El mundo nunca será el mismo porque una parte -una millonésima parte, pero aún así una parte- ha cambiado, se ha vuelto total­mente distinta, ha dejado de pertenecer a este mundo. Otro mun­do ha penetrado a través de mí. La eternidad ha penetrado el tiempo. Dios ha venido a morar en el cuerpo humano. Nada volverá a ser lo mismo, todo cambia a través de mí.

Recuerda esto; y recuerda también que la religión no es imitar. No puedes imitar a una persona religiosa. Si la imitas, será una pseudo religión, falsa, no auténtica. ¿Cómo vas a imitarla? Y si la imitas, ¿cómo vas a mantenerte fiel a ti mismo? Te volverás falso contigo mismo.

Sé auténticamente tú mismo. No imites. La religión hace a todo el mundo único. Ningún Maestro que sea realmente un Maestro insistirá en que le imites. Te ayudará a ser tú mismo; nunca te ayu­dará a ser como él.

Y toda la cultura es imitación. Toda la sociedad es imitativa. Por eso, el conjunto de la sociedad es más una representación que una realidad. Los hindúes la llaman maya-un juego, una comedia; no es real. Los padres enseñan a sus hijos a ser como ellos. Todos tratan de que los demás sean como ellos; un completo caos nos rodea.

Has de ser tú mismo; toda la sociedad no es más que una gran imitación, un falso espectáculo. Por eso hay tanto descontento en todos los rostros.

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