sábado, 31 de julio de 2010

LA FELICIDAD Y LA TRISTEZA

Estás triste, no te identifiques con la tristeza. Conviértete en su testigo y disfruta del momento de tristeza, porque la tristeza tiene su propia belleza. Nunca la has observado. Te identificas tanto, que nunca has penetrado en la belleza de un instante de tris­teza. Si observas, te sorprenderá descubrir todos los tesoros que te has estado perdiendo. Observa; cuando eres feliz nunca tienes la profundidad de cuando estás triste. La tristeza posee profundi­dad; la felicidad es superficial. Ve y observa a la gente feliz. La mal llamada gente feliz -los playboys o playgirls-, los encontrarás en clubes, en hoteles, en teatros. Están siempre riendo y burbu­jeando de felicidad. Les verás siempre superficiales, frívolos. Care­cen de profundidad alguna. La felicidad es como las olas en la superficie; vives una vida superficial. Pero la tristeza es profunda. Cuando estás triste no es como las olas de la superficie; es como la profundidad del océano, kilómetros y kilómetros.

Entra en esa profundidad, obsérvala. La felicidad es ruidosa; la tristeza conlleva un silencio. La felicidad puede ser como el día; la tristeza es como la noche. La felicidad puede ser como la luz; la tristeza es como la oscuridad. La luz viene y se va; la oscu­ridad permanece, es eterna. La luz aparece a veces; la oscuridad está siempre presente. Si entras en la tristeza, sentirás todo esto. De repente te darás cuenta de que la tristeza es como un objeto; la estás observando y contemplando y de repente empezarás a sen­tirte feliz. ¡Qué tristeza tan maravillosa! Una flor de la oscuridad, una flor de las profundidades eternas. Como un abismo sin fon­do, silencioso y musical; sin ruido alguno, sin alteraciones. Uno puede ir cayendo y cayendo eternamente en ella y salir absoluta­mente rejuvenecido. Es un descanso.

Depende de la actitud. Cuando te entristeces crees que ha ocu­rrido algo malo. Interpretas que algo malo te ha sucedido y enton­ces empiezas a escapar. Nunca meditas sobre ello. Entonces quie­res ir a alguna parte, a una fiesta, al club, enciendes la televisión o la radio, o empiezas a leer el periódico; algo para poder olvidar. Ésta es una actitud inadecuada y que te ha sido implantada: la tristeza es algo malo. ¡No hay nada de malo en ella. Es el otro polo de la vida.

La felicidad es un polo; la tristeza el otro. La dicha es un polo; el sufrimiento otro. La vida consiste en ambos; la vida es un ritual debido a ambos. Una vida sólo de gozo tendría extensión, pero no profundidad. Una vida sólo de tristeza tendría profundidad, pero no tendría extensión. Una vida de tristeza y gozo es multidimensional. Abarca todas las dimensiones simultáneamente. Observa una imagen de Jesús o la estatua de Buda, y las encontrarás a ambas: un gozo, una paz; y también una tristeza. Descubrirás que la dicha contiene también tristeza, porque esa tristeza le da profundidad. Obsérvalos: dichosos, pero aun así tristes. La misma palabra "triste" implica connotacio­nes equivocadas: hay algo que está mal. Ésta es tu interpretación.

Para mí, la vida es en su totalidad buena. Y cuando compren­des la vida totalmente, solamente entonces puedes celebrar. Si no es así, no puedes. Celebrar significa: suceda lo que suceda, es irrelevante; lo celebraré. La celebración no depende de nada. Ni del "Cuando sea feliz, entonces lo celebraré", ni del "Cuando sea infeliz, entonces no lo celebraré". La celebración es incondi­cional. Yo celebro la vida. Si me trae infelicidad, de acuerdo; lo celebro. Si me trae felicidad, de acuerdo; lo celebro. La celebra­ción es mi actitud incondicional a lo que la vida me presenta, es agradecer todo aquello que la vida entrega. Sea lo que sea lo que Dios te dé, la celebración es gratitud, es agradecimiento.

Celebra; sea lo que sea. Si estás triste, entonces celebra estar triste. Inténtalo. Haz una prueba y te sorprenderá; sucede. ¿Estás triste? Empieza a bailar, porque la tristeza es realmente hermosa, es una silenciosa flor del ser. Baila, disfruta y de repente sentirás que la tristeza está desapareciendo; se está creando una distancia.

Lentamente, te olvidas de la tristeza y celebras. Habrás transfor­mado la energía. Esto es lo que significa "alquimia": transformar el burdo metal en preciado oro. La tristeza, la ira, los celos,... todos los burdos metales pueden ser transformados en oro por­que están formados por los mismos constituyentes que el oro. No hay diferencia entre el oro y el hierro porque poseen los mismos constituyentes, los mismos electrones. ¿Habías pensado alguna vez que un trozo de carbón y el más grande diamante del mundo son simplemente lo mismo? No son diferentes. En realidad, el carbono comprimido por la tierra durante millones de años se convierte en un diamante. La diferencia está sólo en la presión, pero los dos son dióxido de carbono, los dos están constituidos por los mismos elementos.

Si estás triste, entonces te digo que celebres, que bailes, que cantes. ¿Qué puedes perder? Como máximo, perderás la tristeza; nada más. Pero tú crees que es imposible. Y la idea misma de que es imposible no te permite intentarlo. Y yo te digo que es una de las cosas más fáciles del mundo, porque la energía es neutral. La misma energía se transforma en tristeza; la misma energía es la que se transforma en ira; la misma energía es la que se convierte en sexualidad; la misma energía es la que se transforma en com­pasión; la misma energía es la que se convierte en meditación. La energía es una. No tienes diferentes clases de energías. No tienes la energía en compartimentos separados en los cuales una energía es etiquetada como "tristeza" y otra energía es etiquetada como "felicidad". Las energías no existen separadamente, no están cla­sificadas. En ti no existen compartimentos separados. Simple­mente eres uno. Esta única energía se convierte en tristeza, esta única energía se transforma en ira. Depende de ti.

Has de aprender el secreto, el arte de cómo transformar las energías. Simplemente dale una dirección y esa misma energía empezará a moverse. Y cuando existe una posibilidad de trans­formar la ira en gozo, la codicia en compasión, los celos en amor... ¡no sabes lo que te estás perdiendo! No sabes lo que te pierdes. Te estás perdiendo la clave de tu existencia aquí en este universo. Inténtalo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hermoso texto! gracias

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