sábado, 23 de octubre de 2010

LAS FALSAS ENFERMEDADES

La mayoría de nuestras enfermedades son sólo un engaño. Casi un cincuenta por ciento de nuestras enfermedades son falsas. La causa de que en el mundo haya más enfermos no es que aumenten las enfermedades, sino que aumenta la falsedad del hombre. Procurad entender bien esto. Al aumentar los conocimientos y las condiciones económicas, debería descender el número de enfermedades. Pero esto no ha sucedido, pues ha seguido aumentando la capacidad del hombre para mentir. El hombre no sólo miente a los demás, sino que también se miente a sí mismo. También crea nuevas enfermedades.

Por ejemplo, si un hombre ha sufrido grandes quebrantos en los negocios y está al borde de la quiebra, quizás no quiera aceptar que está en quiebra, y por ello puede tener miedo de ir al mercado: sabe que tendrá que enfrentarse con sus acreedores. De pronto, descubre que lo ha dominado una enfermedad que lo obliga a guardar cama. Es una enfermedad creada por su mente. Su ventaja es doble. Ahora puede decir a los demás que su enfermedad le impide atender a su negocio (ya se ha convencido a sí mismo de ello, y ahora puede convencer también a los demás), y ahora esta enfermedad es incurable. Inicialmente, esta enfermedad no es tal enfermedad, pero cuanto más tratamientos recibe el hombre, más enfermo se pondrá.

Si la medicina no consigue curaros, sabed bien que vuestra enfermedad no es curable por medio de la medicación. La causa de la enfermedad se encuentra en alguna otra parte; no tiene nada que ver con la medicación. Podéis maldecir a la medicina y decir que los médicos son unos estúpidos porque no encuentran el tratamiento adecuado para vosotros; podéis probar la medicina ayurvédica o la naturopatía; podéis recurrir a la alopatía o a la homeopatía: nada dará resultado. Ningún médico puede serviros de nada, por la sencilla razón de que un médico sólo puede tratar una enfermedad verdadera; no puede controlar una enfermedad falsa. Y lo más interesante es que vosotros os afanáis en producir enfermedades como éstas y que queréis que perduren.

Más de un cincuenta por ciento de las enfermedades femeninas son falsas. Muchas mujeres han aprendido desde su infancia una fórmula: sólo reciben amor cuando están enfermas, y no de otro modo. Cuando la esposa está enferma, el marido no va a su trabajo, toma una silla y se sienta junto a la cama de ella. Quizás se esté maldiciendo a sí mismo por hacerlo, pero lo hace. Así, siempre que una mujer quiere recibir atenciones de su marido, cae enferma enseguida. Por eso nos encontramos que las mujeres están enfermas casi siempre. Saben que, estando enfermas, pueden dominar a toda la casa.

Una madre no debe prestar demasiada atención a su hijo cuando éste cae enfermo; de lo contrario, el niño caerá enfermo siempre que quiera que le presten atención. Cuando el niño cae enfermo, no os preocupéis tanto por él para que no se establezca en su mente ninguna asociación entre enfermedad y amor. El niño no debe captar la impresión de que siempre que caiga enfermo su madre lo acariciará y le contará cuentos. Por el contrario, la madre debe mimar al hijo cuando éste esté feliz, para que el amor se asocie a la alegría y a la felicidad.

Hemos asociado el amor a la desgracia, y eso es muy peligroso, porque significa que, siempre que alguien necesite amor, llamará a la desgracia para que pueda venir después el amor. Pero nunca se encuentra al amor por la enfermedad. Recordadlo: la enfermedad produce lástima, no amor, y ser objeto de lástima es insultante, es muy degradante. El amor es una cosa completamente diferente. Pero no tenemos conciencia del amor.

Lo que quiero decir es que el cuerpo sigue nuestras sugerencias: si queremos estar enfermos, el pobre cuerpo cae enfermo. El hipnotismo es útil para curar estas enfermedades. Lo que quiere decir esto es que las enfermedades falsas se curan con medicinas falsas, no con la medicina verdadera. Si podemos hacernos creer a nosotros mismos que estamos enfermos, también podemos hacernos creer a nosotros mismos que estamos sanos y librarnos de la enfermedad. Hoy día, en casi todos los hospitales de los países desarrollados tienen en su plantilla un experto en hipnotismo. En Occidente, el médico trabaja en equipo con el experto en hipnotismo, pues existe una serie de enfermedades ante las cuales el médico es completamente impotente, y que sólo puede tratar un experto en hipnotismo. Éste sume al paciente en un sueño hipnótico y le sugiere que se siente bien.

El hipnotismo es muy útil para estas enfermedades. El hipnotismo significa simplemente que la falsedad que hemos creado a nuestro alrededor puede ser neutralizada por otra falsedad.

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