sábado, 17 de septiembre de 2011

LA COMPRENSIÓN Y LAS REGLAS

No hay naturaleza humana como tal; hay naturalezas humanas. Cada individuo es un universo en sí mismo y no se puede generalizar. Todas las reglas generales son falsas. Hay que tenerlo bien presente, porque en este camino se dan todas las posibilidades para que empecéis a seguir reglas, y una vez que uno se convierte en víctima de las reglas, se deja de saber quién se es.

Solo podéis llegar a conoceros en total libertad; y las reglas son prisiones. Hay prisiones porque nadie más puede hacer reglas para nadie. Puede que alguien haya descubierto la verdad siguiendo esas reglas, pero eran para él. La naturaleza difiere; esas reglas le fueron de ayuda a él, pero puede que no sirvan para vosotros; es más, pueden acabar convirtiéndose en obstáculos.

Así pues, hay que dejar que la comprensión se convierta en la primera regla. Aprender, crecer en comprensión, pero sin seguir reglas. Las reglas están muertas, la comprensión viva; las reglas se convertirán en una prisión, la comprensión os dará el cielo infinito.

Y todo hombre carga con reglas, todas las religiones acaban convirtiéndose en reglas. Como Jesús realizó, como el Buda realizó, su vida se convirtió en una regla que fuese seguida por todos los demás. Pero nadie más es un Gautama Buda, nadie más es Jesucristo, así que a lo máximo que puede aspirarse a ese respecto es a ser un papel carbón, pero si eso es lo que queréis ser, nunca realizaréis vuestro auténtico ser. Si seguís demasiado a Jesús, seréis cristiano, pero nunca Cristo, y ese es el peligro. Porque hacerse cristiano y olvidarse de Cristo no vale la pena. Podéis convertiros en Cristo, pero entonces Jesús no puede convertirse en vuestra regla; la ley solo puede ser vuestro propio conocimiento.

Jesús no siguió a nadie. Tuvo un maestro, Juan el Bautista, pero nunca siguió regla alguna. Sintió al maestro, permaneció con él, observó la llama del maestro, absorbió al maestro, fue bautizado por el maestro, pero nunca siguió regla alguna. Otros seguidores de Juan se volvieron contra Jesús. Dijeron: “Este hombre te ha traicionado. Va a lo suyo, no sigue las reglas”.

Ningún hombre que comprenda puede seguir ninguna norma de manera estricta. Solo la gente muerta sigue reglas estrictas porque no hay reglas; tú eres tu propia regla. Entiéndelo, aprende de otros a fin de descubrir tu propia regla, pero recuerda, nunca impongas esa regla a nadie más; eso es violencia. Vuestros llamados mahatmas van por ahí imponiendo reglas a los demás porque mediante las reglas matan y destruyen, y les encanta la violencia. Su violencia es muy sutil; no te matan directamente, lo hacen de manera indirecta. Si alguien os ataca directamente, siempre os podéis defender. Pero cuando alguien lo hace de forma indirecta –en interés propio-, os convertís en una víctima que ni siquiera puede defenderse.

Muchos gurús no son más que violencia, pero su violencia es sutil. Así que cuando estéis cerca de un hombre que quiera imponer sus reglas en vuestra vida, que quiera proporcionaros un marco prefijado, que quiera daros una ventana por la que mirar hacia la verdad, escapad de él, porque es peligroso. Hablar es muy fácil, saber es muy difícil; no existe relación entre ambas cosas. Se puede hablar sin saber y se puede saber sin hablar. No existe ninguna relación. Pero para nosotros, alguien que habla es alguien sabio. Un auténtico maestro no os daría ninguna ventana para mirar la verdad, sino que os sacaría fuera, bajo el cielo. No os proporcionaría una pauta para vivir, sino que simplemente os daría la sensibilidad, la comprensión, y la comprensión os ayudará a moveros. La comprensión es libre y es vuestra.

Y eso es justamente lo que hacen todos los predicadores. Les falta comprensión: solo cargan con reglas, y las reglas son cosas muertas. La comprensión no pesa, no hay que cargar con ella, es ella la que te lleva, la que se convierte en tus alas. No es ningún peso, ninguna carga, ni siquiera hace falta recordarla. Si comprendes algo, no hay que recordarlo porque se convierte en tu sangre, te penetra hasta el tuétano…se convierte en ti. Hagas lo que hagas lo haces a través de esa comprensión: se trata de un fenómeno inconsciente.

Recordad: como no queréis comprender, porque comprender es difícil y arduo, y la comprensión requiere de transformación, simplemente os convertís en víctimas de quienes quieren proporcionaros reglas. Pero las reglas son sustitutos, se pueden conseguir con facilidad. Podéis llevar una vida disciplinada, pero será algo falso. Podéis actuar y pretender, pero eso no es real.

Jesús acostumbraba decir: “Os miro y siento que sois como tumbas blanqueadas; muertos por dentro y por fuera una pared blanqueada”. Puede dar la impresión de que todo es hermoso y limpio, todas vuestras reglas os pueden conferir una cierta limpieza externa, pero dentro seguís siendo los mismos tontos de siempre. Y recordad, sólo los tontos siguen reglas; un sabio trata de comprender y olvida las reglas. Un sabio se mueve libremente; un hombre que tiene reglas no puede moverse, siempre tiene que seguir una norma. Y la vida cambia a cada instante, momento a momento y no espera ni a vosotros ni a vuestras reglas. Cada momento es nuevo. Y si la regla es vieja, acabarás dando un traspié, serás un inadaptado. Un hombre que sigue reglas siempre será un inadaptado en todas partes, porque la vida fluye y él está atascado en sus reglas.

2 comentarios:

Diego dijo...

No puedo describir, al menos de mejor forma, como puede ocurrir el milagro. Sin embargo ocurre, ahora es el momento. Por eso escribo, como puedo, que esta entrada me ha atravesado de extremo a extremo.

Anónimo dijo...

Si cada uno tiene una regla propia no hay forma de convivir...si para mi está bien hacer A y para ti está mal hacer ese A ...

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