sábado, 10 de septiembre de 2011

LA VIOLENCIA EN EL HOMBRE

En Tokio hay un zoológico…Si alguna vez vais a Tokio, no os lo perdáis. Hay todo tipo de animales salvajes, cientos de jaulas, y hay una última jaula en la que aparece un cartel: “El animal más peligroso de todos”. Pero está vacía. Si miráis… ¡y miraréis!, lo encontraréis, porque la jaula no es sino un espejo.

Los animales tienen sus egos pero todavía son inocentes, no son muy violentos. Pero el hombre es violento, el hombre parece ser el único animal violento. Tigres y leones matan, pero solo para comer, nunca con otros propósitos. El hombre mata no solo para comer, disfruta matando. La caza es un deporte para él. Mata por matar, y ningún animal del mundo mataría a sus propios hermanos y hermanas, ¡ni hablar! Un león no matará a otro león, un mono tampoco matará a otro mono como él.

El hombre es el único animal que mata a otros hombres. En todos los animales existe una protección innata; los zoólogos dicen que todo animal cuenta con un mecanismo incorporado para no matar a la misma especie. Pero parece que en el hombre se estropeó algo: mata a su propia especie. En el mundo animal no existe la guerra, aunque los individuos pueden luchar.

Los animales comprenden mejor. Si dos perros luchan, más tarde o más temprano, al cabo de pocos minutos, llegan a un acuerdo. El hombre nunca llega a un acuerdo; parece que no se queda tranquilo si no mata. Incluso los perros son más listos. Si dos perros ladran, se enseñan los dientes, saltan sobre el otro… es para exhibición, están tratando de tomarle el pulso al otro, de saber quién es el más fuerte. Es una pelea fingida. Todavía no han empezado, pero no obstante cuando uno de ellos siente que no es lo suficientemente fuerte sabe que luchar no tiene sentido. Así que lo señala con la cola: ¡alto! Y entonces todo se acaba así, han llegado a un acuerdo. Se ha establecido una jerarquía, el más fuerte acabaría ganando, claro, ¿así que para qué empezar una pelea innecesaria?

Sólo el hombre se muestra estúpido, el animal más estúpido de todos, porque nunca cree que el débil saldrá perdiendo y que el fuerte ganará. Son matemáticas simples, así que si el fuerte acabará ganando, ¿para qué luchar? No es necesario. Hitler podía ladrarle a Stalin, y Stalin podía ladrarle a Hitler, y ambos podían llamar a sus matemáticos y contar quién tenía más aviones y más bombas. En pocos minutos podrían haber arreglado sus diferencias; solo tenían que hacerlo con la cola. No era necesario empezar una guerra, porque una guerra solo demuestra lo que ya se ha visto de antemano, es decir, quién es el más fuerte. ¿Para qué tanto derroche, para qué tal desperdicio de seres humanos?

Pero no, es imposible. Los seres humanos son tan egoístas que incluso el débil se cree que va a ganar. Ningún animal se engaña tanto. Las peleas fingidas están ahí para dilucidar quién es el más fuerte, y luego se acabó. Eso no quiere decir que el perro que baja la cola sea un cobarde. No, simplemente es listo. Es débil, así que ¿para qué perder el tiempo peleando? Ha llegado a esa conclusión, y la ha alcanzado de manera inocente, sin derramamiento de sangre. Si peleasen, acabarían llegando a la misma conclusión. ¿Para qué ir a la guerra? Así está mejor.

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