sábado, 12 de noviembre de 2011

LAS PROMESAS Y EL AMOR

Siempre vas por ahí prometiéndote y no sabes qué es lo que estás haciendo. Cuando amas a una persona, sientes que la amarías para siempre. Es la sensación de ese momento; no la conviertas en una promesa. Solo di: “En este momento siento que te amaría para siempre, pero no sé cómo me sentiré al momento siguiente”. Nadie puede decir nada sobre el momento siguiente, nadie puede prometer. Si prometes algo, es que vives en un mundo de plástico. No se puede hacer ninguna promesa.

Y esa es la verdad, la honestidad del amor: no es prometible, aunque todo el mundo quiere la promesa para sentirse seguro. Y cuanto más asustados estás, más promesas te hacen falta. Por eso, por lo general, las mujeres necesitan más promesas que los hombres; están más asustadas, se sienten más asustadas por naturaleza. Les gustaría que todo fuese permanente, y solo entonces darían un paso. Y por eso vas haciendo falsas promesas que no pueden cumplirse. Todas las promesas se rompen, y con cada promesa tu corazón se rompe y también el corazón del otro. Y con cada promesa desaparecida, la vida se convierte en algo fútil y sin sentido; se pierde la poesía, se convierte en prosa llana, en un fenómeno legal. Llegas a casa y le besas a tu esposa, y entonces se convierte en una cosa legal…tienes que hacerlo, no es espontánea. Tienes que besar a tus hijos; no es algo espontáneo, es algo que tienes que hacer, es un deber. Y el deber es la peor de las cosas, te lo digo de verdad. El amor es lo más hermoso; el deber, lo más feo.

El amor es un fenómeno desconocido que no puedes manipular. El amor es un subproducto social. La esposa puede decir: “Tienes que hacerme el amor; es tu deber, ¡y además lo has prometido!”. Y sabes que así es, que lo has prometido. ¿Qué puedes hacer? Si el amor ha desaparecido, o si en ese momento no tienes ganas de hacer el amor, ¿qué puedes hacer? Para cumplir la promesa del pasado tienes que ser falso y actuar. Así que dices: “Sí, lo prometí”. ¿Qué puedes hacer? ¿Puedes fabricar amor?

No puedes, pero lo pretendes, finges que sí. Esa pretensión, ese fingimiento se irá asentando en ti cada vez más, porque la espontaneidad es algo que no está permitido. Y eso hace que todo el mundo se sienta engañado, porque un amor fingido no puede colmar. Todo el mundo sabe que es fingido, es fácil darse cuenta. Haces todos los movimientos del amor, pero el amor está ausente. Es como un ejercicio de yoga: las posturas están ahí, los gestos están presentes, pero falta el corazón. Estás en otra parte, tanto si es por deber como por obligación, pero también sientes que: “Si, lo prometí”.

Y te digo que la promesa puede haber sido perfectamente correcta, pero cada promesa pertenece a su propio momento. Si no puedes prometer que estarás allí mañana, ¿cómo puedes prometer que tu amor sí estará? Solo puedes hablar de la sensación de este momento: “Te amaré para siempre jamás, pero se trata de una sensación momentánea: ¿qué puedo hacer si desaparece al momento siguiente?”. Pero la seguridad crea el problema. Necesitas seguridad en todo; por eso todo se ha convertido en falso.

La vida es insegura. Deja que la verdad te penetre cada vez más, deja que se convierta en una semilla en lo más profundo de tu corazón. La vida es insegura: esa es su naturaleza y no puede hacerse nada al respecto; todo lo que intentes no hará más que envenenarla. Solo puedes matar…y cuanto más seguro te sientas, mas muerto estarás. Observa a aquellos que se sienten seguros rodeados de riqueza, prestigio y castillos, y verás que están muertos. Mira sus rostros: parece que tienen los ojos de piedra. Sus rostros parecen máscaras. Sus gestos son automáticos, vacíos; están enjaulados y no fluyen, están congelados e inmóviles. No son como ríos que fluyen y discurren hacia el mar. Son pozas fétidas, que no van a ninguna parte, ni fluyen en ninguna dirección.

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