sábado, 21 de julio de 2012

LO NO ESENCIAL


Tú no puedes dejar lo no esencial. Realmente el noventa y nueve por ciento de tu energía se desperdicia en lo no esencial. Lo esencial no es suficiente y la mente siempre suspira por lo no esencial, porque lo esencial es tan poco, tan ínfimo, que puede ser satisfecho fácilmente. ¿Y entonces qué harás?

La mayoría de la gente no está muy interesada en tener una buena comida, está más interesada en tener un gran coche, porque la buena comida puede ser obtenida fácilmente. ¿Y entonces qué hacer? La gente no está interesada en tener cuerpos sanos. Eso puede obtenerse muy fácilmente. Están interesados en algo que no pueda ser obtenido de forma tan fácil, algo imposible, y lo no esencial es siempre lo imposible. Siempre hay casas más grandes, coches mayores, van acumulando cosas más y más grandes y no se te permite nunca descansar.

Todo el mundo está intentando satisfacer lo no esencial. El noventa por ciento de la industria está implicada en lo no esencial. El cincuenta por ciento del trabajo del hombre se desperdicia en cosas que no son útiles en modo alguno. El cincuenta por ciento de la industria se dedica a la mente femenina, en vez de al cuerpo femenino: diseñando nuevos vestidos cada tres meses, diseñando nuevas casas, ropas, polvos, cremas, jabones; el cincuenta por ciento de la industria se dedica a este sinsentido. Y la humanidad se muere de hambre, la gente se muere por no tener comida, y media humanidad está interesada en lo absolutamente no esencial.

Alcanzar la luna es absolutamente no esencial. Si fuéramos un poco más sabios ni incluso pensaríamos en ello. Es absolutamen¬te tonto desperdiciar tanto dinero como el que podría emplearse en alimentar toda la tierra. Las guerras no son esenciales, pero la humanidad está loca, y necesita de las guerras más que de la comida. Necesita alcanzar la Luna antes que tener comida, antes que tener ropas, antes que tener lo esencial, porque lo esencial no es suficiente.

Y ahora la ciencia ha creado el mayor horror, y ese horror es que ahora lo esencial puede ser satisfecho muy fácilmente. En pocos años, todas las necesidades de la humanidad podrán ser satisfechas, toda la tierra podrá ser satisfecha en lo concerniente a sus necesidades. ¿Y entonces qué? ¿Qué harás?

Lo no esencial se requiere para que tu locura permanezca ocupada. Por eso todas las lunas no son suficientes, tendremos que explorar más allí, deberemos seguir creando lo inútil. Se necesita. La gente lo necesita para estar ocupada.

En un hombre verdaderamente religioso sus acciones son las más esenciales las que no pueden ser evitadas. Lo que se puede evitar, él lo evita. Es tan feliz consigo mismo que no necesita desarrollar acciones. Su actividad es cómo inactividad; el actúa, hace sin que haya nadie actuando. Porque si tú lo reconoces, no comprendes el aspecto principal; si sabes que eres un hombre sencillo, no lo eres. Este saber lo complica. Si te reconoces como un hombre religioso, no lo eres, porque esta astuta mente que conoce está todavía ahí.

Cuando eres benévolo, y no lo sabes, cuando eres sencillo y no te das cuenta de ello, te has convertido en tu misma naturaleza. Cuando algo es realmente natural no te das cuenta de ello, pero cuando algo es impuesto eres consciente de ello. Cuando alguien se vuelve rico, un nuevo rico, es consciente de su casa, de su piscina, de sus riquezas, y puedes ver que él está tan preocupado con el ostentar.

Si una persona presume de su religión, no es realmente religioso. La religión es todavía como una espina, no es natural, hiere, él está ansioso por exhibirla. Si deseas exhibir tu sencillez, ¿qué clase de sencillez es ésta? Si exhibes tu amabilidad, se convierte en puro cálculo, no hay nada de amable en ello.

Un hombre del Tao está en extremo sintonizado con él, no hay exhibicionismo no sólo hacia ti, él mismo no es consciente de ello. El no advierte que es sabio, él no advierte que es inocente ¿cómo puedes saber tú si eres inocente? Tu conocimiento alterará la inocencia.

Un hombre del Tao no se reconoce a sí mismo como amable y benévolo. Es benévolo, pero no lo sabe; es amable, pero no lo sabe; es amor, pero no lo sabe porque el amante y el conocedor no son dos, la benevolencia, la amabilidad, la compasión y el conocedor no son dos. No, no se puede dividir en el conocedor y lo conocido. Esta es la aristocracia interior: cuando te has vuelto tan rico que no eres consciente de ello. Cuando posees tanta riqueza, no tienes necesidad de mostrarla.

Cuando estás realmente en armonía, pleno en el reino interior, no te preocupas exhibirte.

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