sábado, 4 de agosto de 2012

SER SUPERIOR


La superioridad supone la ausencia de inferioridad, no es su opuesto. Simplemente no comparas. Cuando no comparas, ¿cómo puedes ser inferior? Mira, si fueses el único ser sobre la Tierra y no existiera nadie más, ¿serías inferior? ¿Con quién te compararías? ¿En relación a qué? Si estás solo, ¿qué serás, inferior o superior? No eres ninguna de las dos cosas. No puedes ser inferior porque no hay nadie por encima de ti; no puedes declararte superior porque no hay nadie por debajo de ti. No serás ni superior ni inferior, y yo te digo que esa es la superioridad del alma. Nunca compares. Compara y surgirá la inferioridad. No compares, y simplemente eres Único.

Cuando comparas, yerras; siempre estarás mirando a los demás. Y no hay dos personas iguales, no puede haberlas.

Cada individuo es único, y cada individuo es superior, pero su superioridad no es comparable. Tú eres superior porque no puedes ser otra cosa. Superioridad es tu naturaleza. Ese árbol es superior, esa roca es también superior. Toda la existencia en su totalidad es divina, de forma que ¿cómo puede algo ser inferior? Es Dios, desparramándose en millones de formas. En algún lugar Dios se ha convertido en árbol, en otro Dios se ha convertido en roca, en algún otro Dios se ha tornado pájaro, en otra parte Dios se ha transformado en ti. Y sólo Dios existe, de forma que no puede haber comparación. Dios es superior, pero no superior a algo, porque sólo Dios es, y no puede haber inferioridad alguna.

Un hombre religioso llega a experimentar esta unicidad, llega a experimentar su divinidad, y a través de esta experiencia de divinidad reconoce la divinidad de todo.

Así pues recuerda esto como la ley básica. Si en religión sigues comparando, estás en terreno político, no en religión. Por eso es que todas las religiones han devenido en política. Usan de la terminología religiosa, pero escondida detrás está la política. ¿Qué es el Islam? ¿Qué es el Hinduismo? ¿Qué es el Cristianismo? Todos ellos son agrupaciones políticas, organizaciones políticas, haciendo política en nombre de la religión.

Buda dice: No seas ambicioso, porque mediante la ambición permanecerás inferior siempre. No seas ambicioso y alcanza tu intrínseca superioridad. Es intrínseca. No tiene que ser probada, o alcanzada, tú ya la posees, la tienes. Está ya ahí; siempre ha estado contigo y siempre permanecerá en ti. Tú mismo ser es superior, pero tú desconoces el ser que está ahí. No sabes quién eres. De ahí tanto esfuerzo en buscar tu identidad, en demostrar que eres superior a los demás. No sabes quién eres. Una vez que lo sepas, no existirá el problema. Tú eres en realidad ya superior. Y no sólo es que eres superior, todo es superior. La totalidad de la existencia es superior sin que nada sea inferior, porque Dios es uno, la existencia es una. Ni lo inferior ni lo superior pueden existir. La mente no ambiciosa llega a comprender esto.

Por esto mismo, Jesús fue crucificado. El decía, "Soy un Rey”. Fue malinterpretado. El hombre que era el rey, Herodes, se puso en guardia. El virrey, Poncio Pilatos, creyó que Jesús era peligroso, porque hablaba del reino y del rey, y había declarado, "Yo soy el rey de los Judíos". Fue malinterpretado. Hablaba de un tipo de reino diferente, un reino que no es de este mundo.

Cuando era crucificado los soldados se mofaban de él arrojándole piedras y zapatos y a modo de escarnio le colocaron una corona de espinas en su cabeza con la inscripción: Rey de los Judíos. Y mientras le arrojaban piedras y sandalias le decían, "Cuéntanos ahora algo sobre el reino, di algo Rey de los Judíos".

El les hablaba de otro reino, no de este mundo; ese reino no está afuera, ese reino está dentro. Más cuando un hombre como Jesús camina, él es el emperador. No puede remediarlo. No es que compita con nadie, no suspira por ninguna corona de este mundo, pero dondequiera que va la gente ambiciosa se asusta. Este hombre es peligroso porque su misma cara, sus ojos, la forma en que camina, muestran que es un emperador. No necesita demostrarlo, él es la evidencia. No necesita mencionarlo, no necesita decirlo.

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