sábado, 19 de octubre de 2013

LO BUENO Y LO MALO

Uno tiene que entender que todo es relativo, no definitivo. Así, lo que a uno le parece bueno, puede parecerle malo a otro. Y no hay contradicción: ambos pueden tener razón.

Que algo sea bueno depende de tus ideas preconcebidas; y lo mismo pasa con lo malo.

Por ejemplo, el Gobierno británico pensó que mi entrada en el país, aunque sea para pasar una noche, no favorece el bien público. El mismo Gobierno, sin embargo, está dispuesto a admitir que los bombarderos americanos, con sus misles, usen sus bases para destruir a un pequeño país como Libia; sin embargo, esto para el Gobierno favorece el bien público.

No hay incoherencia. Según su punto de vista, su sociedad, su cultura, su religión, su país, tienen que ser salvados a cualquier precio, porque creen que son los defensores del bien; a pesar de que el Gobierno británico ha torturado a la humanidad más que ningún otro Gobierno del mundo. Durante trescientos años ha sido el mayor terrorista posible; ha matado a millones de personas en todo el mundo para crear el mayor imperio de la historia. Este Gobierno está completamente sintonizado con la ideología imperialista americana.

Se ha visto obligado por la necesidad a dar la libertad a los países de su imperio; pero no lo ha hecho alegremente ni por voluntad propia. Esos países tuvieron que luchar durante casi un siglo, sin armas. Han sido masacrados sin ninguna consideración hacia los valores humanos.

Recuerdo. En India ocurrió un incidente que puede ser considerado como uno de los más inhumanos de la historia. En Amritsar, la ciudad sagrada de los Sikhs, hay un jardín público muy hermoso, una gran superficie que puede albergar por lo menos a un millón de personas para cualquier reunión, encuentro, discurso. El jardín siempre se ha usado para este propósito. Tiene unas paredes muy altas para que no entren los ruidos del tráfico exterior y dispone de una sola puerta, tan pequeña que sólo puede pasar una persona de vez; no caben dos personas juntas.

Estaba celebrándose una reunión silenciosa de casi un millón de personas: niños, mujeres, ancianos. La oración era: «El Gobierno británico debe cambiar de actitud y debe irse de nuestro país.» Eso no es terrorismo; simplemente estaban rezando y pidiendo un cambio de actitud. Pero el coronel Dyer, que estaba al cargo de aquella zona, se pre¬sentó con sus tropas, dirigió las ametralladoras hacia la gente, y comenzó a disparar. ¡Aquella oración era una revolución contra el imperio!

Sólo había una puerta, y desde aquella puerta estaban disparando a discreción, sin discriminación: niños, mujeres y ancianos. Y nadie podía escapar porque los muros eran muy altos. Dyer mató a toda la muchedumbre; ni un sólo ser humano salió vivo por la puerta. Y esa gente estaba en su país; los británicos eran los terroristas, los que habían estado gobernando su país y explotándolo.

India ha sido rica, ha sido considerada durante miles de años como una gran fuente de riquezas; así la describió Pitágoras, así la describió Alejandro Magno. Tantos invasores...; pero las riquezas de India parecían inagotables. Venían pueblos que invadían el país, se llevaban sus tesoros, se apoderaban de sus hermosas mujeres...

Eso ha estado ocurriendo durante miles de años; los británicos fue¬ron los últimos. Durante trescientos años exprimieron toda la riqueza del suelo indio, hasta la última gota. Y ni siquiera permitían que la gente rezase para que hubiera un cambio de actitud; eso era un crimen contra el imperio. Y no hizo falta ningún magistrado, ni juez; ni siquiera hizo falta un juicio. Simplemente... llega un general y ¡mata a toda esa gente!

Estos imperialistas sienten una profunda simpatía y amistad por América. Naturalmente, se permite el paso a las tropas americanas en nombre del bien público; se permite a América usar las bases para destruir países pequeños o que no se pueden defender.

¿Y por qué destruir Libia? Porque el hombre que gobernaba Libia en esos momento era uno de los políticos más francos del mundo. Alguna vez Gadafi dijo que Ronald Reagan era «un segundo Adolf Hitler.» Y yo, comentándolo, digo que Gadafi se equivoca. Y él estará de acuerdo conmigo cuando explique por qué: el mismo Adolf Hitler: ha pasado a ser un número dos. En ese tiempo Ronald Reagan fue el Adolf Hitler número uno, porque... ¿qué poder tenía Adolf Hitler? Reagan tenía millones de veces más poder. Adolf Hitler no podría haber destruido el mundo; Reagan lo podría haber hecho.

Al Gobierno británico le parece que permitir que Reagan use una base en Inglaterra favorece el bien público. Ambos son imperialistas, ambos están de acuerdo en explotar a la gente, ambos están de acuerdo en que ni el comunismo, ni el socialismo ni nada que se le parezca puede existir en el mundo, ambos están de acuerdo en imponer la cristiandad sobre los pueblos no cristianos: naturalmente Ronald Reagan es un amigo, aunque haga algo inhumano que pueda provocar el estallido de la tercera guerra mundial.

Hay algo que tiene que entenderse claramente: estoy en contra del imperialismo. Estoy en contra de la explotación del hombre, de los seres humanos. Estoy en contra de que se torture o que se mate a los demás para poder tener el poder.

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