sábado, 18 de enero de 2014

EL VACÍO, LA TOTALIDAD Y EL YO (PRIMERA PARTE)

Todo el movimiento terapéutico se ha equivocado en ese punto: Ámate a ti mismo. Sócrates solía decir: «Conócete a ti mismo.» Y ha habido maestros, sufíes en particular, que decían: «Se tú mismo.» Pero sólo hay una persona en toda la historia humana, Gautama Buda, que dijo: «No hay un yo. Eres un vacío, completo silencio, un no-ser.»

Su mensaje encontró una fuerte oposición en todas las tradiciones, porque todas dependían de una u otra forma de la idea del yo. Pueden haber existido diferencias respecto a otros puntos, pero había un punto en el que todos estaban de acuerdo; y ese punto era la existencia del yo. Incluso gente como Georges Gurdjieff, que planteaba una idea muy innovadora -no naces con un yo, tienes que ganártelo: «Merécete a ti mismo»- finalmente, acaba también con un yo.

El Buda Gautama no hace ninguna diferencia entre el yo y el ego; y no la hay. Hacer tales distinciones sólo es sofisticación, gimnasia lingüística; entonces puedes descartar el ego y quedarte con el yo. Pero el yo es simplemente otro nombre para el ego. Sólo estás cambiando de nombre, no está ocurriendo ninguna transformación en el ser.

El mensaje de Buda es tremendamente significativo: eres un vacío; no hay ningún punto en el que puedas decir «yo».

Si se mira desde mi visión, cuando os digo: «Fundíos, disolveos en la existencia», simplemente estoy diciendo lo mismo con términos más positivos.

Buda lo decía de tal forma que mucha gente se detenía, porque naturalmente surgía la siguiente pregunta: Si no hay un yo, ¿para qué preocuparse? ¿Qué hay que alcanzar? ¿Se trata solamente de saber que no eres?

Toda una vida de disciplina, un gran esfuerzo de meditación, ¿y el resultado es que no eres? ¡Ese resultado no parece merecer la pena! Al menos sin meditación, sin disciplina, tienes la sensación de ser. Puede estar equivocada, pero al menos no te sientes hueco y vacío. ¿Cómo vas a vivir sabiendo que no eres? De la nada no pueden provenir el amor, la compasión, no hay posibilidad de ninguna cosa. De la nada sólo proviene la nada.

Por eso los oponentes de Buda describieron su método como un tipo de suicidio espiritual; mucho más peligroso que el suicidio ordinario, porque con el suicidio ordinario sobrevivirás, tomarás una nueva forma, un nuevo nacimiento. Pero con Buda cometerás un suicidio total, la aniquilación. Ya no quedará nada de ti, y nunca se volverá a oír hablar de ti, nunca se te volverá a encontrar.

En primer lugar nunca fuiste.

El budismo murió en la India, y una de las principales razones fue la formulación que Buda hizo de su filosofía. Puedo entender por qué insistía tanto en las negaciones, porque todas las demás filosofías eran positivistas y su positivismo fortalecía los egos cada vez más. Viendo que el positivismo te va a dar ideas egoístas y que son un obstáculo entre tú y la existencia; se fue al otro extremo.

Para impedir esta posibilidad se hizo completamente negativo.

No puedes quejarte de ello, porque las ideologías positivistas te ponían en una situación extraña: tienes que dejar el ego para encontrarte a ti mismo, tienes que dejar el ego para encontrar a Dios, tienes que dejar el ego para convertirte en Dios, tienes que dejar el ego para encontrar la liberación última: ¿la liberación de quién? La liberación de ti mismo.

Por tanto, se trataba de lograr algo y los logros siempre son del ego.

Hay un objetivo y el objetivo siempre es del ego. Viendo todo esto, Buda dijo: «No existe el yo. No hay nada que alcanzar y no hay objetivo que conseguir. Nunca has existido, no existes y no existirás. Sólo puedes imaginar, sólo puedes soñar que eres.»

Mi planteamiento es el mismo, pero desde otro ángulo diferente. Yo os digo que no tenéis un yo, porque sois parte del Universo; no sois una nada. Sólo el Universo puede tener un yo, sólo el Universo puede tener un centro, sólo el Universo puede tener un alma. Mi mano no puede tener alma, mis dedos no pueden tener alma; sólo la unidad orgánica puede tener alma. Y nosotros sólo somos partes. Somos, pero sólo somos partes; por eso no podemos pretender tener un yo.

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