sábado, 1 de febrero de 2014

LAS IDEAS FIJAS DE LA MENTE

La mente tiende de manera natural a fijar rápidamente las ideas. Tiene mucho miedo del cambio, porque el cambio significa reordenación. Cada vez que cambias algo, tienes que reordenar todo tu ser interno.

La mente quiere vivir con ideas fijas, por eso cuando una persona viene a mí -y esto ha estado ocurriendo continuamente desde hace treinta y cinco años- comienza a quererme. Se acerca, se hace íntima, y entonces se hace una idea fija. Y ahí está el fallo, porque ahora esa idea fija le va a crear problemas.

Yo no soy una idea y no estoy fijado. Estoy cambiando. Estoy completamente de acuerdo con Heráclito en que no puedes entrar dos veces en el mismo río. Traducido, significa que no puedes volver a encontrarte otra vez con la misma persona. No sólo estoy de acuerdo con él, voy un poco más lejos: yo digo que no puedes entrar en el mismo río ni una sola vez. Traduciéndolo otra vez al mundo humano significa que no puedes encontrarte con la misma persona ni una sola vez, porque incluso cuando te encuentras con ella, está cambiando, tú estás cambiando, todo el mundo está cambiando.

Pero una vez que tienes una idea fija, te aferras a ella; y yo voy a cambiar constantemente. Mañana te encontrarás en un conflicto.

En casa de Picasso solía haber un retrato, un autorretrato de Picasso. Nunca lo vendió, a ningún precio, era la única pintura que insistió en no vender. Y cuanto más insistía en no venderla, más y más gente venía con ofertas cada vez mayores por aquel cuadro. Se convirtió en un desafío para los coleccionistas de arte.

Una mujer muy hermosa vino con esa misma idea, comprar la pintura. Iba dispuesta a pagar el precio que fuera; era lo suficientemente rica. Le dijo a Picasso: «Estoy dispuesta a pagar lo que pidas por tu retrato.»

Picasso dijo: «La gente está loca. Me presionan y acosan por una cosa muerta. Puedes quedártelo sin pagar, pero recuerda: no es yo.»

La mujer se quedó muy confundida. Dijo: ¿Que no es tú?, ¿qué quieres decir?».

Él dijo: «¡Si fuera yo ya te habría besado! No habla, no ama, no canta, no baila. Hay una mujer tan hermosa delante de él y el idiota ni siquiera la besa. Puedes llevártelo sin más. Está muerto. Retíralo de aquí, ¡no soy yo!».

Normalmente la cosa va perfectamente bien, porque te encuentras con gente que no cambia, que dice lo mismo durante toda su vida, como un loro. Son gente consistente; tienen todo tu respeto.

Yo te parezco contradictorio, inconsistente, por la simple razón de que he decidido no morirme hasta que me muera. Voy a vivir hasta el último aliento, por eso no podrás tener una certeza sobre mí hasta que expire mi último aliento. Después de eso puedes hacerte una imagen de mí y quedarte satisfecho con ella. Pero recuerda: no será yo.

Para estar conmigo hace falta coraje, y el coraje más grande es ser capaz de ver el cambio y de moverse con él. Puede ser difícil; lo más fácil es tener una idea una vez y después darlo por acabado.

Hay gente -casi todo el mundo- que vive en una cierta consistencia. Es más fácil. Pero cuando te acercas a un hombre como yo, vas a tener dificultades; tendrás que abandonar la idea de consistencia o tendrás que abandonarme a mí. Y la gente está tan enamorada de sus ideas que me pueden abandonar a mí, pero no pueden abandonar sus ideas.

No hay comentarios:

Buscar este blog