sábado, 5 de abril de 2014

SE TU MISMO

Ser uno mismo significa que uno viva todo el contenido de su mente de la forma menos implicada posible, significa eso exactamente, vivir como una consciencia: consciencia de todos los programas para los que la mente ha sido programada, consciencia de todos los impulsos, deseos, recuerdos, imaginaciones…, todo lo que la mente puede hacer. Uno no tiene que ser parte de ello sino separarse -tiene que verlo pero sin ser parte de ello-, observarlo.

Y ésta es una de las cosas más esenciales a recordar, que no puedes observar tu capacidad de observación. Si observas tu capacidad de observar, entonces tú eres el observador, no lo observado. Por eso no puedes ir más allá de la observación. El punto que no puedes trascender es tu ser. El punto del que no puedes ir más allá eres tú. Puedes observar fácilmente cualquier pensamiento, cualquier emoción, cualquier sentimiento. Sólo hay una cosa que no puedes observar: tu capacidad de observación. Y si te las arreglas para observarla, eso significa que has hecho un cambio: la primera observación se ha convertido en un pensamiento y ahora eres el segundo observador.

Puedes seguir yendo hacia atrás, pero no puedes salir de la observación, porque eso eres tú: no puedes ser de otra forma.

Por eso cuando digo: «Simplemente se tú mismo», te estoy diciendo: «Simplemente se consciencia no condicionada, no programada.» Así es como viniste al mundo y así es como la persona iluminada deja el mundo. Vive en el mundo pero permanece totalmente separada.

Uno de los grandes místicos, Kabir, tiene un poema muy hermoso al respecto. Todos sus poemas son simplemente perfectos: nada puede mejorar. Uno de sus poemas dice: «Yo devolveré el alma que se me dio en el momento de nacer tan pura, tan limpia, como me fue dada. Yo la devolveré así cuando muera.» Está hablando de la consciencia, que ha permanecido impoluta. Todo el mundo estaba allí para polucionarla, pero él ha permanecido en la observación.

Todo lo que necesitas es simplemente observar, y nada te afectará. El hecho de que nada te afecte mantendrá tu pureza, y la pureza, ciertamente tiene la frescura de la vida, la alegría de la existencia; todos los tesoros de los que estás dotado.

Pero te apegas a las pequeñas cosas que te rodean y olvidas lo que eres. Es el mayor descubrimiento de la vida y la peregrinación más extática hacia la verdad.

Y no te hace falta ser un asceta, no tienes que ser anti-vida; no tienes que renunciar al mundo e irte a las montañas. Puedes estar donde estás, puedes seguir haciendo lo que haces.

Sólo hace falta añadir una cosa más: hagas lo que hagas, hazlo con consciencia -incluso el más pequeño acto del cuerpo o de la mente- y con cada acto de consciencia te harás consciente de la belleza y del tesoro y de la gloria y de la eternidad de tu ser.

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