sábado, 31 de mayo de 2014

EL DINERO Y SUS PROBLEMAS

El dinero es una cosa extraña.

Si no lo tienes, la cosa es simple: no lo tienes. No hay complejidad. Pero si lo tienes, entonces ciertamente te va a crear situaciones complejas.

Uno de sus mayores problemas es que nunca puedes saber si te quieren a ti o a tu dinero, si eres deseable o si es tu dinero el que es deseable. Y es tan difícil de averiguar que habrías preferido no tener dinero; al menos la vida habría sido simple.

Hace unos días me hablaban de la hija de Aristóteles Onassis. Recuerdo haber visto su fotografía cuando Onassis estaba vivo, hace unos diez años. Era una niña preciosa, proporcionada, encantadora. Pero Onassis murió y le dejó mucho dinero; eso le creó una situación infernal.

Desde entonces ha estado casada tres veces, y los tres matrimonios han fracasado porque pensaba que cada uno de sus maridos amaba su dinero, no a ella.

Y este dilema surge desde el principio mismo: el día de la boda es en realidad el día del divorcio. El día de la boda ella solicitaba una garantía del marido -un documento legal válido ante un tribunal- de que no se llevará su dinero. Si hay divorcio, él no le pedirá dinero. Ahora bien, ¿se puede concebir que un matrimonio merezca la pena cuando el primer día la mujer te pide un escrito con valor legal ante un tribunal de que estás interesado en ella y no en su dinero; y que en caso de divorcio no le pedirás dinero? El divorcio ya ha ocurrido.

En el cuarto matrimonio entró en una situación todavía más problemática. Pero antes de describirlo, tengo que comentar otra cosa que estaba sucediendo simultáneamente. Ella iba engordando y haciéndose más fea, como si en lo profundo de su psique quisiera probar: «Tú me amas sea yo como sea, bella o fea, delgada o gorda; no me amas por mi dinero.»

Y se volvió tan fea que evitaba a los fotógrafos, a los medios de comunicación: se ocultaba y no quería que le saquen fotografías. Quizá era porque no estaba segura de si la amaban a ella o su dinero. Y lo más probable es que la gente que ha estado con ella haya estado por su dinero, no por ella. No recibía amor. La prueba era que comenzó a comer demasiado. Si recibes amor, están tan lleno de amor, el amor te llena tanto que no comes en exceso.

La inmensa fortuna de Onassis creó un infierno para la pobre niña, el sentimiento de no ser querida. Y no ha entrado en contacto con un hombre que le podría haber dicho... La cuestión no es que deberías ser amada, la cuestión es que tú deberías amar. :¿Por qué preocuparte de las razones que el otro tiene para quererte? ¿Has pensado alguna vez en por qué tú amas al otro? ¿Para qué? Entonces comprenderías la situación. ¿Quizá es por su pelo? Entonces no quieres a ese hombre. ¿Quizá es por sus ojos? Entonces no quieres a ese hombre. ¿Quizá es por su nariz? Entonces no quieres a ese hombre. Si tienes alguna razón para amar, entonces no amas a ese hombre. ¿Por qué montas tanto lío con el dinero?

Deberías amar y ser amada(o), y deberías ser amada(o) más por tu dinero. No hay nada malo en él; tienes algo más que cualquier otra mujer. Por lo demás, cualquier cosa puede empezar a crearte problemas: ese hombre te ama porque tienes una cara preciosa; no te ama a ti: Si tuvieras cicatrices en la cara el hombre no te amaría. Este hombre te quiere por¬que tienes ojos, si fueras ciega no te amaría. Te estás creando problemas innecesarios. Este hombre o mujer ciertamente te ama en tu totalidad, y tu dinero no es parte de ti. ¿Por qué separarlo? Eres rica o rico, de la misma forma que otra gente es muy bella; eres rico de la misma forma que otra persona es bailarina. Pero la bailarina no plantea la pregunta: “¿Me amas a mí o al baile?”. Si la plantea tendrá problemas.

En su cuarto matrimonio, para asegurarse, la hija de Onassis encontró a un hombre rico: “Como él mismo es tan rico, me amará por mí misma, no por mi dinero: es un gran industrial”. Y debido a esto no repitió el ritual de ir al tribunal después de la boda y solicitar el certificado de que en caso de divorcio el hombre no le pediría dinero. Como el hombre era tan rico, le pareció absurdo pedírselo. Pero este hombre demostró ser muy artero, y como no había certificado, se divorció de ella y se llevó casi la mitad de su fortuna.

Ahora bien, algo como el dinero, que podría ser un gran placer, se ha convertido en una inmensa angustia. Pero no se trata del dinero, es tu mente. El dinero es útil. No es ningún pecado tener dinero, no hace falta sentirse culpable.

¿Por qué hacer estas divisiones? Así es como tu mente crea miseria. Tienes dinero, ¡disfrútalo! Y si alguien te ama, no le plantees esta pregunta porque le estás poniendo en una situación muy mala. Si te dice que te ama no le vas a creer y si dice que ama tu dinero le vas a creer. Pero si ama tu dinero, se acabó todo el asunto. En lo profundo seguirás sospechando que ama tu dinero, no a ti. No hay nada malo en él: el dinero es tuyo, de la misma forma que la nariz es tuya, y la boca es tuya, y el pelo es tuyo, y este hombre ama tu totalidad. El dinero también es parte de ti, no lo separes; entonces no habrá problema.

Intenta vivir la vida con las mínimas complejidades y con los mínimos problemas que puedas.

Está en tus manos; nos creamos problemas innecesarios. Al menos deberías aprender que todos los problemas son creados; no hay problemas reales.

Cuando alguien empieza a quererte, te pones a pensar constantemente en el dinero: «Este hombre o esta mujer está interesado en el dinero, no en mí.» Y aunque estuviera interesado en el dinero...; ¿a quién no le interesa el dinero? Simplemente es un ser humano. No es un monje budista, le interesa el dinero. Pero eso no significa que no le intereses tú. Le interesas más porque no sólo eres un hombre o una mujer, eres además un hombre o una mujer rica.

Disfruta de esta idea y abandona el problema para siempre.

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