sábado, 10 de mayo de 2014

LA MEDITACIÓN Y LA MENTE

La mente simplemente es un bioordenador. Cuando el niño nace no tiene mente; no hay parloteo en él. Este mecanismo tarda al menos tres o cuatro años en ponerse a funcionar. Y verás que las niñas comienzan a hablar antes que los niños. Tienen mentes más parlanchinas. Tienen un bioordenador de más calidad.

Este bioordenador necesita que se le proporcione información; por eso si intentas recordar tu vida hacia atrás, te detendrás en algún lugar alrededor de los cuatro años si eres hombre, o a la edad de tres años si eres mujer. Más allá de ese punto estás en blanco. Estabas allí: deben haber sucedido muchas cosas, deben haber ocurrido muchos incidentes, pero nada parece haberse registrado en la memoria, por eso no puedes recordar. Pero podrás recordar muy claramente hasta la edad de tres o cuatro años.

La mente reúne sus datos de los padres, de la escuela, de los demás niños, de los vecinos, de los parientes, de la sociedad, de las iglesias...; hay fuentes de alimentación por todas partes. Y debes haber visto que los niños, cuando empiezan a hablar, repiten la misma palabra muchas veces. iQué alegría!, un nuevo mecanismo ha empezado a funcionar en ellos.

Cuando son capaces de construir frases las hacen con gran alegría, una y otra vez. Cuando pueden empezar a hacer preguntas, empiezan a preguntar por todo, por cada cosa. ¡Recuerda que no les interesan tus respuestas! Observa a un niño cuando plantea preguntas; no está interesado en tu respuesta, por favor no le des una larga respuesta propia de la Enciclopedia Británica. Al niño no le interesa tu respuesta; el niño simplemente disfruta de poder preguntar. Una nueva facultad ha surgido en él.

Y así es como va reuniendo información; después empezará a leer... y más palabras. Y en esta sociedad el silencio no es productivo; las palabras son productivas y cuando más claramente te expreses, más te pagarán.

¿Qué son tus líderes? ¿Qué son tus políticos? ¿Qué son tus profesores universitarios? ¿Qué son tus sacerdotes, teólogos, filósofos, si los condensas en una única cosa? Saben expresarse muy bien. Saben usar las palabras significativamente, consistentemente y así pueden impresionar a la gente.

No suele tenerse en cuenta que nuestra sociedad está dominada por gente que se expresa muy bien verbalmente. Puede que no sepan nada; puede que no sean sabios, puede que ni siquiera sean inteligentes. Pero hay una cosa cierta: saben jugar con las palabras. Es un juego y lo han aprendido. Y les compensa en forma de respetabilidad, de dinero, de poder, de todas las formas posibles. Por eso todo el mundo lo intenta y la mente se llena de palabras, de pensamientos.

Puedes encender o apagar cualquier ordenador, pero no puedes apagar tu mente. El interruptor no existe.

No hay ninguna referencia al respecto, nadie ha mencionado que Dios, cuando hizo el mundo, cuando hizo al hombre, hiciera un interruptor para la mente de forma que pudiera encenderse y apagarse. No hay interruptor, así es que la mente funciona continuamente desde el nacimiento hasta la muerte.

Te sorprenderá saber que la gente que entiende de ordenadores y la gente que entiende de la mente humana tiene una idea muy extraña. Si sacamos el cerebro del cráneo de un ser humano y lo mantenemos vivo mecánicamente, sigue parloteando de la misma forma. No le importa no seguir conectado con la pobre persona que lo sufre; sigue soñando. Ahora que está conectado con máquinas, sigue soñando, sigue imaginando, sigue teniendo miedo, sigue proyectando, teniendo esperanzas, intenta esto o lo otro. Y es completamente inconsciente de que ahora no puede hacer nada; la persona a la que solía estar vinculado ya no está allí.

Puedes mantener ese cerebro vivo durante miles de años conectados con aparatos mecánicos, y seguirá parloteando, dando vueltas y vueltas a las mismas cosas, porque aún no hemos sido capaces de enseñarle cosas nuevas. Cuando le enseñemos cosas nuevas, también las repetirá.

Este parloteo proviene de nuestra educación, que es básicamente errónea porque sólo nos enseña la mitad del proceso: cómo usar la mente. No nos enseña a detenerla para poder descansar, porque la mente continúa funcionando incluso cuando estamos dormidos. La mente no conoce el sueño. Trabaja continuamente durante setenta, durante ochenta años.

Si podemos educar..., y eso es lo que estoy tratando de inculcaros, el hecho de que es posible. Lo llamamos meditación.

Es posible poner un interruptor en la mente y apagarla cuando no es necesaria. Esto te ayuda de dos formas: te dará una paz, un silencio que no has conocido antes, y te familiarizará contigo mismo, cosa que no es posible con la mente parlanchina. Siempre te ha tenido enganchado.

En segundo lugar, también dará un descanso a la mente. Y si podemos darle un descanso a la mente, seremos capaces de hacer las cosas más eficazmente, más inteligentemente.

Por tanto en ambos lados -en el lado de la mente y en el lado del ser- saldrás beneficiado; simplemente tienes que aprender a detener el funcionamiento mental, a decirle: «Es suficiente; ahora vete a dormir. Yo me quedo despierto, no te preocupes.»

Usa la mente cuando sea necesaria, y entonces estará fresca, joven y llena de energía. Entonces lo que digas no será algo seco y tedioso; estará lleno de vida, lleno de autoridad, lleno de verdad, de sinceridad, y será tremendamente significativo. Quizá uses las mismas palabras, pero la mente descansada ha acumulado tanto poder que enciende cada palabra que usa, la convierte en poder.

En cuanto al ser, el silencio te abre un nuevo universo de eternidad, de inmortalidad, de todo aquello en lo que puedas pensar como una bendición, como una bienaventuranza; de ahí mi insistencia en que la meditación es la religión esencial, la única religión. No hace falta nada más. Todo lo demás son rituales no esenciales.

La meditación es sencillamente la esencia, la esencia misma. No puedes quitarle nada.

Y te proporciona ambos mundos. Te da el otro mundo -el divino, el mundo de la divinidad- y también te da este mundo. Entonces no eres pobre. Eres rico, aunque no en forma de dinero.

Dale un descanso a la mente, ¡lo necesita! Y es tan simple: simplemente hazte su testigo. Y te dará ambas cosas.

Poco a poco la mente empieza a aprender a estar en silencio. Y sabe que estando en silencio se hace más poderosa, sus palabras ya no son sólo palabras; tienen una validez, una riqueza y una cualidad que nunca antes tuvieron; tanto es así que van directamente, como flechas. Dejan a un lado las barreras lógicas y llegan al corazón mismo.

La mente es un buen sirviente, de inmenso poder, cuando está en manos del silencio.

Entonces el Ser es el maestro, y el maestro puede usar la mente cuando la necesita y puede apagarla cuando no la necesita.

No hay comentarios:

Buscar este blog