sábado, 6 de septiembre de 2014

EL PODER

La gente es tan inconsciente que puede hacer cualquier cosa para mantener su poder, su respetabilidad, aunque eso suponga hacer estallar el mundo entero. Pueden arriesgar cualquier cosa para salvar su ego. Y son las personas que de manera natural acceden a los puestos de poder, porque son los únicos que lo buscan.

Ninguna persona inteligente y creativa busca el poder.

Ninguna persona inteligente está interesada en dominar a los demás. Su principal interés consiste en conocerse a sí misma. Por eso las personas con mayor calidad de inteligencia se dirigen al misticismo y los mediocres van en busca del poder. Ese poder puede ser mundano, político; puede estar basado en el dinero o puede ser el dominio espiritual de millones de personas, pero el impulso básico es dominar cada vez a más gente.

Este impulso surge porque no te conoces a ti mismo, y no quieres saber lo que no sabes de ti mismo. Tienes mucho miedo a tomar consciencia de la ignorancia que prevalece en el centro mismo de tu ser. Te escapas de esa oscuridad por medio de estos métodos: ambición de dinero, ambición de poder, ambición de respetabilidad, de honor. Y un hombre que tiene oscuridad dentro de sí mismo puede hacer cualquier cosa destructiva.

La creatividad es casi imposible para una persona así, porque la creatividad viene de ser consciente, de estar un poco alerta..., luz, amor. La creatividad no está interesada en dominar a nadie, ¿para qué? El otro es el otro; ni dominas a otro ni te dejas dominar por nadie. La libertad es el sabor mismo de mantener esa pequeña alerta.

Pero esta gente está completamente dormida. En medio de su sueño están fabricando bombas atómicas, armas nucleares, sin saber lo que hacen. Lo único que los mantiene en movimiento es una cosa: más y más poder. Y cualquiera que se interponga en su camino debe ser destruido. No saben nada más. Son bárbaros que no han evolucionado hasta el estado humano. Sí, pueden destruir todo el mundo; ya están preparados para hacerlo.

Y estoy sorprendido: en todo el ancho mundo no hay nadie que quiera unir sus manos con las mías porque la gente tiene miedo de los poderosos: pueden destruirles. Uno sólo deja de tener miedo cuando se sabe indestructible; puedes matarle pero no puedes destruir su ser. Pero estas personas han ido desapareciendo lentamente de la tierra. No los hemos cuidado. Los matamos y después los adoramos.

Esto también tiene que ser comprendido, por qué toda la gente que hemos matado -por ejemplo, Jesús, Sócrates, Al-Hillaj Mansoor, Sarmad- son inmensamente respetables después de que han sido asesinadas.

Cuando estaban vivos todo el mundo los condenaba, no sólo los que tenían el poder, también los que no lo tenían. Los que no tenían el poder los condenaban para mostrar a los poderosos: «Estamos con vosotros.» Y los poderosos los condenaban porque esta gente tenía una visión. Si su visión tenía éxito, no habría dominación en el mundo; entonces habría seres humanos, cada uno de ellos único, floreciendo a su manera.

Pero a toda esta gente se le adora una vez muerta. Es producto de la culpa. Primero les matan... Los poderosos los matan con el apoyo de los desvalidos, de los dominados; es un apoyo involuntario pero muy fanático, porque quieren mostrar a todo el mundo: «Estamos más contra ellos que vosotros, y estamos más a favor de los poderosos que vosotros.»

Pero una vez que el hombre ya está muerto, crucificado, envenenado, hay gente que empieza a sentirse culpable, porque en un principio no querían matar a ese hombre. No tenían ningún problema con él; no estaba destruyendo ninguno de sus intereses creados. Simplemente apoyaban a los poderosos porque tenían miedo de que si no los apoyaban, si se quedaban en silencio, serían sospechosos de apoyar a la persona asesinada.

Un discípulo de Jesús estaba entre la multitud cuando le crucificaron -no se parecía a los demás, no era de allí, era un extranjero que nadie reconocía- y le preguntaron: «¿Quién eres tú? ¿Conoces al hombre que ha sido crucificado?» Y el dijo: «No, nunca he oído hablar de él. Al ver que venía tanta gente hacia aquí, he venido a ver qué pasaba.» Él tampoco pudo admitir que era un discípulo de Jesús porque sabía que habría acabado en otra cruz.

Así, finalmente, cuando esta gente está crucificada, los que han dado su apoyo sin ganas empiezan a sentirse culpables: «¿Qué habéis hecho contra este inocente que no había hecho daño a nadie? Y tenía razón en todo lo que decía.» Pueden entender que los poderosos están explotando a todo el mundo.

Éste es un mundo extraño. Hay gente que conocemos actualmente como reyes y reinas, pero si sigues su linaje hasta el principio, son descendientes de ladrones. ¿Cómo consiguieron los títulos de realeza? Son grandes ladrones que han matado a mucha gente, han acumulado dinero, tierra, se han declarado señores de la tierra, y ahora tienen sangre real. Son descendientes de criminales, y no de criminales ordinarios sino de grandes criminales. Pero tienen dinero y tienen poder; naturalmente su “sangre” es especial.

La gente llana ha sabido desde el principio que se ha visto aplastada, asesinada lentamente. Trabajan duro y no pueden permitirse ni una comida al día. Producen, pero los poderosos se apropian de todo su trabajo.

Por eso, cuando apoyan a los poderosos, lo hacen sin ganas. Esa falta de ganas, cuando el hombre está muerto, se convierte en culpa; comienzan a sentir que han participado en un acto criminal. No han hecho nada pero de alguna forma han participado; estaban mostrando su apoyo a los poderosos.

La adoración surge para quitarse de encima la culpabilidad. La adoración sólo es para quitarse la culpa, para lavar la culpa. Así es como las grandes religiones como la Cristiandad...; por lo demás, Jesús no tenía la genialidad suficiente para producir una religión tan grande. Había cientos de rabinos muchos más inteligentes, mucho más cruditos que él: era un joven sin estudios, pero su crucifixión cambió totalmente la situación. Después de crucificarle hicieron de él un dios, un dios para los millones de personas que apoyaron su crucifixión. Empezaron a sentirse culpables.

Si lo examinas en profundidad, podrás verlo. Jesús murió por orden del emperador romano, de su virrey en Judea, Poncio Pilatos, con el acuerdo de los altos sacerdotes del templo judío. Actualmente Roma ha sido la capital de la cristiandad durante veinte siglos, pero la orden de matar a Jesús vino de Roma.

Posteriormente llegó el día en el que todo el Imperio Romano se convirtió en la civilización cristiana. Actualmente, el papa sólo tiene un pedazo de tierra -veinte kilómetros cuadrados-, pero constituyen un país independiente. Ha ido encogiéndose lentamente; anteriormente llegó a poseer toda Italia. Estaba por encima del estado. (Continuará)

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