sábado, 27 de septiembre de 2014

LIBERARSE DE LA MENTALIDAD

La mente está dentro de ti, pero en realidad es una proyección de la sociedad sobre ti. No es tuya.

Ningún niño nace con mente, con una mentalidad. Nace con un cerebro. El cerebro es el mecanismo; la mente es la ideología. El cerebro es alimentado por la sociedad, y cada sociedad crea una mentalidad de acuerdo a sus propios condicionamientos. Por eso hay tantas mentalidades en el mundo. La mentalidad hindú evidentemente está separada de la cristiana, así como están separadas entre otras ideologías o religiones.

Pero en el individuo se crea la falacia de que la mente es suya, y entonces empieza a actuar de acuerdo a la sociedad, siguiendo a la sociedad, pero sintiendo que funciona independientemente. Éste es un dispositivo muy astuto.

Tu mente no es tu mente, esto es algo básico a recordar. Tu mente es un implante de una sociedad en la que has nacido accidentalmente. Si hubieras nacido en un hogar cristiano, pero hubieras sido transferido inmediatamente a una familia musulmana y educado por los musulmanes, no tendrás la misma mentalidad; tendrías una mentalidad muy distinta que no puedes ni concebir.

Bertrand Russell, uno de los genios de nuestro tiempo, trató denodadamente de liberarse de la mentalidad cristiana, no porque fuera cristiana, sino porque le había sido dada por otros. Quería tener su propio punto de vista sobre las cosas. No quería ver las cosas con las gafas de los demás; quería entrar en contacto con la realidad de manera directa inmediata.

Quería tener su propia mentalidad.

La cuestión es ver si tu mentalidad es tuya o te ha sido implantada por otros, porque la mentalidad que otros te implantan no está a tu servicio, sino al servicio de sus intereses.

Tus padres, profesores, sacerdotes, y el sistema educativo te prepara para tener cierta mentalidad, y vives toda tu vida con esa mentalidad. Esa es una vida prestada. Y por eso hay tanta miseria en el mundo: porque nadie vive auténticamente, nadie vive su propio yo; simplemente sigue las ordenes que le han sido implantadas.

Bertrand Russell lo intentó con mucho empeño y escribió un libro: Why I Am Not A Christian. Pero en una carta a un amigo escribió: «Aunque he escrito el libro, aunque creo que no soy cristiano y que he abandonado esa mentalidad, todavía, en el fondo... Un día me pregunté: "¿Quién es el mayor personaje de la historia?" Racionalmente se que es Gautama Buda, pero no podía poner a Gautama Buda por encima de Jesucristo.

»Ese día supe que todos mis esfuerzos habían sido, inútiles. Sigo siendo cristiano. Se racionalmente que Jesucristo no puede ser comparado con Gautama Boda, pero sólo es a nivel racional. Emocionalmente, sentimentalmente, no puedo poner a Gautama Buda por encima de Jesucristo. Jesucristo sigue estando en mi inconsciente, aún afecta mis actitudes, mis planteamientos, mi comportamiento. El mundo cree que ya no soy cristiano, pero yo se... ¡Resulta difícil liberarse de esta mentalidad! La han cultivado con tanta agudeza, con tanto arte.»

Es un largo proceso. No sueles pensar en él. Un hombre vive setenta y cinco años, y durante veinticinco tiene que ir a escuelas, institutos, universidades; dedica un tercio de su vida a cultivar cierta mentalidad; Bertrand Russell fracasó porque no sabía cómo librarse de ella.

Luchaba, pero estaba caminando a tientas en la oscuridad.

Hay métodos de meditación que con absoluta certeza te pueden alejar de la mente y entonces, si lo deseas, es muy fácil dejarla atrás. Pero sin separarse de ella es casi imposible abandonarla, ¿quién va a dejar a quién?

Bertrand Russell luchaba con una mitad de su mente contra otra mitad, y ambas eran cristianas; es imposible. Y ahora ha sido probado científicamente. Una de las contribuciones científicas más importantes es de Delgado. Ha encontrado setecientos centros en el cerebro. Cada uno de ellos es capaz de contener una gran cantidad de información; es como una grabación. Y sus experimentos son muy sorprendentes: toca cierto centro cerebral con un electrodo y el hombre comienza a hablar. Aleja el electrodo y el hombre deja de hablar. Vuelve a poner el electrodo en el mismo centro y el hombre comienza a hablar de nuevo, desde el principio.

Delgado mismo aún no ha descifrado como darle la vuelta a esta especie de grabación, porque el hombre siempre empieza a hablar desde el principio. No importa dónde lo haya dejado, no vuelve a empezar donde lo dejó. Se llegará a descubrir algún proceso mental automático...

Delgado dice: «Antes o después este descubrimiento se convertirá en una bendición para la humanidad o en una maldición.»

Es, fácil implantar un electrodo a cada niño. Tendrás gente muy obediente; no tendrás ningún rebelde, no habrá revolucionarios, pero todo el encanto de la vida desaparecerá. La gente será como simples vegetales, esclavizados científicamente. Y no lo sabrán, porque la unidad de control remoto puede estar en la capital, en manos del Gobierno.

Puede ser útil para protegerse de los criminales, de los asesinos, se puede cambiar a los ladrones, se puede transformar a los violadores; pero también es algo muy peligroso. Cualquiera que esté en el poder puede hacer de todo el país una partida de esclavos. Y no puedes hacer nada parque no lo sabes.

La estrategia para crear un tipo de mentalidad en ti es repetir ciertas cosas continuamente. E incluso si es mentira lo que se repite continuamente, empieza a convertirse en verdad; te olvidas de que en un principio era mentira.

Por ejemplo, la cristiandad, el hinduismo y el islam son tres religiones que repiten a los niños: «Dios existe.» El jainismo, el budismo y el taoísmo son otras tres religiones que dicen: «Dios no existe.» El primer grupo de tres religiones tiene cierta mentalidad. Toda su vida está llena de la idea de Dios, el infierno, el cielo, la oración. El segundo grupo de religiones no tiene oraciones porque no hay nadie a quien rezar, no hay Dios. Y esa misma cuestión no llega a surgir.

Tu mentalidad no es tuya. Y tu mentalidad no es joven; tienes siglos de antigüedad, tres mil años, cinco mil años. Por eso todas las sociedades tienen miedo de que alguien cree una duda sobre sus mentalidades.


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