sábado, 7 de febrero de 2015

EL SUFISMO (SEGUNDA PARTE)

Te decía que el sufismo no es una visión del mundo. Es una visión, no una visión del mundo. Una visión del mundo significa que sigues siendo el mismo y empiezas a creer en una filosofía, en ciertas explicaciones acerca de la realidad. Sigues siendo el mismo, no has cambiado en absoluto. La visión del mundo te añade algún conocimiento: te vuelves más erudito.

Una visión te transforma. Una visión sólo ocurre si eres transformado, si eres transportado a otras altitudes, a otras cumbres, a otras profundidades de la vida.

El sufismo es una visión. De hecho llamarlo "sufismo" no es correcto porque no es en absoluto un "ismo".

Los sufíes no lo llaman "sufismo"; éste es un nombre dado por personas ajenas a él. Ellos llaman a su visión tassawuri, una visión de amor, un acercamiento amoroso a la realidad. Es enamorarse de la existencia. La persona que piensa acerca de la existencia es un poco antagonista porque hace de la existencia un problema, como si le estuviera desafiando y él tuviera que descifrarla: tiene que descifrar el misterio, tiene que destruir el misterio. Él lucha.

Los sufíes dicen: nosotros y la existencia somos uno. No hay necesidad de luchar. Si persuades, cooperas, invitas, amas, ofreces tu amistad, la existencia comienza a revelar sus misterios. No hace falta violarla.

El método científico, el método filosófico, el método intelectual ¡son violaciones! Es obligar a la existencia a descubrir su corazón. Es desnudar a la existencia por la fuerza y con violencia. La violencia puede darse a través de métodos científicos o lógicos, da igual, pero hay violencia. El filósofo ha adoptado un punto de vista como si la existencia no estuviera dispuesta a desvelar sus misterios; hay que obligarla. Es una manera de aproximarse violenta.

El sufismo dice que esto no es necesario, la existencia está esperando a que te acerques para poder descubrirte su corazón, para que te enamores de ella. Si estás profundamente enamorado de la existencia, ésta comienza a abrirse, a desvelar sus secretos. Ha estado esperando mucho tiempo a que te acerques. No es necesario forzarla, ¡no es necesario violarla! Puedes enamorarte.

Una visión del mundo es una postura agresiva, una visión es una postura de amor.

Te he dicho que el sufismo no es una doctrina, porque todas las doctrinas crean una esclavitud. Crean prisiones a tu alrededor. El sufismo es libertad. No crea ninguna doctrina a tu alrededor. No te dice que creas en una cierta doctrina. Habla de confianza, pero no habla de creencia.

La confianza es algo totalmente diferente. Creer es creer en una teoría, en una filosofía, en una visión del mundo: crees en el islam, en el hinduismo, en el cristianismo. Pero cuando confías, confías en la vida. No crees en la vida, confías en la vida; crees en las filosofías. La creencia es un pobre sustituto para la confianza. Y recuerda, la creencia, una vez más, viene de la cabeza, la confianza del corazón.

Sus cualidades son diferentes, completamente diferentes, diametralmente opuestas. Nunca formes parte de un sistema de creencias; nunca te conviertas en hindú, musulmán, jaimista, cristiano o budista. Cuando pasas a formar parte de un sistema de creencias te estás convirtiendo en un esclavo.

Si puedes encontrar un lugar, un espacio, donde no te impongan la creencia sino que apoyen la confianza, encuéntralo. Ese es el lugar correcto donde realmente puedes crecer, y crecer en libertad. No hay otro crecimiento; el crecimiento en libertad es el único que hay.

Te he dicho que el sufismo no es una filosofía, pero tampoco es una antifilosofía. Simplemente no toma en cuenta ni filosofías ni antifilosofías. Las evita, es indiferente. Dice: ¿por qué preocuparse de las palabras cuando está disponible la realidad? Si puedes beber agua, ¿por qué preocuparte de las teorías acerca del agua? Si puedes ponerte bajo el sol y bailar con sus rayos, ¿por qué preocuparte de teorías? ¿Por qué no tener una experiencia, una experiencia auténtica? La filosofía da vueltas y vueltas, da rodeos. Nunca penetra en la esencia de la verdad.

Piensa sobre la verdad, pero pensar sobre la verdad es falsificarla. Hay que encontrarse con la verdad, no pensar sobre ella. La verdad hay que vivirla, no creer en ella. La verdad no es una conclusión: no la alcanzas por un proceso silogístico. ¡La verdad está ahí! Tú eres la verdad, los árboles son la verdad, los pájaros son la verdad, el sol, la luna. La verdad está por todos lados, y tú ¿cierras los ojos y piensas sobre la verdad? Todo lo que sea pensar te llevará por el camino equivocado.

No hace falta pensar. ¡Vívela! Sólo viviéndola llegarás a conocerla.

El sufismo no es una manera de pensar sino un modo de vida, una manera de vivir; no es una filosofía de la vida sino una forma de vivir.

He dicho que el sufismo no es especulativo. La especulación significa que estás pensando sobre cosas que no has conocido. Esto es una tontería. La especulación es como un ciego pensando en la luz, un sordo pensando en la música. Cuando piensas en Dios, ¿crees que estás siendo diferente al ciego que está pensando en la luz? No has visto a Dios, no has probado nada de lo divino, y sigues pensando. ¿Qué harás? Sí, la mente es muy hábil y puede hilar y tejer hermosos sistemas, pero esos sistemas son irrelevantes. Buenos o malos, lógicos o ilógicos, son sencillamente irrelevantes. No se aplican a la realidad, carecen de contexto en la realidad, son juegos de la mente.

El sufismo no es un juego de la mente; por eso es práctico, totalmente práctico. Si preguntas a un sufí sobre Dios, se echará a reír, o se pondrá a cantar una canción sin ninguna referencia a Dios, o te contará una historia en la que nunca se menciona a Dios, o dirá algo que parece no tener ninguna relación con la pregunta. Simplemente te está diciendo: «No seas tonto. Vamos a ser prácticos». Pregúntale sobre Dios y te hablará de la oración pero no de Dios. Un verdadero sufí evitará el tema de Dios. Hablará sobre la oración; la oración es algo práctico. Pregúntale sobre el paraíso y te hablará sobre tu infelicidad y cómo deshacerte de ella; eso es ser práctico. Porque el paraíso no está en ningún otro lado, cuando abandonas tus maneras desgraciadas, estás en el paraíso, o para ser más exactos, eres el paraíso.

Los sufíes siempre hablan de técnicas, de métodos. Nunca hablan del "qué", sólo del "cómo". Y en ese sentido son más científicos que cualquier científico. El sufismo te da un vislumbre de cómo debería ser la religión. No tiene sentido hablar sobre Dios: fabrica la escalera que te lleva a él. Es una completa pérdida de tiempo hablar del paraíso: da métodos para que el paraíso pueda ser explorado en el interior de tu ser. Es un fenómeno interno, es tu espacio interno. Y lo mismo ocurre con el infierno.

El sufismo no es ni siquiera una religión. Antes bien es una religiosidad. No tiene iglesia, no tiene libro: la Biblia, el Corán, los Vedas o el Dhammapda. No tiene libro, libro sagrado. No tiene una iglesia. El sufismo es una religiosidad que flota muy libremente. Cualquiera puede ser un sufí, un hindú, un cristiano, un musulmán. En cualquier parte, uno puede ser sufí. Es un método práctico para crear religiosidad.

La gente piensa: «¿Cómo pertenecer a una religión?». El sufismo dice: eso es ridículo, estúpido. La única pregunta significativa puede ser: ¿cómo crear religiosidad?, ¿cómo transformar mi propia energía de modo que se vuelva religiosa? Si comienzas a pertenecer a una religión sólo obtendrás una etiqueta pero no serás religioso, y tu mundo espiritual no será nada más que una proyección de este mundo.

Puedes ir y ver a la gente espiritual, y si los miras de cerca y los observas te sorprenderás: su espiritualidad no es nada más que una proyección de su mundo. En su cielo están esperando tener los mismos placeres, por supuesto en términos más permanentes -más intensos, más vivos-, pero los mismos placeres. En su infierno tienen miedo de los mismos dolores y de los mismos sufrimientos, más intensos y más permanentes. La diferencia está en la cantidad. El fuego del infierno será el mismo fuego que hay aquí, pero más intenso, más ardiente. Quema más, duele más, hiere más, pero será el mismo fuego. ¿Y en el paraíso? Habrá la misma comida -más deliciosa, más nutritiva-, pero la diferencia está en la cantidad; y la cantidad no es la diferencia real. La diferencia aparece sólo cuando cambias de una visión cuantitativa a una cualitativa. Si empiezas a cambiar la cualidad de tu vida, esto es religiosidad.

Una persona realmente religiosa no puede ser hindú, musulmana, cristiana. Simplemente es religiosa. Jesús no es cristiano, es religioso; yo le llamo sufí. El Buda no es budista, es simplemente religioso: yo le llamo sufí.

Un sufí es un persona que ha indagado en lo esencial de cada religión y ha descartado todo lo que no es esencial.

Te invito a esta bendición llamada sufismo, pero sólo serás capaz de entrar si tienes un gran interés.

Escucha con amor; discutir no te servirá de nada. El sufismo no hace ningún esfuerzo para convencerte.

Simplemente está disponible para todos los que están dispuestos a aceptarlo. Es una invitación abierta a todos y a cada uno, pero sólo serán capaces de entrar en el mundo del sufismo, aquellos que sean lo bastante valientes para no discutir. La afinidad debe ser los cimientos, la participación debe ser la base. Entra en armonía. Y recuerda, la discusión es una cobardía. Todos los cobardes discuten, todos ellos pueden discutir. Sólo los valientes pueden dar el salto a lo desconocido, No se puede discutir sobre lo desconocido, obviamente; por eso se le llama desconocido.

Puedes discutir sobre lo conocido, puedes llegar a conclusiones sobre lo conocido a través del pensamiento, pero ¿cómo te las vas a arreglar con lo desconocido? El pensamiento sólo te puede dar lo viejo, aquello que ya ha sido conocido y experimentado. El pensamiento no te puede dar algo que nunca ha sido experimentado y nunca ha sido conocido. Si permaneces demasiado obsesionado con el pensamiento te quedarás atascado. Lo desconocido no procede de tu pasado, lo desconocido procede del futuro. Lo desconocido no procede de tu memoria, de lo contrario, no sería desconocido. Lo desconocido penetra en tu memoria pero viene de un origen del que no sabemos nada, de un origen desconocido. Tu memoria tiene que hacerle sitio: a eso me estoy refiriendo cuando te digo escucha con afinidad, armonízate. No estoy haciendo aquí una proposición filosófica. Simplemente te voy a contar un cuento. Con un cuento no discutes. Con un cuento, simplemente escuchas como un niño. Disfrutas de sus matices, sus giros repentinos. Empiezas a entrar en su espíritu, lo que quiere contarte la historia, y tiene mucho que decirte. Y a medida que crece tu empatía, el cuento se irá revelando más profundamente.

Confía...

Deja que la confianza sea tu actitud hacia el sufismo. Está disponible sólo para aquellos que confían. Y recuerda de nuevo, sólo los valientes pueden confiar. Los cobardes siempre se retraen ante lo desconocido.

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