sábado, 6 de junio de 2015

QUÉ DEBERÍAS DECIR A TU HIJO (PARTE I)

Escucha este hermoso poema de Carl Sandburg.

Un padre ve a su hijo acercándose a su hombría.
¿Qué deberá decirle?
“La vida es dura; sé de acero, sé una roca”.
Y eso puede que le sirva para las tormentas,
y para el aburrimiento y la monotonía,
para guiarle en medio de las traiciones repentinas,
y atarlo en los momentos flojos.
«La vida es un barro suave; sé suave, no te compliques.»
Y esto también podría servirle.
Brutos han sido suavizados donde fallaron los latigazos.
El crecimiento de una frágil flor en una subida
ha quebrado y partido, algunas veces, una roca.
Un pensamiento contará. Del mismo modo el deseo.
Igual que un rico y suave desear.
Sin un rico desear nada llega.
Dile que demasiado dinero ha matado a hombres
y los ha dejado muertos años antes de su entierro;
y cuestiona que el lucro, más allá de unas sencillas
necesidades, ha convertido a hombres suficientemente buenos
a veces en perversos gusanos secos.
Dile que el tiempo puede gastarse como cualquier cosa.
Dile que se haga el tonto de vez en cuando,
y que no se avergüence por haberse hecho el tonto
y aprenda algo de cada tontería,
esperando no repetir ninguna de las tonterías baratas
sino llegando a una comprensión íntima
del número de tontos que hay en el mundo.
Dile que esté solo a menudo y que esté con él mismo.
Y por encima de todo, dile que no se mienta a sí mismo,
sean cuales sean las mentiras blancas y los frentes protectores
que podría usar con otra gente.
Dile que la soledad es creativa si él es fuerte
y que las decisiones finales se toman en habitaciones
silenciosas.

Dile que sea diferente de otra gente
si el ser diferente le surge natural y fácilmente.
Déjale que tenga días perezosos buscando sus motivos más
profundos.
Déjale que busque profundo en dónde ha nacido
naturalmente.

Entonces quizás entienda a Shakespeare
Y a los Wright Brothers, Pasteur, Pavlov,
Michael Faraday y a las mentes libres,
trayendo cambios a un mundo que no le gustan los cambios.
Estará lo suficientemente solo
para tener tiempo para el trabajo
que conoce como suyo.

Cada padre se encuentra con este problema: ¿qué le digo a mi hijo? Cada madre se enfrenta con este problema: ¿qué le enseño a mi hija? A todos los profesores les preocupa: ¿qué se le debe enseñar a la nueva generación? El pasado tiene muchos, muchos momentos de gloria, muchas cimas de comprensión, muchas conclusiones que hay que impartir al niño.

Como decíamos en lecturas anteriores, en la primera etapa todo el mundo tiene que ser un camello, decir sí, creer todo lo que le es dado, asimilar, digerir, pero esto es sólo al principio del camino, no al final.

La segunda etapa es complicada. La primera te la da la sociedad; por eso hay millones de camellos y muy pocos leones. La sociedad te deja sólo cuando te has convertido en un camello perfecto. Más allá de esto, la sociedad no puede hacer nada. Ahí es donde termina el trabajo de la sociedad, de la escuela, el colegio, la universidad. Te deja convertido en un camello perfecto con título.

Tú sólo te tienes que convertir en un león, recuérdalo. Si no decides volverte un león, nunca te convertirás en un león. Ese riesgo hay que tomarlo individualmente. Es una apuesta. Además es muy peligroso, porque volviéndote un león molestarás a todos los camellos que tienes a tu alrededor, y los camellos son animales a los que les gusta la paz; están siempre listos para transigir. No quieren que les molesten, no quieren que suceda nada nuevo en el mundo, porque todo lo nuevo molesta. Están en contra de los revolucionarios, de los rebeldes, y no en contra de grandes cosas, no te creas -no de Sócrates y de Cristo; ellos provocaron grandes revoluciones-, los camellos están asustados de cosas tan pequeñas que no te lo vas a creer.

He oído...

En diciembre de 1842, Adam Thompson, de Cincinnati, llenó la primera bañera en Estados Unidos. Las noticias acerca de la bañera de Thompson se propagaron rápidamente. Los periódicos dijeron que esta novedosa idea arruinaría la democrática simplicidad de la república...

Bueno, piensa en ello..., una bañera arruinando la integridad de la república democrática.

...los médicos predijeron reumatismo, inflamación de los pulmones, etc. Los sabios estuvieron de acuerdo en que bañarse en invierno produciría un declive de la robusta población. Filadelfia, la cuna de la libertad, trató de promulgar la prohibición de bañarse desde el primero de noviembre hasta el primero de marzo: Boston en 1845 ilegalizó el baño excepto por consejo médico; Hartford, Providencia, Wilmington y otras ciudades trataron de bloquear el hábito de bañarse poniendo unos precios muy elevados al agua. El estado de Virginia dio una buena bofetada al baño imponiendo un impuesto de 30 dólares al año para cada bañera introducida en el estado. Pero en 1922 ya se estaban manufacturando 889.000 bañeras al año. Pensar que en las vidas de gente que vive hoy todavía el hombre no sabía que el baño era bueno para él, coloca al hombre en una categoría de absoluta desconfianza respecto a su capacidad de juicio sobre cualquier materia.

Los camellos están sencillamente en contra de todo lo nuevo, no importa lo que sea. Podría tratarse sólo de una bañera, pero ellos racionalizarán su antagonismo.

En una parte de la antigua Grecia fue costumbre durante mucho tiempo que cuando un hombre proponía una nueva ley a la asamblea popular, lo hacía sobre una plataforma con una soga alrededor del cuello. Si la ley era aprobada le quitaban la soga, si fracasaba le quitaban la plataforma.

Los leones no son bien recibidos. La sociedad pone a los leones todo tipo de dificultades. Los camellos tienen miedo de esta gente. Entorpecen su comodidad, alteran su sueño, les crean preocupaciones. Provocan en los camellos el deseo de convertirse en leones; Ese es el auténtico problema.

¿Por qué fue crucificado Jesús? Su sola presencia... y muchos camellos empiezan a soñar en convertirse en leones y eso molesta su sueño, molesta su vida ordinaria, mundana.

¿Por qué fue apedreado el Buda? ¿Por qué no se le permitía entrar en las ciudades a Mahavira? ¿Por qué fue decapitado Mansur? Estas personas molestan; molestan su sueño, están rugiendo. El Buda llamó a sus sermones: «El rugido del León».

El primero, el estado del camello, te lo da la sociedad. El segundo tiene que ser alcanzado por el individuo. Alcanzándolo te conviertes en un individuo, te vuelves único. Dejas de ser un conformista, dejas de formar parte de la tradición. Abandonas el capullo: te conviertes en un gusano, empiezas a moverte.

El estado del león tiene estas características: independencia, capacidad de decir no, desobediencia, rebelión en contra del otro, de la autoridad, del dogma, de las escrituras, de la Iglesia, del poder político, del Estado. ¡El león está en contra de todo! Quiere sacudirlo todo y crear un mundo completamente nuevo, más cercano a los deseos de su corazón. Tiene grandes sueños y utopías en su mente. Mira enloquecido a todos los camellos, porque éstos viven en el pasado y el león empieza viviendo en el futuro. Se produce una gran brecha. El león anuncia el futuro, y éste sólo puede llegar si el pasado es destruido. Lo nuevo únicamente puede hacer su aparición en la existencia si lo viejo deja de existir y deja espacio para lo nuevo. Lo viejo tiene que morir para que lo nuevo sea. Por eso existe una continua lucha entre el león y el camello, y los camellos son la mayoría. El león aparece de vez en cuando, el león es una excepción, y la excepción sólo demuestra la regla.

Su característica es la falta de creencias, su característica es la duda. Adán prueba el fruto del conocimiento: nace la mente, el ser se convierte en un fenómeno definido. El camello no es egoísta, el león es muy egoísta. El camello no sabe nada del ego, el león sólo conoce el ego. Por eso siempre encontrarás que los revolucionarios, los rebeldes -poetas, pintores, músicos- son todos muy egoístas. Son bohemios. Viven su vida, hacen lo suyo. Los demás les importan un pimiento. ¡Deja que se vayan al infierno! Han dejado de formar parte de cualquier estructura, se han liberado de las estructuras. El movimiento, el rugido del león, será egoísta. Necesitan un ego muy grande para meterse ahí.

En Oriente encontrarás más camellos, en Occidente encontrarás más leones. Por eso parece más fácil rendirse en Oriente. Para la mente occidental rendirse parece muy difícil. Pero hay que recordar una cosa: a la mente oriental le resulta muy fácil rendirse; por eso su rendición carece de mucho valor. Él ya se ha rendido. No sabe cómo decir no, por eso dice sí. Para una mente occidental es muy difícil rendirse. Para la mente occidental rendirse es una lucha, pero cuando finalmente lo hace se produce una gran transformación, porque la rendición ha sido dura, costosa, una tarea penosa. En Oriente la rendición es barata, en Occidente es muy costosa. Sólo algunos valientes se lo pueden permitir.

Oriente se rinde porque ya no hay posibilidades de convertirse en un león. Es muy fácil rendirse, es cómodo formar parte de la muchedumbre, de las masas. Occidente ha creado el ego. Ha prestado más atención al león -la duda, la incredulidad, el ego-, pero cuando la mente occidental se rinde, hay realmente una gran transformación.

Cuando la mente oriental se rinde, continúa siendo un camello. Si la mente occidental se rinde, se abre una posibilidad. para que nazca "el niño". Cuando el león se rinde se convierte en el niño; cuando el camello se rinde sigue siendo un camello.

Por eso podría parecerte paradójico, pero si comprendes lo que te estoy diciendo no será tan difícil, y la paradoja dejará de parecértelo. Primero hay que enseñarle el ego a cada individuo, sólo así será capaz de abandonarlo. Todo individuo tiene que llegar a tener un ego muy cristalizado; sólo entonces sirve de algo abandonarlo, y no de otra forma.

EL primer estado, el del camello, es inconsciente. El segundo estado, el del león, es subconsciente; un poco más alto que el inconsciente. Unos pequeños vislumbres del consciente han empezado a entrar. El sol está saliendo y están entrando algunos rayos en la habitación donde estás durmiendo a oscuras. El inconsciente ya no es inconsciente. Algo se agita en el inconsciente; se ha convertido en subconsciente. Pero recuerda, el cambio no es muy grande de camello a león, como lo es ir del león al niño. El cambio es una especie de regresión. El camello empieza poniéndose cabeza abajo convirtiéndose en un león. El camello dice sí, el león dice no. El camello obedece, el león desobedece. El camello es positivo, el león es negativo. Hay que comprender que el camello ha estado diciendo sí muchísimas veces y ha estado negando el no; el no se acumula, y llega un momento en que quiere tomarse la revancha sobre el sí. Las partes negadas se quieren tomar la revancha. Entonces toda la rueda gira: el camello se pone boca bajo y se transforma en león.

La diferencia entre el camello y el león es grande, pero ambos existen en el mismo plano. El capullo está estático en un lugar; el gusano comienza a moverse, pero sigue en la tierra. Nace el movimiento pero el plano es el mismo. Lo primero es dado por la sociedad: ser un camello es un regalo de la sociedad. Ser un león es un regalo que te haces a ti mismo. A menos que te ames no serás capaz de conseguirlo. A menos que te quieras convertir en un individuo, único por derecho propio, a menos que tomes el riesgo de ir en contra de la corriente, no serás capaz de convertirte en un león.

Pero si entiendes el mecanismo..., el león se engendra en el mismo corazón del camello. Una y otra vez, diciendo sí y negando el no, el no se va acumulando. Y llega un día en que uno se harta de decir sí; sólo por cambiar, uno quiere decir no. Uno está harto de lo positivo, su sabor se ha vuelto monótono; uno quiere probar el no sólo por cambiar.

Así es como el camello, por primera vez, comienza a soñar con el león. Y una vez que has probado el no -la duda, la incredulidad-, no puedes volver a ser nunca un camello, por la libertad que te da, por la liberación.

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