sábado, 1 de agosto de 2015

LA RELIGION

La religión no puede ser algo separado de la vida. Ésta puede ser religiosa o irreligiosa, pero no puedes tener una religión separada de la vida. No puedes decir: «Durante una hora cada día me vuelvo religioso. Voy al templo o a la mezquita y rezo», o «Todos los domingos voy a la iglesia y rezo». La religión no puede ser una "religión de los domingos". O bien toda tu vida, tu vida completa, está empapada de un tipo de religiosidad, o... Ese aroma te rodea constantemente, día a día. El hombre religioso tiene una cualidad diferente del no religioso hasta cuando duerme. Si entras en la habitación donde está durmiendo profundamente una persona religiosa, percibirás un tipo de vibración muy diferente. Incluso durante el sueño es religioso, porque también entonces está relajado en Dios. De hecho una persona religiosa no se relaja durmiendo, se relaja en Dios. Cuando se mueve se mueve en Dios, cuando se sienta se sienta en Dios, cuando duerme duerme en Dios. Come Dios, bebe Dios, mira a Dios. Si todo es Dios, entonces todo tiene que ser divino.

Los sufíes insisten en que Dios no debe ser representado por nada. No debería haber ídolos, ni imágenes, porque unos y otros han creado en el mundo falsas religiones.

Mucha gente, en nombre de la religión, está ocultando sus intereses políticos internos. Está buscando el poder de la kundalini o el poder de levitar. Deseos ridículos y estúpidos que no transforman tu vida. Aunque algún día puedas llegar a volar por el cielo nada se transformará. Hay muchos pájaros que ya están volando, y no son santos y no son espirituales. Tal vez llegues a vivir en lo profundo del océano, igual que un pez, pero no por ello te volverás espiritual. Hay muchos seres que ya están viviendo allí como peces, y no son espirituales. Aunque tu columna vibre con mucha energía, no por ello te transformarás en una persona espiritual. La espiritualidad no tiene nada que ver con el poder. Incluso aunque consigas poderes mágicos, poderes milagrosos, y puedas hacer de mago, no serás por ello espiritual. Eso es una completa tontería. Esa es la indicación absoluta de que hay una mente estúpida detrás.

Siempre que ves a un hombre tratando de hacer milagros, entérate bien, es un político. No puede ser una persona religiosa. Y no estoy diciendo que los milagros no sucedan alrededor de la persona religiosa; suceden, pero no son realizados. Ocurren espontáneamente. La persona religiosa no está interesada en hacerlos, no es un hombre espectáculo, no pretende impresionar a los demás: «Mira, puede crear cenizas sagradas», «Mira, puede producir relojes suizos con sus poderes milagrosos». Esta persona está en viaje político, en un viaje del ego, y aquellos que se interesan en él también tienen intereses políticos. Ellos también quieren conseguir poder. Permanecerán alrededor de una persona así. Miles de hombres y mujeres lo hacen porque esperan aprender el truco algún día, conseguirán y también harán milagros. Los milagros suceden alrededor de la persona religiosa. No son visibles, están en relación con la transformación de las energías; pero no son hechos conscientemente, nunca son hechos de forma consciente. Siempre que una persona está haciendo algo es un mago, un político. Cuando algo sucede espontáneamente cerca de una persona, en el espacio que se crea a su alrededor, en el vacío que se crea a su alrededor... hablamos de milagros: la gente es transformada, la gente es transportada a nuevos reinos del ser. Eso es otro asunto. Pero toda la búsqueda política, toda ansia de poder, es fea y violenta.

Recuerda, siempre que vas a adorar a un ídolo no estás interesado en Dios, estás buscando alguna ventaja en la vida. Todas tus oraciones son mundanas; estás pidiendo algo. La oración real nunca pide nada. La auténtica oración nunca reclama nada. Al contrario, vierte todo en Dios, no pide nada. El auténtico devoto es aquel que va y grita desde su corazón y le dice a Dios: «Acéptame. No me lo merezco, pero a pesar de todo acéptame. Llévame de mí mismo. Disuélveme, destrúyeme, aniquílame». Él no va a pedir algo: «Dame dinero o dame poder», o dame esto y lo otro. La persona auténticamente religiosa va a dar, no a conseguir. Esto va a decidir la calidad de tu oración: si en tu plegaria en algún lugar, aparente o escondido, está el deseo de conseguir algo, entonces no es una oración religiosa.

Y por este tipo de plegarias, el hombre tuvo que crear dioses falsos. Una mente falsa crea dioses falsos. Una mente falsa necesita dioses falsos.

Recuerda, Dios es impersonal. Los ídolos son personales: el hindú tiene el suyo, el cristiano tiene el suyo, el budista tiene el suyo. Y no sólo eso, sino que cada persona mundana tiene una cierta idea de Dios y un ídolo de Dios que quiere poseer totalmente. La mente mundana es posesiva.

Escuché que una monja budista solía llevar con ella un pequeño buda de oro, un ídolo personal del Buda, porque tenía una gran aversión a adorar budas públicos. En un templo un buda es público, todo el mundo lo venera, miles de personas le rezan. La mujer quería tener su propio buda. Era un buda pequeño pero era el suyo; y ella sólo adoraría a su buda.

Una vez se quedó en un templo que tenía diez mil estatuas del Buda, estaba lleno de budas. ¡Y había algunos colosales! Toda la montaña estaba esculpida con budas, pero ella seguía adorando al suyo. Entonces se le ocurrió una idea: ella solía quemar incienso, pero tú no puedes poseer el incienso; una vez que quemas el incienso, la fragancia se esparce, y la monja pensó que podría ir a otros budas -todo el lugar estaba lleno de budas, atestado-, de modo que fabricó una pequeña pipa, quizás un bambú hueco, la sujetó a la nariz de su buda personal y luego quemó el incienso ahí, para que el humo fuera a través del tubo a la nariz de su buda.

Y no te rías. Esto es lo que está sucediendo en todo el mundo. Esto es la estupidez humana. Es muy común, es casi universal.

Estaba muy contenta por haber encontrado la manera de que ningún otro buda compartiera su adoración, su plegaria. Por la mañana se despertó y comenzó a rezar a su pequeña estatua, pero cuando le quitó el tubo se echó a llorar porque la cara del Buda se había ennegrecido.

El maestro de ese templo, un maestro zen que había estado observando toda la estupidez, se rió ruidosamente. Le dijo: «¡Fíjate! No sólo tú te has sumido en la miseria sino que has arrastrado a tu buda contigo. ¡Has destruido a tu buda!».

En el momento en que posees destruyes. La posesión es destructiva. Dios no puede ser personal. De hecho, para conocerle, tendrás que desaparecer como persona. Y haces justo lo contrario: reduces a Dios, lo impersonal, a una persona. En vez de disolverte y convertirte en impersonal, reduces a tu Dios a tu estatus. Éstas son las dos formas: una es volverte como Dios, impersonal; entonces hay un encuentro. La otra es reducir a Dios a una persona, hacer un ídolo de él, darle una cara, una forma, un nombre. Entonces él es como tú, y hay la posibilidad de tener un diálogo.

Tu personalidad es falsa. No eres realmente una persona. Tu identidad como persona es sólo una ilusión. Cuanto más profundo entres en tu interior, más encontrarás lo universal. Tú eres todo el universo, igual que cada ola es todo el océano. Si te metes profundamente en la ola te encontrarás con el océano, no con la ola. Es exactamente el mismo caso con cada persona: una persona es sólo una ola. Dios te está modelando a ti de una forma, me está modelando a mí de otra forma, está modelando incluso de otro modo en otras formas. Todas las formas son suyas. Ve detrás de la forma, ve más profundo, descorre la cortina y encontrarás una existencia impersonal.

La manera correcta de dialogar con Dios es abandonar tu personalidad. La manera equivocada es no sólo no abandonar tu personalidad, sino crear una personalidad alrededor de Dios. Esto es adorar un ídolo: haz de Dios un Rama, un Krishna, un Cristo, un Buda, después relaciónate con Rama, con Krishna, con Cristo. Lo que ocurre en el nombre de Dios no tiene nada que ver con Dios, y lo que ocurre en el nombre de la religión no tiene nada que ver con la religión. Sólo hay una religión, y es el arte de desaparecer como persona para que puedas comulgar, hacerte uno con la fuerza impersonal, la energía impersonal, la existencia impersonal.

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