sábado, 5 de septiembre de 2015

EL AMOR Y LOS APEGOS SUPERFICIALES

Los llamas apegos superficiales, por eso no has sido capaz de experimentar amor profundo. Lo desapruebas. Llamar a cualquier cosa superficial es impedirte que entres profundamente en ello. Nadie quiere entrar en algo superficial. Pero la palabra es significativa. ¿Qué quiere decir superficial? Significa que estás tocando sólo la superficie. Si entras profundamente, se convertirá en profundo. Toda superficialidad contiene una profundidad, si no tampoco sería superficial. La superficie del océano sólo es posible porque existe la profundidad del océano. La superficie contiene la profundidad y la profundidad no puede existir sin la superficie. Entiéndelo.

Cualquier cosa superficial puede volverse muy profunda, depende de ti; y cualquier cosa profunda puede quedarse en algo superficial, eso también depende de ti. La gente ha sido enseñada a censurar las cosas superficiales. Por eso les está prohibido experimentar la vida en profundidad. Todo es superficial. Te enamoras de una mujer; esto es superficial. Tienes una amistad; esto es superficial. Tienes flores; esto es superficial, porque las flores son momentáneas. Y tus religiones continúan diciendo: «Busca lo eterno. No te enamores de lo momentáneo». ¡Y lo momentáneo contiene lo eterno! El momento es la eternidad. Si tú censuras la ola nunca conocerás qué es el océano, porque la ola contiene el océano.

Abandona las censuras. Olvídate de esas palabras: superficial, momentáneo, temporal, mundano, son todas palabras peligrosas. Una vez que empiezas a emplearlas, una vez que te acostumbras a ellas, te impiden entrar en profundidad. Es como censurar la puerta: dices: «Una puerta es sólo una puerta. Yo voy buscando el templo». Pero vayas a donde vayas primero encontrarás una puerta, y luego el templo. Y si estás en contra de la puerta, te seguirás moviendo y nunca encontrarás ningún templo. La puerta pertenece al templo. Es tan divina como la deidad que hay en el interior.

Aprende a respetar lo momentáneo y pronto lo eterno llamará a tus puertas. ¡Ama también lo superficial! ¡Ama también lo físico! Sé sensual, sé sexual. No censures porque esas son las puertas. Sólo a través de esas puertas entrarás en algo que no es sexual, que no es sensual. Éste es el misterio de la vida: la sensualidad te conduce a la no sensualidad, la sexualidad te conduce a la no sexualidad. El cuerpo te conduce al espíritu, y el mundo se convierte en la puerta hacia lo divino, hacia Dios.

¿Cómo puedes experimentar amor profundo? Primero, todo lo que experimentas lo llamas superficial. Segundo, no has experimentado amor profundo pero debes de tener una idea de lo que se supone que es el amor profundo; un ideal perfeccionista de que el amor profundo debe ser "de esta forma", y nunca lo encontrarás, porque en la vida todo está entremezclado. En la vida el cielo y la tierra están mezclados: nunca encontrarás un cielo puro ni tampoco una tierra pura. Te sorprenderá saber que las grandes religiones se extienden por el mundo por las mismas rutas por las que se extienden las grandes epidemias. La misma ruta por la que se extienden las plagas es la que utiliza el cristianismo. Pero no puedes censurarlo sólo por eso.

Todo en la vida está entremezclado. Tienes que aprender que la vida contiene una multiplicidad, y tienes que empezar a descifrar diferentes cosas en la vida. Descifra la superficie y alcanzarás lo más profundo. Cuando entres en el cuerpo, ¿cuánto tiempo podrás evitar el espíritu? La gente tiene grandes ideas sobre el amor, sobre cómo debería ser; tienen ideales imposibles sobre el amor. Luego no pueden satisfacer ese ideal y se sienten mal.

Abandona todos los ideales sobre el amor. ¡No sabes qué es el amor! Todo lo que conoces lo llamas superficial, todo lo que no conoces lo has reunido de grandes poetas y filósofos, que a su vez podrían haberlo reunido de otros poetas y de otros filósofos, y esto continúa sucesivamente. No conoces lo que es un amor profundo. Conoces lo superficial. Pero eso, de momento, está perfecto. Entra en lo superficial, entra totalmente, de esta forma te encontrarás con lo hondo, con lo profundo. Y te sorprenderá porque no tiene conexión alguna con los ideales que tiene la gente. Es tan indefinible que ninguna definición se ha ajustado jamás a la realidad. Y es tan misterioso que no tiene explicación posible. No se puede reducir a una teoría. Acepta lo ordinario; ahí está oculto lo extraordinario.

Y tu espera parece ser floja, pasiva, estás esperando medio muerto, en una especie de gran letargo. Dios no sucederá, ésta no es la forma de esperar a Dios. Sólo llegará la muerte. De este tipo de espera sólo resulta la muerte, nada más. Y no pospongas, no juegues. Éstos son juegos de la mente.

¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que no puedes hacer nada? ¿Has hecho todo lo que puedes hacer? ¿Has llegado a este punto por experiencia propia? Entonces no habrías preguntado: «¿Puedo hacer algo más aparte de esperar?». Todavía quieres hacer algo. Ésta no es tu experiencia; todavía hay deseo. Todavía hay algo tanteando en la oscuridad, pero te estás auto consolando porque «hay una estación para cada cosa y en el momento adecuado ocurre lo que es necesario».

Éste es el cliché. Abandónalo. Lo has oído repetir demasiado a menudo, se ha metido en tu mente. Esto es sólo auto consolarte. Esta consolación se transformará en veneno. Ésta es una manera que tiene la mente de posponer. Ella nunca se quiere meter en nada, sólo desea, vive deseando. De hecho si lo que desea se produce inmediatamente se frustra.

Hay un hermoso poema de Rabindranath Tagore: «Busqué a Dios durante muchas vidas y siempre le vi muy alejado, en algún lugar pasando cerca de una estrella. Y mi anhelo se fue haciendo cada vez más grande, y busqué y busqué. Y estaba muy feliz con mi búsqueda, inmensamente feliz con mi búsqueda. Entonces un día ocurrió: llegué a la casa donde vivía Dios. Leí la placa de la entrada. Estaba muy excitado, estaba lleno de felicidad. ¡Había llegado! Estaba a punto de llamar a la puerta cuando mi mente dijo: "Espera un momento. Piénsatelo dos veces. Puede que aquí le encuentres de verdad. ¿Entonces qué? Si realmente está aquí, ¿entonces qué harás? ¿Cómo vivirás? Tú vives de tu deseo por él, vives de ese deseo. Eres un buscador, un investigador; esa es la única forma que conoces de ser. Si le encuentras te quedarás atrapado. Entonces, ¿qué harás?"». Y Rabindranath dijo: «Realmente me asusté mucho. Toda mi alegría desapareció». Sí, esto era algo muy importante a tener en consideración. «Si llamo a la puerta y él me abre y me abraza, ¿entonces qué? ¿Entonces adónde iré? Me quedaré atrapado en su abrazo, y puede que él sea muy hermoso, pero eso será mi final, el de mi mundo, el de los caminos que siempre he conocido, y ha sido muy hermoso buscar e investigar.» Él cuenta: «Me quité los zapatos y bajé las escaleras con ellos en la mano porque tenía miedo de que pudiera oír el ruido -¡hay alguien ahí!- y pudiera abrir la puerta sin que yo llamara. Entonces me escapé, y corrí más rápido que nunca. Desde entonces me he estado escapando y no miro hacia atrás. De nuevo he comenzado a buscar y a preguntar a la gente: "¿Dónde está Dios?". Y de nuevo lo vuelvo a ver a veces, en algún lugar, allí, muy lejos en las estrellas. Empecé a buscarle y sigo buscándole, y todo el tiempo he estado sabiendo dónde vive de modo que evito su casa. Voy a cualquier otro lugar».

La mente existe deseando. Y la mejor manera de continuar deseando es tumbarse en un profundo letargo y esperar a que llegue la estación adecuada. Nunca llega, porque siempre es la estación correcta. Sólo cuando estás intensamente encendido llega; de otra forma está ahí. Cuando estás encendido, cuando te conviertes en primavera, de inmediato entras en contacto con la primavera que está eternamente presente. No seas letárgico.

Puedes vivir en una especie de letargo para siempre; no te ocurrirá nada. Y no te estoy diciendo que Dios no les suceda a aquellos que esperan. ¡Sólo sucede a aquellos que esperan!, pero su espera tiene una cualidad diferente. La espera tiene que ser encendida, sólo entonces Dios sucede. Cada fibra de tu ser debe estar despierta, alerta: en cualquier momento va a suceder, ¿cómo puedes dormirte?

Se cuenta que Jesús decía a sus discípulos una y otra vez: «Estad alerta. No os durmáis». Y cuenta la parábola que el Maestro le dice a sus criados: «Me voy de peregrinación pero podría regresar cualquier día, en cualquier momento, de día o de noche. Tenéis que estar despiertos las veinticuatro horas del día porque podría llegar en cualquier momento, y llegaré sin avisar».

Ésta es la situación: los criados tienen que seguir vigilando día y noche. Tienen que estar alertas, el maestro puede venir en cualquier momento.

Dios puede llegar en cualquier momento; tienes que estar alerta, vigilante. Tu espera debe observadora, intensa. Esa es tu forma de hacer. Esperar no es el opuesto de hacer. Esperar es el tipo de acción más alto, más sutil. Esperar es la forma de acción más elevada.

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