sábado, 28 de noviembre de 2015

LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD (II PARTE)

El mundo es un sueño. No es que no exista, no es que no sea, el mundo es un sueño porque el mundo que tú piensas que es no es más que tu sueño, porque estás dormido, inconsciente, soñoliento, moviéndote, haciendo cosas. ¡Afortunadamente no puedes ir muy lejos! Te puedes iluminar en este mismo momento.

La búsqueda no te va a ayudar a alcanzar la meta porque la meta nunca se ha perdido. La búsqueda sólo va a ayudarte a abandonar la avaricia, el miedo, la posesividad, la envidia, el odio, la ira. La búsqueda sólo va a ayudarte a abandonar los obstáculos, y una vez que ya no hay obstáculos, de pronto uno se da cuenta: siempre he estado aquí, nunca he ido a ninguna otra parte.

Así que la búsqueda entera es en cierta forma negativa. Es como cuando alguien hace una estatua partiendo de un bloque de mármol. ¿Qué es lo que hace? Simplemente va quitando las partes no esenciales, y poco a poco aparece la imagen.

Alguien preguntó a Miguel Ángel... Estaba haciendo una estatua de Jesús y alguien comentó:

-Es una gran creación.

Él dijo:

-Yo no he hecho nada. Jesús estaba escondido dentro de este bloque de mármol y yo le he ayudado a salir. Él ya estaba ahí, sólo que había más mármol del necesario. Lo no esencial estaba ahí, yo he quitado lo no esencial. Simplemente lo he descubierto, no lo he creado.

De hecho, el bloque de mármol había sido desechado por los constructores. Caminando por la iglesia que iban a construir, Miguel Ángel preguntó a los constructores:

-¿Por qué han tirado este bloque de mármol?

Ellos dijeron:

-No sirve.

Así que se lo llevó, y una de las imágenes más bellas de Jesús salió de él.

Miguel Ángel solía decir:

-Cuando pasaba junto a este bloque de mármol, Jesús me llamó. Escondido en este bloque de mármol, dijo: “¡Miguel Ángel, ven y sácame!”. Yo sólo he hecho un trabajo en negativo.

El buscador es lo buscado. Es sólo que hay varias cosas innecesarias apremiándote. La búsqueda es negativa, deshazte de ellas y descúbrete a ti mismo en toda tu gloria.

Al comprender la enseñanza... Budas, millones de budas, han estado en la tierra. Todos han enseñado lo mismo. No pueden hacer otra cosa. La verdad es una; las descripciones, muchas. La verdad es una, han hablado de ella. Si tratas de comprender, podrás distinguir las huellas. Pero en vez de comprender, intentas seguir, y ahí yerras.

Seguir no es comprender. Comprender es algo muy, muy profundo. Cuando comprendes, no te haces budista. Cuando comprendes, te haces tú mismo un buda. Cuando comprendes, no te haces cristiano. Cuando comprendes, te conviertes en el mismo Cristo. Seguir te hará ser un cristiano. Comprender te hará ser un cristo, y la diferencia es tremenda. Seguir es, de nuevo, “decidofobia”. Seguir significa: Ahora, simplemente, seguiré ciegamente. Ahora ya no se trata de mi propia decisión. Ahora iré donde tú vayas. Comprender es: Escucharé lo que digas y meditaré. Y si surge mi comprensión y concuerda con tu comprensión, entonces seguiré mi comprensión.

Los maestros son útiles, muestran el camino. No te aferres a ellos. Seguir es aferrarse, es producto del miedo, no de la comprensión.

Una vez que te vuelves un seguidor, estás perdiendo la pista. Una vez que te vuelves un seguidor, una cosa es cierta: que ya no estás investigando. Te puedes hacer teísta y puedes decir “Dios es, yo creo en Dios”. Te puedes hacer ateo y puedes decir “No creo en Dios. Soy ateo. Pero en ambos casos te has unido a una iglesia. Te has unido a una doctrina, a un dogma. Te has unido a una turba, a una muchedumbre.

La búsqueda es individual, llena de peligros. Uno tiene que ir solo. Pero esa es su belleza. En profunda soledad, sólo en una profunda soledad en la que ni siquiera está presente un pensamiento, Dios entra en ti, o se revela a ti. En profunda soledad, la inteligencia se convierte en una llama, brillante. En profunda soledad, el silencio y el gozo te rodean. En profunda soledad se abren los ojos, se abre tu ser. La búsqueda es individual.

¿Qué estoy haciendo aquí? Estoy intentando haceros individuos. Os gustaría volveros parte de una multitud, os gustaría eso porque resulta muy conveniente y cómodo seguir como un ciego. Pero yo no estoy aquí para volveros ciegos. Yo no estoy aquí para dejar que os aferréis a mí, porque entonces no os estaría ayudando de ninguna forma. Os dejaré estar junto a mí, pero no dejaré que os colguéis. Os dejaré todas las posibilidades para comprenderme, pero no dejaré que creáis en mí. La diferencia es sutil pero grande. Y permaneced alerta, porque vuestra mente tenderá a poner la responsabilidad en mí.

Eso es lo que queréis decir cuando afirmáis: me he entregado. No es una entrega por confianza, es una entrega por decidofobia, por miedo, miedo a estar solos. No, yo no estoy aquí para hacer vuestro viaje cómodo, conveniente, porque no se puede hacer cómodo ni conveniente. Tiene que ser duro, es duro, es cuesta arriba. Y en el último momento, en el momento final que la gente zen llama satori, ni siquiera yo estaré allí contigo. Sólo hasta la puerta podemos ser compañeros de viaje. Cuando entras por la puerta, entras solo.

Así que durante todo el camino tengo que hacerte capaz de estar solo. Tengo que ayudarte a abandonar el miedo, ayudarte a volverte decidido. Confía en la vida, no hay necesidad de ninguna otra confianza. Confía en la vida y te llevará espontánea y naturalmente a lo supremo, a la verdad, a Dios, o como tú quieras llamarlo.

El río de la vida está fluyendo hacia el océano. Si confías, fluyes en el río. Ya estás en el río, pero te estás aferrando a algunas rocas muertas de la orilla. O estás intentando luchar contra la corriente. Aferrarse a escrituras, aferrarse a dogmas, doctrinas, significa no permitir que el río te lleve con él. Abandona todas las doctrinas, todos los dogmas, todas las escrituras. La vida es la única escritura, la única biblia. Confía en ella y deja que te lleve al océano, a lo supremo.

No hay comentarios:

Buscar este blog