sábado, 2 de abril de 2016

EL SALTO A LO DESCONOCIDO

La gente viene a mí y yo les digo que den el salto. Ellos dicen: “Tendré que pensarlo”. ¿Cómo vas a pensar para dar un salto? Y si piensas y alcanzas una decisión pensando, ¿cómo lo vas a llamar un salto entonces?

Un salto es un salto a lo desconocido, no pensado, no previsto, no planeado, un salto no puede ser planeado. No te puedes preparar para ello, no puedes pensar sobre el pro y el contra. No puedes ser el que decide. Un salto es salirse del ego, hacer algo que no ha sido decidido por el ego. Un salto es permitir que la totalidad te posea. Un salto es discontinuo contigo; no es una continuidad. Si piensas y luego tomas una decisión, es una continuidad.

Con un solo paso podías haber llegado a casa, pero querías pensar. Pero también puedo comprender tu problema: ¿cómo puedes tomar algo sin pensarlo? ¿Cómo puedes tener tanta confianza? Un salto necesita confianza. Tú no puedes confiar. Dudas; te han adiestrado para dudar. Te han adiestrado para considerar todas las posibilidades antes de decidir. Te han adiestrado para permanecer siempre en control.

No puedes pensar en el amor, sucede. Por eso tenemos esa expresión en todas las lenguas: en-amorarse, entrar en el amor. Es como una caída, una caída fuera del ego, una caída fuera de la cabeza, una caída fuera de control, una caída fuera de la continuidad.

Sí, es una caída. Ya no eres parte de tu pensamiento, de tu continuidad. De pronto aparece una grieta. O es como la muerte; no puedes hacer nada al respecto. Llega, te posee, no es tu decisión. Pero un día, cuando te acerques más y más a casa, cuando tu casa esté justo delante de ti, te darás cuenta:

Demasiados pasos se han dado volviendo a la raíz y la fuente.
¡Mejor sería haber estado ciego y sordo desde el principio!

Ese es el significado de la confianza: mejor sería haber estado ciego y mejor sería haber estado sordo desde el principio. Si confías, tu mente dice: Piénsalo, tómate tu tiempo y luego toma una decisión. Todo debería ser tu decisión.

¿Lo has pensado alguna vez, que tu nacimiento no fue tu decisión? Nadie te preguntó previamente. E incluso si alguien hubiera querido preguntar, no estabas allí para poder ser preguntado. Tu nacimiento salió de lo desconocido; naciste de la nada. Un día desaparecerás de nuevo en lo desconocido. Esa será tu muerte. Esa no será tu decisión. Y entre estas dos, a veces habrá vislumbres del amor; todas ellas serán de lo desconocido. Si eres suficientemente afortunado, y pruebas la meditación y la oración, tendrás de nuevo unas pocas vislumbres de lo desconocido. No serán algo que tú hagas. De hecho, lo que haces es la barrera.

Hay cosas que sólo tú puedes hacer, y hay cosas que sólo se pueden hacer cuando tú no estás ahí para hacerlas. Hay cosas que sólo se pueden hacer en un estado profundo de no hacer: el nacimiento, la muerte, el amor, la meditación. Todo lo que es bello te sucede, recuerda esto.

Permite que se convierta en un recuerdo continuo: tú no puedes hacer esas cosas.

Mira el río: despreocupado de todo lo que sucede a su alrededor, fluye con profunda tranquilidad, con profunda calma, sin distraerse con lo que sucede en las orillas. Sin distraerse, sigue. Permanece centrado en su propia naturaleza, nunca se sale de su naturaleza. Permanece fiel a sí mismo. Nada lo distrae, nada hace que salga, que salga de sí mismo, sigue avanzando, Incluso si hay una guerra, incluso si están cayendo bombas, suceda lo que suceda, bueno o malo, el río permanece fiel a sí mismo. Sigue avanzando. El movimiento es su naturaleza intrínseca. Y la tranquilidad es como una sombra cuando eres fiel a ti mismo.

Y observa las flores de los árboles. Los árboles también son fieles a sí mismos. Ninguna flor está tratando de imitar de forma alguna a ninguna otra flor. No hay imitación, ni competencia, ni celos. La flor roja es simplemente roja, y tremendamente feliz de ser roja. Nunca le ha dado por pensar en ser otra cosa. ¿Dónde ha estado errado el hombre?

El hombre pierde su propia naturaleza a causa del deseo, la imitación, los celos, la competencia. El hombre es el único ser en la Tierra que no es fiel a sí mismo, cuyo río no está sintonizado consigo mismo; que siempre se está yendo a otra parte, que siempre está mirando a algún otro; que siempre está intentando ser otro. Esa es la desgracia, la calamidad. Sólo puedes ser tú mismo. No hay otra posibilidad, simplemente no existe.

Cuanto antes comprendas, mejor. No puedes ser Buda, no puedes ser Jesús, y no es necesario. Sólo puedes ser tú mismo.

Pero todos están intentando ser otra persona. Por eso seguimos alejándonos más y más de la fuente original. La distancia se crea a causa del deseo. Ves a alguien en un coche bonito y quieres ese coche. No es que necesites ese coche, justo un momento antes no lo necesitabas. De pronto, al ver a alguien en ese coche, ha surgido un deseo. Si no hubieras visto el coche, el deseo nunca habría surgido. Así que no es intrínseco a ti, sino algo que llega desde el exterior. Es como si el río fuera hacia el océano, y en la orilla el río hubiera visto algo y hubiera detenido el flujo; el río ya no quiere ir al océano. Ahora, en esa orilla, quiere aferrarse a algo, quiere poseer algo. Ahora el río se ha salido de su naturaleza intrínseca. Ha perdido su armonía, su autenticidad, su verdad.

Ves a alguien, un atleta, un cuerpo bello, ornamental, y de pronto surge un deseo. Te gustaría tener el mismo cuerpo, te gustaría ser Mohamed Alí, “el más grande”. O ves a un hombre bello o a una mujer bella y te gustaría ser como él. Recuerda una cosa: sólo puedes ser tú mismo; no hay otra manera. Todas las demás maneras te alejan de ti mismo.

Una vez que comprendes esto, has logrado la comprensión básica, e inmediatamente tu río comienza a fluir. No hay obstáculos. La gente viene a mí y dice que hay tantos obstáculos aquí y allá todos los obstáculos existen a causa de deseos muy enraizados de ser algo distinto a lo que puedes ser. Todos los obstáculos existen porque la energía se bloquea, porque la energía sólo conoce una manera de fluir: el flujo natural.

Imagina una rosa que se ha vuelto neurótica y quiere ser un loto. ¿Qué va a suceder ahora? Simplemente, habrá sufrimiento, y en ese sufrimiento la rosa no podrá ser una rosa. Una cosa es segura: la rosa no puede ser un loto, eso es absolutamente seguro. La rosa tampoco podrá ser una rosa; eso también es casi seguro, porque ahora todo el deseo se estará yendo muy lejos. La rosa soñará con el loto, y la rosa pensará en el loto, y la rosa comenzará a condenarse a sí misma.

¿Cómo vas a crecer si te condenas a ti mismo? La rosa no podrá amarse a sí misma. ¿Cómo vas a crecer si no puedes amarte a ti mismo? La energía no estará fluyendo. Ahora habrá obstáculos. Ahora la rosa estará continuamente en dificultades. Un día tendrá dolor de cabeza; otro día será alguna otra cosa. La rosa está enferma.

Una vez que la rosa llega comprender que sólo hay una posibilidad, y es ser una rosa, y que no hay necesidad de ser un loto, y que es perfectamente hermoso ser una rosa, una vez que la rosa se acepta a sí misma y desparece la condena, una vez que la rosa se ama a sí misma, vuelve la gracia, vuelve la dignidad. Ya no hay obstáculos, se disolverán. La rosa empezará a fluir como un río. La rosa será roja, feliz, tremendamente dichosa con lo que hubiere naturalmente disponible para ella.

Las rosas nunca se vuelven neuróticas. Ellas se ríen del hombre. Los lotos nunca se vuelven neuróticos. El mundo entero se ríe del hombre. El hombre es el único animal que se vuelve neurótico. Y la neurosis surge cuando intentas hacer algo que es innatural para ti; entonces surge la neurosis. En cuanto tienes un ideal, vas a volverte neurótico.

Tú eres el ideal, tú eres el destino.
VIVE EN TU PROPIA MORADA VERDADERA... esto significa simplemente ser uno mismo, no intentar ser alguna otra persona.

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