sábado, 16 de abril de 2016

LA VERDAD DEL SER

La verdad del ser de uno es tan inmensa que ni siquiera mil sabios pueden conocerla. Es incognoscible. No sólo lo desconocido; se trata de lo incognoscible. Cuanto más la conoces, más sientes su incognoscibilidad. Es un misterio, no un problema a solucionar, no un enigma que hay que disipar. Es un misterio que sigue creciendo más y más. Cuanto más entras en él, más misterioso se vuelve. Es el sustrato mismo. Es lo supremo. No hay nada más allá. No hay nada más allá de ti; eres la base misma de la existencia, el fundamento mismo del ser. Por supuesto, ese mismo fundamento no puede hacerse parte del conocimiento. Es más profundo que el conocimiento. Es más profundo que quien conoce.

Uno puede sentirlo. Uno lo siente pero no puede conocerlo. Uno se vuelve alerta a ello, pero es muy sutil. No puedes sujetarlo. Puedes realizarlo, puedes vivir en ello, pero no puedes agarrarlo, no te puedes aferrar a ello. Es inaprensible.

Ya no es necesario preocuparse por los budas, por los que saben, por las personas iluminadas? Jesús y Krishna y Lao Tse, ¿por qué preocuparse por ellos? La búsqueda ha terminado. Has llegado a casa. ¿Por qué iba uno a buscar las huellas de los patriarcas? Ya no es necesario. Una vez que has vuelto a tu naturaleza más profunda, no hay necesidad de ninguna escritura, de ninguna doctrina, de ningún yoga, de ningún sistema, de ninguna búsqueda.

Ahora nada está prohibido, ahora nada es negado. Ahora ya no hay “no”. Hay un gran “sí”. Todo está incluido, nada está excluido, ni siquiera la tienda de vino está excluida. Nada està excluido, el sí lo incluye todo, es total.

Uno se vuelve tan inclusivo que va al mercado, incluso a la tienda de vino. Ahora uno encuentra a Dios escondido en todas las cosas. Ahora uno no condena nada. Decir “no” ha desaparecido totalmente. Y recuerda, el ego sólo desaparece totalmente cuando decir “no” desaparece totalmente. Si todavía tienes un “no”, tienes un cuelgue. Entonces el ego aún se esconde de maneras sutiles. Dice “no”, y se siente bien.

Ahora el sí es tan total que el templo y la tienda de vino son lo mismo para mí. Ahora veo a Dios en todas partes. Ahora Dios es la presencia en todas partes.

Eso es lo último que hay que comprender. Una vez que estás iluminado, no puedes encontrar una persona que no esté iluminada. No es que todo el mundo se ilumine, pero si te veo, no puedo ver otra cosa, estás iluminado. Por eso voy diciendo que todos sois budas. El estado búdico es vuestra naturaleza intrínseca. El día que miré dentro de mí, ese mismo día el mundo entero se iluminó para mí.

Puede que te sientas perplejo: puedo ver tu confusión. Puede que te sienta perplejo acerca de tus propios tesoros. Puede que no te des cuenta, pero puedo verlo: llevas el mayor tesoro de la vida. Llevas a Dios dentro de ti. Puede que lo hayas olvidado completamente. Puede que hayas olvidado completamente el camino de vuelta a casa, pero aún está ahí.

Seas lo que seas, encontrarás el mundo exactamente igual. Sigues encontrándote a ti mismo en el mundo una y otra vez. El mundo es un espejo. Si estás rodeado de un universo iluminado, la existencia entera, las roca y el río, los océanos y las estrellas, todos son seres iluminados. De pende de ti. Donde estás, creas tu mundo. Si eres desdichado, vives en un mundo desdichado. Si estás iluminado, vives en un mundo iluminado. Si tu energía está celebrando dentro de ti, la totalidad se vuelve una sinfonía de celebración.

Tú eres el mundo.

No hay comentarios:

Buscar este blog