sábado, 8 de octubre de 2016

LAS MUJERES Y LAS EXCLUSIONES

Lo primero que hay que recordar, que hay que recordar siempre, es que no hay que juzgar el pasado mediante los estándares actuales. Eso no es correcto. Por ejemplo, cuando el hasidismo estaba surgiendo, el permitir que las mujeres se incorporaran a una danza extática religiosa hubiera sido algo imposible. No es que los místicos hasídicos no se dieran cuenta, no es que a ellos no les hubiera gustado permitirlo. Les habría encantado, pero era imposible. Incluso Buda temía iniciar a las mujeres en su orden.

¿De qué tenía miedo? ¿Era él una persona ortodoxa? No, no puedes hallar una mente más revolucionaria, pero él insistió durante muchos años en no permitir a las mujeres ingresar en su orden. No, la razón ha de radicar en alguna otra parte.

El budismo desapareció en la India: ¿Sabes por qué? Fue porque Buda permitió finalmente que las mujeres ingresen en su orden. Se dice que él mismo dijo: «Mi religión hubiera durado al menos cinco mil años, pero ahora no sobrevivirá más de quinientos porque estoy asumiendo un gran riesgo». Permitir que las mujeres ingresaran en su orden era un riesgo tal, que Buda dijo, «La vida de mi religión se reducirá de cuatro mil, a quinientos años. Como máximo alcanzará solamente los quinientos años». Y sucedió exactamente de esa forma. El budismo vivió únicamente quinientos años y durante su exis¬tencia no se mantuvo en el clímax, en el punto óptimo. Cada día, su vida era màs lenta, cada día la muerte se iba acercando más y más. ¿Qué sucedió?

La sociedad ha estado desde siempre orientada hacia lo masculino. Aceptar a las mujeres en una orden religiosa suponía destruir la vieja jerarquía, la superioridad del hombre. Incluso un hombre como Mahavira, un hombre muy revolucionario, se dice que dijo que las mujeres no podían entrar en el moksa directamente como mujeres. Primero tenían que renacer como hombres y entonces... Por eso ninguna mujer ha entrado en el moksa jaino, en el nirvana, directamente como mujer. Primero ha de cambiar su cuerpo, asumir una forma y apariencia masculina y entonces puede entrar.

¿Porque decía esto Mahavira? La sociedad, los políticos del país, los sacerdotes y los políticos, todos eran también chauvinistas. Era necesario cierto compromiso pues si no, no hubieran permitido nada. Mahavira vivió desnudo, pero él no permitió a ninguna mujer que fuera desnuda porque la sociedad no estaba dispuesta a aceptar ni incluso la desnudez de él mismo. Poco a poco la gente le aceptó, a regañadientes, a duras penas, pero el aceptar la idea de que las mujeres pudieran ir desnudas hubiera sido demasiado.

Y debido a que Mahavira dijo, «A menos que lo abandones todo, incluso las ropas, a menos que seas tan inocente como un niño tal y como eras el día en que naciste, no podrás entrar en el reino de Dios», les tuvo que decir que las mujeres no podrían acceder directamente. Si él hubiera dicho que las mujeres podían entrar directamente, entonces algunas mujeres valientes podrían haberse presentado y despojado de sus ropas, podrían haberse desnudado. Tan solo para evitar esas mujeres desnudas, tuvo que decir algo totalmente falso, incierto. Y yo sé que él sabía que era falso. Pero hemos de vivir en una sociedad, en un determinado estado, en un estado de confusión particular, en un estado neurótico determinado. Si tú vivieras con locos tendrías que hacer constantes concesiones. Si vives con locos, como mínimo has de hacerte tú también el loco.

No puedes imaginar lo que le sucede a alguna persona cuando se convierte en un Buda, en un país, en un mundo, que está absolutamente loco. El ya no está loco, pero ha de seguir tus leyes; si no acabarán con él. Ha de hacer concesiones. Desde luego no puede esperar que tú hagas concesiones con él. Tú no estás en un estado en el que puedas pensar. Pero él puede pensar. Solamente lo superior puede hacer concesiones a lo inferior, solamente lo mayor puede hacer concesiones a lo inferior, solamente los sabios pueden hacer concesiones a la gente estúpida.

Por esto las mujeres nunca fueron aceptadas. Solamente en este siglo, muy recientemente, las mujeres empiezan a salir de la oscura noche de su historia pasada.

He oído.

Sucedió que cuando Golda Meir era Primer Ministro de Israel, Indira Gandhi, Primer Ministro de la India, fue a Israel. Y cuando Indira Gandhi visitó Israel fue recibida por Golda Meir.

Después de visitar todos los lugares históricos, la señora Gandhi le dijo, «Me gustaría visitar una sinagoga».

«De acuerdo», contestó la Primer Ministro israelí.

Dos semanas después, la señora Gandhi estaba ante su consejo.

«¿Que aprendió en Israel?», le preguntó uno de los miem¬bros.

«Muchas cosas», contestó la Primer Ministro india, «pero principalmente aprendí que en las sinagoga israelíes los hombres rezan en el primer piso y los Primer Ministros "'rezan desde el balcón».

Dos mujeres, pero ella pensó que los Primer Ministro rezan desde el balcón y los hombres en el piso inferior.
Una vez algo se convierte en un hábito es muy difícil cambiarlo, incluso para un Primer Ministro. Incluso para un Primer Ministro es difícil cambiar la tradición.

Yo existo aquí en un mundo extraño y desconocido. Me gustaría darte muchas cosas pero no puedo, porque tú mismo te resistes. Me gustaría hacerte consciente de muchas cosas en tu ser, pero tú te pondrías en mi contra. He de ir muy despacio, he de dar muchas vueltas, no puedo hacerlo directamente.

Observa simplemente. En mi comunidad, hombres y mujeres no están ya separados. Por eso los indùes han dejado de acudir a mi ashram. No son capaces de venir. Cuando solían venir, sus preguntas estaban más o menos relacionadas con qué tipo de ashram era éste, hombres y mujeres entremezclados y conociéndose, estrechando sus manos unos a otros; viviendo juntos. ¿Incluso después de las meditaciones,... abrazarse, desearse unos a otros? ¿Qué clase de situaciones eran ésas? Eso no era lo correcto. Solían acudir a mí y decirme, «Eso no está bien, no debería permitirse eso. Osho, deberìas intervenir». Yo nunca intervine porque para mí no hay nada malo, no se debería distinguir entre hombres y mujeres. No están separados, nadie es más alto ni nadie está más bajo. Son diferentes, pero iguales. La diferencia es hermosa, ha de estar ahí. La diferencia ha de ser resaltada, pero la igualdad ha de mantenerse. Y para mí, el amor es un camino hacia Dios.

Yo no les escuché. Poco a poco fueron desapareciendo.

Ahora, solamente los indùes muy valientes pueden entrar aquì.

Ahora, solamente unos cuantos indios son capaces de entrar aquí, ésos que no tienen represión en sus mentes, los que son ¬post-freudianos. Solamente ésos son capaces de entrar aquí.

Pero la India como conjunto es pre-freudiana, Freud es todavía desconocido en la India. Freud no ha penetrado todavía en el alma india.

Pero yo lo he hecho. Incluso ahora es muy difícil. He de enfrentarme a dificultades cada día. Por cosas insignificantes surgen dificultades. Esas dificultades podrían haberse evitado si me hubiera comportado de un modo ortodoxo. Yo no puedo comportarme de forma ortodoxa porque entonces no tendría sentido mi presencia aquí, entonces no podría entregarnos el mensaje, y tampoco puedo ser absolutamente revolucionario porque entonces no habría posibilidad de que algo sucediera entre tú y yo.

Y no estoy interesado en forma alguna en ser un mártir porque eso también me parece un cierto tipo de masoquismo. La gente que está buscando siempre convertirse en mártir no se da cuenta de lo que está haciendo; están buscando el suicidio. Yo no soy un mártir. Amo la vida, amo todo lo que está implícito en la vida.

Tú estás aquí conmigo. Tú estás encarando algo original. Cuando se lo digas a alguien, dejará de ser original. Lo has oído de mí, luego lo contarás a alguien y con eso se perderá mucho. Y entonces esa persona se lo dirá a algún otro y le entregará el mensaje. De nuevo se volverá a perder mucho. Al cabo de unos pocos años, tras unas cuantas transacciones, la verdad será completamente distorsionada; sólo quedarán mentiras y otra vez, un movimiento revolucionario se convertirá en una tradición ortodoxa.

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