sábado, 17 de diciembre de 2016

SER CREATIVO

La gente sigue siendo la misma, tanto en su pena como en cualquier estado. Siguen siendo los mismos, no cambian de dimensión.

Por eso, lo primero que hay que entender es que necesitas cambiar de lo objetivo a lo subjetivo. Medita más y más sobre tus emociones, sobre tus pensamientos, con los ojos cerrados. Mira más profundamente en tu mundo interior, en el mundo que es absolutamente privado; Lo objetivo es público; lo subjetivo es privado. Lo subjetivo es lo privado; lo objetivo es lo público, lo objetivo es el mercado. Mucha gente es capaz de observar un hecho, pero casi nadie es capaz de observar un pensamiento; solamente puede hacerlo aquél a quien pertenece dicho pensamiento.

Desplaza tu consciencia más y más hacia lo privado. El poeta vive una vida privada; el político vive una vida pública. Mahatma Gandhi solía decir que él no tenía vida privada. Eso significa que debió de llevar una existencia muy pobre. Una vida privada es una vida rica. La vida del político es observada por todo el mundo: en la televisión, en los periódicos, en la ca¬lle, en la multitud. El político solamente tiene una cara pública. Cuando va a su casa, no es nadie. Pierde todos sus rostros.

Has de descubrir tu rostro privado. El énfasis debería radicar más en lo privado que en lo público y deberías empezar a aprender como amar lo privado, porque lo privado es la puerta hacia Dios. Lo público es la puerta hacia la ciencia, pero no hacia la religión, no hacia Dios. Lo público es la puerta hacia la aritmética, hacia el cálculo, pero no es la puerta hacia el éxtasis, hacia el amor. Y disfruta con las cosas que son privadas: la música, la poesía, la pintura. El zen insiste en la caligrafía, en la pintura, en la poesía, en la jardinería, en todo lo que es absolutamente privado, en eso que vives desde el interior hacia el exterior, en algo que surge como una ola desde el centro más interno de tu ser y que se expande hacia el exterior.

La vida pública es simplemente lo contrario: algo surge en el exterior y se dirige hacia tu interior. En una vida pública el origen, la fuente, siempre es externa. El centro de tu ser nunca está dentro de ti, siempre radica en el exterior. Por eso un político siempre está asustado del exterior, porque su vida depende de ese exterior. Si la gente no le vota, no será nadie.

Pero para un pintor o para un poeta eso no importa. Nadie compraba las pinturas de Van Gogh. En toda su vida no vendió ni una sola de sus pinturas; pero eso no tenía importancia para él; él disfrutaba con ello. Si se vendían, bien; si no se vendían, bien. Su verdadero valor no estribaba en que se vendieran y fueran apreciadas; su verdadero valor estaba en la creatividad del pintor a través de ellas. Al crearlas, él alcanzaba su meta. En el instante de creadas, él se volvía divino. Te conviertes en Dios siempre que creas.

Has oído una y otra vez que Dios creó al mundo. Yo te digo una cosa más: siempre que tú creas algo, te conviertes en un pequeño Dios por tu propio derecho. Si Dios es el creador, entonces el ser creativo es la única forma de llegar a él. Entonces te conviertes en un participante, entonces dejas de ser un espectador.

Van Gogh, reconocido o no, vivió una vida tremendamente bella en su mundo interior, con mucho colorido. La verdadera recompensa no llega cuando se vende una pintura y los críticos la elogian en todo el mundo; eso es solamente la recompensa de los tontos. La verdadera recompensa reside en el acto del pintor creándola. Cuando el pintor está perdido en su pintura, cuando el bailarín se ha disuelto en su danza, cuando el cantor ha olvidado quién es y su canción vibra llena de vida, ahí está la verdadera recompensa, ahí está el logro.

En el mundo exterior dependes de los demás. En la vida pública, en la vida política, dependes de los demás; eres un esclavo. En la vida privada comienzas a convertirte en el amo de tu propio ser.

Deja que insista en ello y lo resalte porque me gustaría que mis sanyasins fueran creativos de uno u otro modo. Para mí, la creatividad tiene una tremenda importancia. Una persona que no es creativa, no es, en absoluto, una persona religiosa. No estoy diciendo que tengáis que ser Van Goghs; no podéis. No estoy diciendo que tengáis que ser Leonardo da Vincis, o Beethovens, o Mozarts; no estoy diciendo que tengáis que ser Wagners, o Picasos, o Rabindranaths, no. No estoy diciendo eso. No estoy diciendo que tengas que convertirte en un pintor, o en un poeta famoso, o que tengas que ganar el premio Nobel. Si esa es tu idea, has caído de nuevo en lo político. El premio Nobel te llega desde el exterior; es la recompensa de los tontos, no es la recompensa auténtica.

La verdadera recompensa llega desde dentro. No estoy diciendo que seáis capaces; no todos tienen la capacidad de llegar a ser Picasos. Y tampoco hay necesidad de ello, porque demasiados Picasos harían del mundo un lugar monótono. Está bien que solamente haya un Picaso y está bien que nunca se repita pues sino, llegaría a ser algo aburrido. Pero todos podéis ser creadores de una u otra forma. No importa si alguien lo llega a saber o no; carece absolutamente de importancia. Puedes hacer algo que nazca del amor; entonces será algo creativo. Puedes disfrutar mientras lo haces; entonces se convertirá en creativo.

Me gustaría recordar una y otra vez a todos mi sanyasins: sed creativos. En el pasado, la mayoría de la gente religiosa demostró ser no creativa. Esto ha sido una calamidad, una maldición. Los santos han estado sentados sin hacer nada. Esta no es la auténtica religión. Cuando la auténtica religión hace explosión en las vidas de la gente, de repente también explosiona una gran creatividad.

Cuando Buda vivía hubo una gran explosión de creatividad. Cuando el tantra era una religión viva, hubo una gran explosión de creatividad. Cuando los Maestros zen estaban vivos crearon muchas nuevas dimensiones; de pequeñas cosas, pero muy creativas.

Si no eres creativo simplemente significa que has estado practicando tu religiosidad, que debes de haberte encajado en un determinado modelo y que te has bloqueado, te has quedado congelado en ese modelo. Una persona religiosa fluye, discurre como un río, busca, explora, siempre en pos y explorando lo desconocido, siempre abandonando lo conocido y adentrándose en lo desconocido, siempre escogiendo lo desconocido en vez de lo conocido, sacrificando lo conocido en pos de lo desconocido. Y siempre dispuesto a ello. Un hombre religioso es un vagabundo, un trotamundos; en su mundo interior sigue viajando, yendo de un lugar a otro. Anhela conocer todos los espacios que conforman su ser.

Sé más creativo. Baila y no te preocupes por si a alguien le gusta o no le gusta tu danza; esa no es la cuestión. Si puedes disolverte en ella, eres un bailarín. Escribe poesía. No tienes porqué enseñársela a nadie. Si disfrutas, escribe y luego quémalo. Esa es tu meditación. Estás creciendo, sumergiéndote en ello, disolviéndote, fundiéndote.

Lo subjetivo es el reino de todo arte y creatividad. Esos son los dos ámbitos comunes del ser.




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