sábado, 21 de enero de 2017

EL VERDADERO RELIGIOSO

Ademàs del mundo objetivo y subjetivo, existe el màs importante que es el verdaderamente religioso, el trascendental.

El primero es lo objetivo; lo objetivo es el mundo de la ciencia, el segundo es lo subjetivo; lo subjetivo es el mundo del arte y el tercero es lo transcendental, eso que va más allá de ambos, que ni es objetivo ni es subjetivo, que no está dentro ni afuera. En él, los dos están implícitos; en él ambos están implicados, pero aun así es superior a los dos, es mayor que ellos, está más allá de ellos. Lo subjetivo está más próximo a lo trascendental que lo objetivo, pero recuerda: con sólo ser subjetivo, no te volverás religioso. Has dado un paso hacia el ser religioso, un paso muy importante, pero con sólo ser subjetivo no vas a volverte religioso. Puedes encontrar poetas que no son religiosos, puedes encontrar pintores que no son religiosos,... la religión es más que el arte, más que las canciones.

¿En qué consiste ser verdaderamente religioso? En primer lugar, empieza a observar tus pensamientos. Abandona el mundo público y sumérgete en el privado; observa tus sueños, tus pensamientos, tus deseos, tus emociones, tus humores y el clima que va cambiando en tu interior, un año tras otro. Obsérvalos. Esto es lo subjetivo.

Entonces viene el último y definitivo salto: poco a poco, al ir observando los pensamientos, empieza a observar al que ve, al testigo, al que está observando esos pensamientos.

Primero muévete desde los objetos a los pensamientos, luego desde los pensamientos al pensador. Los objetos pertenecen al mundo de la ciencia, el pensamiento pertenece al mundo del arte y el pensador es el mundo de la religión. Sigue yendo hacia adentro. La primera circunferencia exterior es de objetos; la segunda es de pensamientos y la tercera, el centro, tu propio ser, no es nada más que consciencia. No es nada más que ser un testigo.

Ve abandonando los objetos e introdúcete en el pensar; luego, un día, también los pensamientos serán abandonados y entonces quedarás solo en tu pureza. Entonces estarás absolutamente solo. En esta soledad está Dios, en esta soledad está la Liberación, el moksha, en esta soledad está el Nirvana, en esta soledad, por vez primera, estás en lo real.

Lo objetivo y lo subjetivo están divididos; existe una dualidad, un conflicto, una lucha, una división. La persona que es objetiva se está perdiendo algo; se pierde lo subjetivo. La persona que es subjetiva se está perdiendo algo; se pierde lo objetivo. Ambas son incompletas. El científico y el poeta son ambos incompletos. Solamente el verdadero santo es completo, solamente el santo es total. Y debido a que es total, lo llamo santo.

Con «santo» no quiero decir que sea virtuoso; con «santo» quiero decir que es total. No queda nada sin implicarse, todo está implicado. Su riqueza es su totalidad; lo objetivo y lo subjetivo se han disuelto en él. Pero él no es la suma de lo objetivo más lo subjetivo; es algo más. Lo objetivo está en el exterior, lo subjetivo está en el interior y lo religioso está más allá. El más allá abarca ambos: interior y exterior y aún así es más allá.

A esta visión yo la llamo espiritualidad; la visión del más allá.

En el mundo de lo objetivo, la acción es muy importante. Uno ha de estar activo porque únicamente la acción es relevante en el mundo de las cosas. Solamente haciendo algo puedes obtener más cosas; solamente haciendo algo puedes cambiar en el mundo de lo objetivo.

En el mundo de la subjetividad... la inacción. El hacer no es lo importante; lo es el sentir por eso algunos poetas se vuelven perezosos y los pintores, incluso grandes pintores y grandes poetas y grandes cantores tiene lapsos de actividad y luego recaen de nuevo en la pereza.

La persona subjetiva es más dormilona; más soñadora, más perezosa; la persona objetiva es activa; está obsesionada con la acción. La persona objetiva siempre necesita hacer una cosa u otra, no puede sentarse a solas, no puede descansar. Puede quedarse dormido, pero una vez despierto, ha de hacer algo. La persona subjetiva es inactiva. Es muy difícil para ella activarse. Disfruta con el mundo de la fantasía; y ésta puede alcanzarse sin la acción. No ha de ir a ninguna parte, solamente ha de cerrar sus ojos y el mundo de los sueños se le abre.

La persona religiosa es el encuentro de los opuestos: acción en la inacción; inacción en la acción. Hace cosas, pero las hace de tal manera que nunca se convierte en el hacedor. Permanece siendo un vehículo de Dios, un medio; es lo que los chinos denominan wu-wei, inácción en la acción. Incluso cuando actùa, no está actuando. Su hacer es jovial, no hay tensión en él, no hay ansiedad, no se obsesiona con ello. E incluso cuando está inactivo no está embotado; estando sentado, descansando o acostado, está lleno de energía. No es letárgico: está radiante de energía.

El, gracias a que los opuestos se han encontrado y han alcanzado una síntesis superior puede actuar como si se encontrara en un estado de no-acción y puede permanecer en un estado de no-hacer, pero puedes sentir la energía en él, puedes sentir la vibración de una tremenda actividad alrededor de todo su ser. Vaya donde vaya, lleva vida a los demàs. Con sólo su presencia la gente mortecina cobra la vida, solamente con su toque los muertos regresan a la vida.

Como Jesús... Cuando Lázaro murió llamaron a Jesús. El se acercó a la tumba donde se encontraba Lázaro y le llamó. «¡Lazaro, sal!» Y el Lázaro muerto; salió y dijo. «Estoy aquí. Me sacaste de la muerte. Estoy aquí».

Una persona religiosa es activa, no porque sea su necesidad, sino porque tiene a su disposición una infinita energía. Una persona religiosa es activa, no porque tenga que hacer algo, no porque esté obsesionada con algo, no porque no sea capaz de relajarse, sino porque es una reserva de energía tan enorme que ha de rebosar; su energía es demasiada y no puede contenerla.

Por eso mientras está sentada en silencio... Puedes ver a Buda sentado en silencio debajo del árbol Bodhi, pero verás su energía desplegàndose en torno a él; una gran aura de energía.

Lao Tse dijo que la persona auténticamente religiosa nunca hace nada, pero que millones de cosas suceden a través de ella. Nunca actúa, pero a través suyo suceden muchas cosas. Ella simplemente sigue sentada y aún así el impacto de su ser en el mundo es tremendo. Puede que nadie llegue a saber nada de ella, puede que esté sentada en una gruta en los Himalayas y que nunca sepas de ella, pero incluso así tu vida se verá afectada por ella, porque ella está vibrando. Aporta una nueva energía, un nuevo pulso a la vida; da una nueva pulsación a la vida. Puede que nunca sepas de él, pero te verás beneficiado por él.

Los opuestos se convierten en complementarios en un ser religioso. El día y la noche se encuentran y disuelven sus conflictos; el hombre y la mujer se encuentran en la persona religiosa y disuelven sus conflictos. Puede ser tan fuerte como un hombre y tan frágil como una mujer. Es tan frágil como una flor y tan fuerte como una espada. Es duro y es suave y es las dos cosas. Es un milagro, es un misterio. Debido a que los opuestos se encuentran, él va más allá de toda lógica, su ser es paradójico. Está tan vivo como el que más y está muerto, más muerto, que los muertos que están en las tumbas. Está muerto en un sentido y vivo en otro; juntos, al mismo tiempo. Conoce simultáneamente el arte de morir y el arte de vivir.

En la vida corriente la mente común siempre se encuentra dividida en opuestos y hay una gran atracción en el encuentro de los opuestos. El hombre busca la mujer, la mujer busca al hombre: el círculo del ying-yang. En un hombre religioso toda búsqueda se ha detenido, el hombre ha encontrado la mujer, la mujer ha encontrado al hombre. En su centro más interno la energía ha llegado a tal punto en que todo se ha disuelto en la unidad, en la no dualidad. Todos los opuestos se transforman en complementarios, todos los conflictos se disuelven y llega la cooperación. Entonces has llegado a casa, entonces no hay necesidad de que vayas a ninguna parte, entonces no hay nada que buscar, nada que desear. Este estado es el estado de Dios. Dios es un estado, Dios no es un objeto y Dios no es ni siquiera una persona porque Dios ni es objetivo ni subjetivo. Dios es trascendental.

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