domingo, 8 de enero de 2017

LA CULPA

El ego siempre está dispuesto a negar, nunca está dispuesto a transformarse a sí mismo. El ego puede decir que no existe Dios; no es capaz de decir «Puede que exista, porque tengo tantos bloqueos que soy incapaz de percibir a Dios». El ego puede negar que exista una flor, pero no puede reconocer el hecho de que ha perdido la capacidad de oler.

De ahí que haya tanta gente que niega a Dios. Es fácil negar a Dios. Es cómodo de hecho; debido a que no existe Dios no tienes que preocuparte de tu olfato, no necesitas trabajar sobre tu ser. Si Dios no existe, entonces no hay trabajo, entonces no hay crecimiento, entonces no hay búsqueda. Puedes ser perezoso, puedes sumirte en la letargia. Si no existe Dios, entonces no existe culpa.

Estoy en contra de la culpa, la culpa que ha sido creada por los sacerdotes, pero hay una clase distinta de culpa que no ha sido creada por los sacerdotes. Y esa culpa es muy significativa. Esa culpa surge si sientes que hay algo más en la vida y que no te estás esforzando lo suficiente por obtenerlo. Entonces te sientes culpable. Entonces sientes que, en alguna forma, estás creando obstáculos para tu propio crecimiento: que eres perezoso, letárgico, inconsciente, que estás dormido, que no tienes integración alguna, que no puedes avanzar hacia tu destino. Entonces nace la culpa. Cuando sientes que tienes la posibilidad y que no la estás actualizando, entonces surge la culpabilidad. Esa culpabilidad es totalmente distinta.

No estoy hablando de la culpa que los sacerdotes han creado en la humanidad: no comas esto pues sino, te sentirás culpable; no hagas eso otro pues sino, te sentirás culpable,... han condenado millones de cosas, de modo que si comes, si bebes, si haces esto o eso otro, estarás rodeado por sentimientos de culpa. No estoy hablando de esa culpabilidad; esa culpabilidad ha de ser descartada. De hecho esa culpa te hace seguir estando en el lugar en que estás. Esos sentimientos de culpabilidad no te permiten descubrir la verdadera culpa en tu interior. Han creado una incontable confusión sobre toda clase de pequeñeces; comes por la noche y los jainos arman un tremendo alboroto: eres un pecador, eres culpable. ¿Por qué has comido por la noche? O te has divorciado de tu esposa o de tu marido y los católicos crean un sentimiento de culpa en ti: has hecho algo malo. No era malo vivir con la mujer y pelear continuamente, no era malo destruir a la mujer y destruirte a ti mismo, no era malo destruir a los niños, entre los dos, los estabais aplastando, toda su vida estaba siendo condicionada de forma errónea. No, eso no estaba mal. Pero si te sales del matrimonio, si sales de ese infierno, te sientes culpable.

Esos sentimientos de culpabilidad no te permitirán ver la verdadera culpa espiritual que no tiene nada que ver con políticas, con ningún sacerdocio, con ninguna religión o iglesia. Ese sentimiento de culpa es muy natural. Cuando ves que podrías hacer algo y no lo estás haciendo, cuando ves el potencial que tienes, pero no actualizas es potencial, cuando ves que contienes tremendos tesoros en forma de semilla y que no pueden florecer, y tú no estás haciendo nada por ello y simplemente continúas sufriendo, entonces sientes una gran responsabilidad hacia ti mismo. Y si no estás asumiendo esa responsabilidad, te sientes culpable. Esa culpa es tremendamente importante.

Estoy aquí; la flor está aquí. En zen se dice que la flor no habla, pero me gustaría contradecir eso. Me gustaría decirte que la flor también habla, pero que se requiere de una cosa: necesitas la capacidad de oír, necesitas la capacidad de oler. La flor posee su propio lenguaje. Puede que no hable en la lengua que tú comprendes, pero tu lengua es una lengua muy determinada. La flor habla el lenguaje universal.

Estoy aquí. Mira en mi interior, siénteme, trata de embeberte de mi espíritu, deja que mi llama se acerque a la tuya. En cualquier momento puede darse el salto. Mi llama puede saltar y encender tu vela apagada. Simplemente acércate más, acércate más,... y cuando digo que te acerques más quiero decir que te sumerjas más y más en el amor. El amor es la ùnica proximidad que existe, el amor es la única intimidad que existe. No se trata de proximidad física. Es una cuestión de intimidad interior. Ábrete a mí del mismo modo que yo estoy abierto a ti, sé asequible a mí del mismo modo que yo estoy accesible para ti. No te asustes, no tienes nada que perder,... excepto tus cadenas.

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