sábado, 18 de marzo de 2017

QUÈ SIGNIFICA AMARSE A UNO MISMO

No se debe empezar por amarse a uno mismo, porque tú no sabes quién eres. ¿A quién vas a amar?

Si empiezas por amarte a ti mismo, amarás sólo a tu ego, que no eres tú; es una personalidad falsa. Casi todo el mundo ama su personalidad; todo el mundo ama su ego. Hasta la mujer más horrible, si le dices: “Qué bonita eres”, no se negará a aceptarlo.

He oído que una vez…

Dos viejos se encontraron en una esquina:
“¿Dónde has estado estos dos últimos meses?” –dijo uno de ellos.
“En la cárcel” –contestó el otro.
“¿En la cárcel?”. ¿Y cómo ha sido eso?” –replicó el primero.
“Pues hace como dos meses estaba en una esquina –respondió el segundo- y se acercó una chica preciosa corriendo con un policía y le dijo: “Es este, agente. Este es el que me ha atacado”. Y ¿sabes?, me sentí halagado, lo admito”.

Cuántas cosas que sabes perfectamente bien que no son verdad has admitido. La gente dice que eres muy cariñoso, sincero, noble, majo y honesto; y nunca lo niegas. Este no es el amor del que yo hablo.

Sí. Me gustaría que te amaras a ti mismo, porque hasta que no te ames a ti mismo no puedes amar a nadie más. Y si no te has amado a ti mismo, no sabes lo que es amor. Pero antes de poder amarte a ti mismo tienes que conocerte; por eso el amor es secundario y la meditación es primordial.

El milagro es que si meditas, y poco a poco te sales del ego y de tu personalidad y descubres tu auténtico ser, el amor vendrá por sí mismo. No tienes que hacer nada, es un florecimiento espontáneo. Pero sólo florece en cierto clima, y a ese clima yo le llamo meditación. En un clima de silencio, de repente verás que miles de flores se abren en tu interior, y su fragancia es el amor.

Naturalmente, primero te amarás a ti mismo, porque ese será tu primer encuentro. Primero serás consciente de la fragancia que está surgiendo en ti, la luz que ha nacido en ti, y la felicidad que cae sobre ti. Luego, el amor se volverá tu misma naturaleza. Entonces amarás a muchos; lo amarás todo.

De hecho, lo que conocemos en nuestra ignorancia es una relación, y lo que conocemos en nuestra consciencia ya no es una relación. No es que yo te amo; es que soy amor.

Y tienes que entender la diferencia. Cuando dices “te amo”, ¿qué pasa con los demás? ¿Qué pasa con toda la existencia? Cuanto más estrecho es tu amor más aprisionado está. Se le cortan las alas; no puede volar a través del cielo cruzando el sol. No tiene libertad, casi está en una jaula de oro. La jaula es bonita, pero dentro de la jaula el pájaro no es el mismo que tú has visto en el cielo desplegando las alas.

El amor no tiene que convertirse en una relación, en una contracción, sino en una expansión.

El amor tiene que ser tu cualidad, tu carácter, tu ser, tu resplandor. Igual que el sol irradia su luz a todas partes, la meditación irradia amor sin una dirección, sin destinarlo a alguien en particular.

Por supuesto, primero se siente dentro de uno mismo, para uno mismo, luego empieza a irradiar todo a su alrededor. Entonces no sólo amas a los seres humanos, amas a los árboles, amas a los pájaros; simplemente amas, eres amor.

Entonces, amarse uno mismo significa:

-Meditación.

-Ser uno mismo.

La naturaleza traerá el amor como recompensa.

No escuches a los sacerdotes; son enemigos del amor. Te han enseñado a odiarte a ti mismo y a odiar al mundo, porque te han estado enseñando que sufres en esta vida o bien porque has nacido en pecado, o bien por los malos actos de tu vida pasada. Pero ninguna religión ha aceptado esta vida con alegría y regocijo, como un regalo, como una gracia que no te mereces, que no tienes ningún derecho a reclamar; no te lo has ganado.

Así que lo primero es evitar a los sacerdotes. Te enseñan a negar la vida. Y mi intención es devolverte la capacidad de afirmarla. Eso es lo que yo llamo amarte a ti mismo, no aceptarte a ti mismo como pecador. ¿Cómo puedes aceptarte a ti mismo si crees que eres un pecador? ¿Cómo puedes amarte a ti mismo si crees que no eres otra cosa que un saco de culpabilidad, que un pasado de malos actos acumulados durante millones de vidas?

Te odiarás a ti mismo. Y eso es lo que vuestros sacerdotes os han estado diciendo: renuncia a la vida, odia la vida, odia el placer. Ódialo todo, y sacrifícalo todo si quieres entrar en el paraíso. Nunca ha regresado nadie del paraíso, así que no hay evidencias de ninguno en ningún sitio, ninguna prueba; es sólo un ejercicio inútil que nunca será capaz de llegar a una conclusión.

Un viejo sacerdote sermoneaba a una congregación sobre el pecado.

“El pecado –dijo- es como un gran perro. Está el gran perro del orgullo, el gran perro de la envidia, el gran perro de la avaricia, y finalmente, está el gran perro del sexo. Tienes que matar a esos grandes perros antes de que ellos te maten a ti y te impidan llegar al cielo. Es posible; lo sé, porque durante años yo lo he hecho. Maté al gran perro de la envidia, al gran perro del orgullo, al gran perro de la avaricia y sí: hijos míos maté al gran perro del sexo”.

“Padre –se oyó una voz desde atrás- ¿está seguro de que el último perro no murió de muerte natural?”.

No puedes cambiar la naturaleza. Si puedes vivir naturalmente, la transformación llega. Cuando llega, el sexo desaparece; pero no por tus esfuerzos. Es por ello que sigue a tu alrededor. Cuando más lo reprimes, más presente está. Cuanto más lo vives, mayor es la posibilidad de trascenderlo.

Una pareja de ancianos estaban sentados en su casa escuchando a un curandero en la radio.

“De acuerdo amigos –comenzó-, Dios os quiere curar a todos. Lo único que tenéis que hacer es poner una mano en la radio y la otra en la parte del cuerpo que esté enferma”.

La anciana se levantó, arrastró los pies hasta la radio y puso la mano sobre su artrítica cadera. Entonces el anciano puso una mano en la radio y la otra en su bragueta.

Su mujer le miró con desprecio y dijo: “Idiota. El hombre dijo que curaría a los enfermos no que resucitaría a los muertos”.

Vive naturalmente. Vive pacíficamente. Vive interiormente. Date un poco de tiempo a ti mismo, para estar solo, en silencio, observando la escena interior de tu mente. Lentamente los pensamientos desaparecen. Poco a poco un día la mente estará tan quieta, tan en silencio como si no estuviera. Solamente este silencio; en este momento vosotros no estáis aquí.

En este silencio de tu interior, encontrarás una nueva dimensión de la vida. En esta dimensión no hay avaricia, ni sexo, ni ira, ni violencia. No es algo que tú consigues; es una nueva dimensión más allá de la mente donde el amor existe puro, impoluto por la necesidad biológica; donde la compasión existe sin ningún otro motivo; no para recibir alguna recompensa en el cielo, ya que la compasión es una recompensa en sí misma.

Existe un gran deseo de compartir todos los tesoros que has descubierto dentro de ti, y de gritar desde lo alto de los tejados a la gente: “¡No sois pobres! El paraíso está en vuestro interior”.

No necesitas ser mendigo, has nacido emperador. Tan sólo tienes que descubrir tu imperio, y tu imperio no es del mundo exterior; tu imperio es el de tu propia interioridad. Está dentro de ti y siempre ha estado ahí. Esperando que vuelvas a casa.

El amor vendrá y vendrá en abundancia; tanto que no podrás contenerlo. Descubrirás que es algo desbordante, que llega de todas las direcciones.

Tan sólo descubre tu esplendor oculto.

La vida puede ser simplemente una canción, una canción de alegría.

La vida puede ser simplemente una danza, una celebración, una continua celebración. Lo único que tienes que aprender es un estilo de vida afirmativo.

Yo sólo llamo religioso al hombre que afirma la vida. Todos aquellos que la niegan puede que se crean religiosos, pero no lo son. Su tristeza y su seriedad lo muestran.

Un hombre verdaderamente religioso tendría sentido del humor. Es nuestro Universo, nuestro hogar. No somos huérfanos. Esta Tierra es nuestra madre. Este Cielo es nuestro padre. Todo este vasto Universo es para nosotros, y nosotros para él.

De hecho, no hay división entre nosotros y el todo. Estamos unidos orgánicamente a él, somos parte de una gran orquesta.

La única religión que yo puedo aceptar como auténtica, como válida, es sentir la música de la existencia. Sin escrituras, no necesita tenerlas. Sin estatuas de Dios, porque no cree en ninguna hipótesis. Sin nada que venerar, sólo tener que ser silenciosa; de ese silencio viene la gratitud, la oración, y toda la existencia se vuelve divina.

No existe Dios como persona. Dios se expande por todas partes: en los árboles, en los pájaros, en los animales, en la humanidad, de mil y una formas.

Todo lo que está vivo no es otra cosa que divinidad lista para desplegar sus alas, lista para volar hacia la libertad, la libertad definitiva de la consciencia.

Sí, te amarás a ti mismo y también amarás toda la existencia.

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