sábado, 8 de abril de 2017

¿ES POSIBLE ESTAR CASADO Y SER LIBRE?

Es difícil pero no imposible. Tan sólo se necesita un poco de comprensión; darse cuenta de algunas verdades básicas. Una es que nadie ha nacido para otro. La segunda es que nadie está aquí para satisfacer tus ideales de cómo él debería ser. La tercera es que tú eres el maestro de tu propio amor, y puedes dar tanto como quieras; pero no puedes pedirle amor a la otra persona, nadie es esclavo.

Si se entienden estos tres simples hechos. Entonces qué importa si estáis casados o no, podéis estar juntos; dejándoos espacio el uno al otro, sin interferir nunca en la individualidad del otro.

En primer lugar, vivir bajo una institución no es bueno, todas son destructivas. El matrimonio ha destruido casi todas las posibilidades de felicidad en millones de personas; y todo por cosas banales. En primer lugar el mismísimo ritual de la boda es falso.

Yo trabajaba en una universidad. A uno de mis colegas, un profesor de psicología, su mujer le torturaba continuamente. Es muy difícil encontrar una pareja que no se torture; y curiosamente es la mujer quien tortura al hombre. Hay una larga historia detrás de esto; la mujer aprovecha cada oportunidad para vengarse, porque el hombre la ha reducido a la esclavitud. Todo es inconsciente.

Esa mujer era un verdadero monstruo; solía pegar al pobre hombre. Un día vino y me dijo: “Eres la única persona a quien se lo puedo contar y confiar en que no se lo va a contar a nadie”.

“Te lo prometo” –contesté.
“Mi mujer me pega” -me dijo.
“Eso no es ningún secreto –repliqué yo.

De una u otra forma, todas las mujeres pegan al marido. Puede que no físicamente, pero que te peguen psicológicamente es más peligroso y más lesivo.

Pero no se le puede hacer responsable a la mujer por ello. Durante siglos ha sido torturada, asesinada, golpeada, enterrada viva; y todo eso se ha acumulado en su inconsciente. El hombre más cercano es el marido, así que con cualquier excusa empieza a crear problemas. El marido no quiere que el vecino se entere; y las esposas conocen esta debilidad, armar escándalo es uno de sus métodos: tirar cosas, gritar; para que todo el vecindario se entere. Y el marido tiene que ceder inmediatamente, porque está en tela de juicio su respetabilidad.

Así que le dije al profesor: “No te preocupes; todos vienen y me cuentan lo mismo. Cuando alguien empieza a decirme: “Por favor no se lo cuentes a nadie”, ya sé cuàl es el secreto. Puedo adivinarlo incluso antes de que me lo digan”.

“Pero quiero salir de esta prisión; he vivido en ella demasiado tiempo. Es una tortura las veinticuatro horas al día” –dijo él.

“No veo ningún problema” –contesté yo.
“¿No ves el problema? Pero yo estoy casado con ella –replicó él.
“El matrimonio es un juego de niños. ¿Cómo te casaste?” -dije yo.
“Un sacerdote canturreaba mantras, el fuego ardía… -dijo él (se cree que el fuego es lo divino, la presencia de lo divino. Así que si haces una promesa delante del fuego, no puedes romperla-.) Caminé en círculo siete veces, y el sacerdote ató mi traje al sari de mi esposa. Hicimos la promesa, mientras él recitaba dimos siete vueltas al fuego”.
“¿En la dirección de las manillas del reloj, o…?” -pregunté yo.
“Siempre es en la dirección de las manillas del reloj” -contestó él.
“Entonces no hay ningún problema –comenté yo-. Trae a tu mujer, yo haré de sacerdote; porque lo que fuera que el sacerdote susurrara tú no lo entendiste…”.
“No” –dijo él.
“Perfecto –dije yo-. Yo canturrearé algo que tú no entenderás ni yo tampoco. Me lo inventaré según lo vaya canturreando, y tú darás siete vueltas alrededor del fuego en dirección contraria a las manillas del reloj; entonces yo desataré el nudo que el sacerdote ató, con lo que el matrimonio quedará deshecho”.
“¡Dios mío! –Exclamó él-; ¿pero quién va a traer a mi esposa aquí? Sugieres una solución muy simple, pero tú no la conoces”.
“La conozco –respondí yo-; ¡porque ella vino a verme antes que tú! También ella quisiera acabar con este continuo pelear; tampoco ella lleva una vida feliz. Podéis ser felices ambos o desgraciados ambos; no es posible que uno sea feliz y el otro desgraciado. Así que la convenceré; ella ya está casi dispuesta; tú simplemente ve y dile que te he mandado yo. Y venid con el traje de boda…”.
“¿El traje de boda?” -me contestó sorprendido.
“Sí –afirmé-. Todo el ritual tiene que hacerse en orden inverso”.

El hombre, nunca regresó. Yo tenía que pasar por su casa muchas veces. Llamaba, y él me suplicaba: “Olvídate de lo que te conté. Cuando llegué a casa me llevé tal paliza ¡que olvidé todas las que había recibido antes! En esta vida no hay salida; ahora entiendo por qué los hindúes han inventado las vidas futuras”.

Pero yo le dije: “¿Sabes que cada año, un día en particular, las esposas hindúes ayunan rezan a Dios en el templo para casarse con el mismo marido en la próxima vida?”.

“Eso mismo es verdad; pero nunca he pensado en ello. ¿Cómo podría evitarlo?” –preguntó él.

“Muy sencillo: el mismo día ayuna –respondí yo-. Ve al templo y reza; silenciosamente, para que tú esposa no lo pueda oír. Ella estará rezando para que le sea concedido el mismo marido; tú simplemente di: “Una vida es suficiente. Mi esposa es fenomenal; ahora dásela a otro”.
“Está bien; eso lo puedo hacer” –dijo él.

Tú preguntas: “¿Es posible estar casado y ser libre?”.

Si no te tomas el matrimonio en serio, puedes ser libre. Si te lo tomas en serio, entonces la libertad es imposible. Tómatelo como un juego; es un juego. Ten un poco de sentido del humor, es un papel que representas en el escenario de la vida; pero no es algo que forme parte de la existencia o tenga alguna realidad; es una ficción.

Pero la gente es tan estúpida que hasta toma la ficción por realidad. He visto gente leyendo ficciones con lágrimas en sus ojos, en la ficción las cosas son muy trágicas. Que en los cines se apaguen las luces para que todo el mundo pueda disfrutar de las películas, es una idea muy ingeniosa. Saben perfectamente bien que la pantalla está vacía, que no hay nadie, que tan sólo es una imagen proyectada; y además, ¿qué pensarán los demás? Es algo muy difícil de lograr pero consigue que la gente se olvide de todo.

Y lo mismo ocurre en nuestras vidas. Muchas cosas que son para tomárselas simplemente en broma, nos la tomamos muy en serio; y de esa seriedad surge nuestro problema.

En primer lugar, ¿por qué deberías casarte? Si amas a alguien, vive con alguien; forma parte de tus derechos básicos. Puedes vivir con alguien, puedes amar a alguien.

El matrimonio no es algo que ocurra en el cielo; ocurre aquí, a través de la sociedad y no quieres sentirte solo y separado, ponle claro a tu esposa o a tu marido que este matrimonio es sólo un juego: “Nunca lo tomes en serio”. Yo seguiré siendo tan independiente como antes de la boda, y tú seguirás siendo tan independiente como antes de la boda. Ni yo voy a interferir en tu vida ni tú vas a interferir en la mía; viviremos como dos amigos juntos, compartiendo nuestras alegrías, compartiendo nuestra libertad; pero sin convertirnos en una carga el uno para el otro.

Y en cualquier momento que sintamos que la primavera ha pasado, que la luna de mil ha pasado, seremos lo suficientemente sinceros como para no seguir aparentando, y decirnos que nos hemos amado mucho y que seguiremos estando agradecidos el uno al otro para siempre, y los días de amor continuarán en nuestras memorias, en nuestros sueños, como algo maravilloso; pero la primavera se acabó. Nuestros caminos han llegado a un punto donde, aunque sea triste, tenemos que partir, porque ahora, vivir juntos ya no es una canción de amor.

“Si yo te amo, te dejaré en el momento que vea que mi amor se ha vuelto un sufrimiento para ti. Si tú me amas, me dejarás en el momento que veas que tu amor se está convirtiendo en una prisión para mí”.

El amor es el más elevado valor de la vida.

No debería ser reducido a estúpidos rituales.

Y el amor y la libertad van juntos; no puedes elegir a uno y dejar al otro. Un hombre que conoce la libertad está lleno de amor, y un hombre que conoce el amor siempre está dispuesto a dar libertad. Si no puedes dar libertad a la persona que amas, ¿a quién se la vas a dar? Dar libertad no es otra cosa que confiar.

La libertad es una expresión del amor.

Así que, estés casado o no, recuerda: todos los matrimonios son falsos; son sólo conveniencias sociales. Su propósito no es encarcelaros y ataros el uno al otro; su propósito es ayudaros a crecer el uno al otro. Pero el crecimiento necesita libertad; y en el pasado, todas las culturas han olvidado que sin libertad el amor muere.

Ves un pájaro en el cielo, volando junto al sol, y es algo muy bello. Atraído por su belleza, puedes cazarlo y ponerlo en una jaula de oro. ¿Crees que será el mismo pájaro? Superficialmente, sí; será el mismo pájaro que volaba en el cielo; pero profundamente no será el mismo pájaro, porque ¿dónde está su cielo?, ¿dónde está su libertad?

Esta jaula de oro puede ser valiosa para ti, no lo es para él. Para el pájaro, estar libre en el cielo es lo único que tiene valor en la vida. Y lo mismo es verdad para los seres humanos.

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