sábado, 16 de diciembre de 2017

OBSERVANDO A LA MENTE


No puedes detener la mente, porque no la has puesto a funcionar. No puedes detener lo que no has iniciado. No lo intentes: de lo contrario, simplemente estarás perdiendo tiempo, energía, vida. Puedes simplemente observar, y al observarla se detiene. No es que tú la detengas: al observarla, se detiene. La detención es una función de observar, es una consecuencia de observar.

No es que tú la detengas; no hay manera de detener la mente. Si tratas de detenerla, irá más de prisa; si tratas de pararla, luchará contra ti y te creará mil y un problemas. Nunca trates de detenerla.

Esta es la verdad: tú no la has puesto a funcionar; por lo tanto, ¿quién eres tú para detenerla? Ha llegado a través de tu inconsciencia; se irá a través de tu consciencia.

No tienes que hacer nada para detenerla, excepto volverte más y más alerta. Incluso el querer detener la mente será una barrera, porque dices: "De acuerdo; ahora trataré de estar consciente, y así podré detenerla". Entonces yerras el punto. Entonces, ni siquiera tu consciencia será de mucha ayuda, porque la misma idea está nuevamente presente: cómo pararla. Después de unos días de esfuerzo vano vano porque la idea está allí, de modo que no ocurrirá vendrás a mí y dirás: "He estado tratando de estar consciente, pero la mente no se detiene".

No puede ser detenida; no existe método para hacerlo. ¡Pero se detiene! No es que tú la detengas; se detiene por sí sola. Tú simplemente observa. Observando, retiras la energía que la ayuda a correr. Observando, la energía se invierte en la observación, y el pensamiento se debilita automáticamente más y más. Los pensamientos están ahí pero se vuelven impotentes, porque la energía no está para ellos. Girarán a tu alrededor, medio muertos, pero poco a poco irá llegando más y más energía a la consciencia. De repente, un día, la energía ya no va a los pensamientos. Estos han desaparecido. No pueden existir sin tu energía. Así que por favor olvídate de pararlos. Eso no es asunto tuyo.

Tal como tu corazón late constantemente, tu mente está pensando constantemente; tal como tu cuerpo está respirando constantemente, tu mente está pensando constantemente; tal como tu sangre está circulando constantemente y tu estómago digiere continuamente, la mente piensa todo el tiempo. No hay problema en ello; es simple. Pero no estás identificado con la circulación de la sangre; no piensas que tú estás circulando. De hecho, ni siquiera estás consciente de que la sangre circula; sigue circulando, no tienes nada que ver en ello. El corazón sigue latiendo; no piensas que tú estás latiendo.

Con la mente, el problema surge porque piensas que tú estás pensando; la mente se ha transformado en el foco de la identidad. Simplemente, esa identidad debe romperse. No es que cuando la mente se ha detenido, no volverá a pensar nunca más, no. Pensará solamente cuando sea necesario; y no pensará cuando no sea necesario. El pensamiento estará ahí, pero ahora será natural: una respuesta, una actividad espontánea, no una obsesión.

Por ejemplo, comes cuando tienes hambre. Pero te puedes obsesionar y puedes estar comiendo el día entero. Y entonces te volverás loco; te estarás suicidando. Caminas cuando quieres caminar. Cuando quieres ir a alguna parte, mueves tus piernas. Pero si sigues moviendo tus piernas cuando estás sentado en una silla, la gente pensará que estás loco y que algo hay que hacer para detenerte. Si preguntas cómo hacer que tus piernas dejen de moverse y alguien te dice: "Detenlas agarrándolas con tus manos. ¡Fuérzalas!", tu problema será aún más grave. Las piernas se están moviendo y ahora las manos también están ocupadas, y todos tus esfuerzos están invertidos en detenerlas. Tu energía está luchando contra sí misma.

Te has identificado con la mente, eso es todo. Es natural, porque la mente está muy cerca de ti y es mucho lo que tienes que usarla. Uno está constantemente en la mente.

Tú sólo eres el conductor de la mente. Es un mecanismo a tu alrededor, tu conciencia la utiliza. Pero nunca has salido fuera de tu cabeza. Por eso, insisto: sal un poco fuera de la cabeza, ve al corazón. Desde el corazón tendrás una mejor perspectiva de que la mente está separada de ti. O bien, trata de salir del cuerpo. Eso también es posible. Fuera del cuerpo estarás totalmente fuera de la mente. Te será posible ver que no eres ni el cuerpo ni el corazón ni la mente; tú estás separado.

Ahora mismo, sigue recordando sólo una cosa: que estás separado. De todo lo que te rodea, estás separado. El que conoce no es lo conocido. Sigue sintiéndolo más y más, de modo que llegue a ser una cristalización sustancial dentro de ti el saber que el que conoce no es lo conocido. Tú conoces el pensamiento, ves el pensamiento ¿cómo puedes ser el pensamiento? Tú conoces la mente, ¿cómo puedes ser la mente? Sólo aléjate; necesitas un poco de distancia. Un día, cuando estés realmente alejado, el pensamiento cesa. Ahora podrás pensar cuando quiera que necesites hacerlo.

La mente no ha perdido su capacidad de funcionar. Y en realidad, ahora su capacidad para funcionar y para hacerlo adecuadamente es mayor. Dado que no está funcionando constantemente, acumula energía; se vuelve màs clara. Por lo tanto, “cuando la mente se detiene" no quiere decir que no te sea posible volver a pensar. En realidad, sólo después de eso te será posible pensar por primera vez. El estar comprometido a propósito en pensamientos irrelevantes no es pensar. Es una cosa insana. Estar claro, limpio, inocente, es estar en el sendero adecuado para pensar.

Entonces, cuando un problema surge, no estás confuso; no miras el problema a través de prejuicios. Lo miras directamente, y en esa mirada directa el problema empieza a derretirse. Si el problema es un problema, se disolverá y desaparecerá. Si el problema no es un problema sino que es un misterio se disolverá y profundizará. Entonces te será posible ver en qué consiste un problema.

Un problema es algo que se puede resolver con la mente; un misterio es algo que no se puede resolver con la mente. Un misterio tiene que ser vivido; un problema debe ser resuelto. Pero cuando estás demasiado involucrado en tus pensamientos, no puedes distinguir entre un misterio y un problema. A veces confundes un misterio con un problema. Entonces luchas toda tu vida, y éste nunca se resuelve. Y otras veces confundes un problema con un misterio y esperas tontamente: podría haberse resuelto.

Es necesaria una claridad, una perspectiva. Cuando el pensamiento esta constante charla interior se detiene, y llegas a estar alerta y consciente te es posible ver las cosas como son, te es posible encontrar soluciones también serás capaz de saber qué es un misterio. Y cuando llegas a sentir que algo es un misterio, sientes reverencia, sientes temor reverente.

Esa es la cualidad religiosa del ser. Sentir reverencia es ser religioso; sentir temor reverente es ser religioso. Estar tan profundamente maravillado que eres nuevamente un niño es entrar en el reino de Dios.

No hay comentarios:

Buscar este blog