domingo, 4 de marzo de 2018

NEGARSE A SI MISMO


Y dijo Jesùs: “ Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome cada día su cruz a cuestas, y sígame.”

“Si alguno quiere venir en pos de mí..” Si has decidido venir en pos de mí, entonces esto es lo que tienes que hacer. Esta es la disciplina, la única disciplina que Jesús dijo: niégate a tí mismo.

Cuando llegas ante un hombre como Jesús, tienes que tirar tus propias ideas y tu ego. Tienes que abandonar totalmente tus propias decisiones, porque solamente si tiras tus ideas, tus decisiones, tu ego, puede Jesús penetrar dentro de ti. Al poco tiempo, no necesitarás a Jesús una vez que has tirado tu ego, las cosas empezarán a pasarte por sí solas pero como primer paso: niégate a tí mismo.

Y la segunda cosa: “…y tome cada día su cruz a cuestas..”. Una vida con Jesús es una vida momento a momento. No es un planeamiento del futuro. No hay plan; es algo espontáneo. Uno tiene que vivir momento a momento y tomar cada día su cruz a cuestas.

¿Y por qué una cruz?, porque entregarse equivale a morir. ¿Y por qué una cruz?, porque entregarse es dolor, es sufrimiento. Todo tu ego sufrirá y arderá. Tus ideas, tu pasado, tu personalidad, estarán ardiendo continuamente. De ahí la cruz. La cruz es un símbolo de muerte y hasta que mueras, nada es posible; antes de que mueras, la resurrección no será posible.

“…niéguese a sí mismo, y tome cada día su cruz a cuestas..”. Esto tiene que hacerse cada mañana, diariamente. No puedes pensar que: "Sí, me he entregado una vez. Ya se acabó". No es tan fácil. Tendrás que entregarte un millón de veces. Tendrás que entregarte a cada momento, porque la mente es muy astuta. Tratará de recuperarte. Si piensas que te has entregado una vez y que con ello has liquidado el asunto, la mente te envolverá de nuevo. Tiene que hacerse a cada momento hasta que estés totalmente muerto y una nueva entidad haya surgido, hasta que un nuevo hombre haya nacido en tu interior, hasta que no tengas continuidad con el pasado: cuando haya ocurrido una ruptura.

Lo sabrás, porque no te reconocerás a ti mismo. ¿Quién eres? No te será posible ver en qué forma estabas conectado con el pasado. Reconocerás sólo una cosa: que ha surgido un repentino intervalo. La línea se ha roto, el pasado ha desaparecido, y algo nuevo, que no tiene nada que ver con el pasado, que no está conectado con él en absoluto, ha entrado en ti. El hombre religioso no es un hombre modificado, el hombre religioso no es un hombre con un nuevo decorado. El hombre religioso no guarda ninguna relación con el pasado. Es absolutamente nuevo.

Tambièn dijo: “…Pues quien quisiera poner a salvo su vida, la perderá; mas quien perdiera su vida por mí, la salvará.”

Piérdela y la tendrás; aférrate a ella y la perderás. Parece paradójico, pero es una simple verdad. La semilla muere en la tierra, y se transforma en un gran árbol. Pero la semilla puede aferrarse a su propio ser, protegerse y defenderse a sí misma, porque para la semilla lo que viene aparece como la muerte. A la semilla nunca le será posible ver la planta; por lo tanto, es una muerte.

Nunca podrás ver al hombre del que estoy hablando; por lo tanto, es una muerte perfecta. Ni siquiera te puedes imaginar a ese hombre, porque si te lo imaginas, éste será un continuo de lo que eres ahora. No puedes tener esperanzas respecto a ese hombre, porque si son tus esperanzas, entonces tus esperanzas serán el puente . No, estás en total oscuridad respecto a ese nuevo hombre: por eso, la confianza es necesaria.

No puedo probártelo, no puedo discutir respecto a eso, porque mientras más discuta acerca de eso y trate de probarlo, más imposible te resultará. Si llegas a estar convencido, la barrera será perfecta, porque tu convicción será tu convicción y lo nuevo llegará solamente cuando tú te hayas ido totalmente. Todas tus convicciones, ideologías, argumentos, pruebas, se han ido y sólo se ha quedado la ausencia. Y en esa ausencia, los cielos se abren y el espíritu de Dios desciende como una paloma y se posa sobre ti.

“…màs quien perdiera su vida por mí, la salvará.”

¿Por qué Jesús insiste en: “por mí”? Mira bien el problema: si vas a morir completamente y un nuevo hombre va a surgir sólo cuando tú ya no estés ... ¿quién será el puente entre lo que eres ahora y lo que vendrá? ¿Quién será el puente? Tú no puedes ser el puente; de lo contrario, el nuevo no será nuevo: será sólo una modificación de lo viejo.

El Maestro se transforma en el puente. Êl dice: "Muere silenciosamente. Estoy aquí para cuidar de ti. Entra en la muerte; me ocuparé de que lo nuevo pueda surgir. No te preocupes, relájate ... por mi.

Es por ese motivo que la verdadera religión nunca se convertirá en filosofía, nunca se transformará en una teología. Nunca estará basada en argumentos; no puede estarlo. Su misma naturaleza lo prohíbe. Seguirá siendo una confianza. Si confías en mí, puedes morir fácilmente, sin miedo. Sabes que estoy ahí. Me amas y sabes que te amo; por lo tanto, ¿de qué tener miedo?

Sucedió una vez: un joven, recién casado, estaba pasando su luna de miel. Era un Samurai, un guerrero japonés. Se dirigían hacia una isla en un bote, cuando de repente vino una tormenta. El bote era pequeño y la tormenta tremendamente violenta, así que era muy probable que se ahogaran.

La esposa se asustó muchísimo. Empezó a temblar. Miró al Samurai, su marido, pero éste estaba sentado en silencio. Era como si nada estuviera pasando. ¡Y estaban al borde de la muerte! En cualquier momento el barco se hundiría.

La mujer dijo: "¿Qué estás haciendo? ¿Por qué estás sentado como una estatua?".

El Samurai desenvainó su espada, la esposa no lo podía creer: ¿qué es lo que estaba haciendo? y puso la espada desnuda cerca de la garganta de su mujer.

Ella empezó a reír, y él dijo: "¿Por qué te ríes? La espada está tan cerca de tu garganta ... sólo un pequeño movimiento y tu cabeza caerá".

La mujer le dijo: Pero está en tus manos; por lo tanto, no hay problema. La espada es peligrosa, pero está en tus manos".

El samurai volvió a poner la espada en su sitio y dijo: "La tormenta está en las manos de mi Dios. La tormenta es peligrosa, pero está en manos de alguien que amo y que me ama. Por ese motivo, no tengo miedo".

Cuando la espada está en las manos de tu Maestro y él va a matarte ... sólo si confías en él morirás en paz, con amor, lleno de gracia. Y de esa gracia ... y de esa paz ... y de ese amor ... crearás la posibilidad de que lo nuevo pueda llegar. Si mueres con miedo, lo nuevo no llegará. Simplemente morirás. Por eso, Jesús dice: “por mí”, deja que yo sea el puente.

Y continuò Jesùs diciendo: “… Pues ¿qué provecho saca el hombre obteniendo el mundo entero, si se pierde o perjudica a sí mismo?”

Y recuerda, puedes adueñarte del mundo entero y perderte a ti mismo, tal como la gente lo está haciendo en todo el mundo, a través de los tiempos: obteniendo el mundo y perdiéndose a sí mismos. Entonces, un día, repentinamente descubren que todo lo que han ganado no es suyo. Vienen con las manos vacías; con las manos vacías se van. Nada les pertenece. Entonces la angustia se posesiona de ellos.

La única manera de ser realmente inteligente en el mundo es ganarse primero a sí mismo. Aunque vayas a perder el mundo entero, vale la pena. Si obtienes tu propio ser, tu propia alma, tu centro más interno, y pierdes el mundo entero, vale la pena.

Para obtener ese centro más interno, no sólo tendrás que perder el mundo, tendrás que perder el concepto de ti mismo, porque ésa es la barrera más interna: el ego. El ego es una falsa identidad. Sin saber quién eres, sigues pensando que eres alguien. Ese alguien, la falsa identidad, es el ego. Y a menos que lo falso se vaya, lo verdadero no puede entrar.

Deja que lo falso se vaya y lo verdadero estará cerca. Arrepiéntete, retorna, responde; el reino de Dios está a tu alcance.

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