sábado, 10 de marzo de 2018

LA INFELICIDAD


Sigo diciendo que sean felices, y cuanto más digo: "Sean felices", más conscientes se vuelven de su infelicidad. Si no les digo que sean felices, nunca alcanzarán la cima del dolor y la angustia.

Cuanto más me escuchen, más angustia verán surgir. Esa es la única manera de hacerles infelices, forzarles constantemente: ¡sean felices! No pueden serlo; por lo tanto, sienten la infelicidad a su alrededor. Incluso lo que solían creer que era felicidad: hasta eso desaparece, y se sienten absolutamente desesperados. Hasta la felicidad momentánea desaparece, y el desierto llega a ser total. Todas las esperanzas y todos los oasis desaparecen.

Pero ahí es donde el salto ocurre. Cuando eres realmente infeliz, totalmente infeliz, sin siquiera un rayo de esperanza, de pronto tiras por la borda toda la infelicidad. ¿Por qué? ¿porqué sucede esto? Sucede porque la infelicidad no se aferra a ti; tú te aferras a la infelicidad. Una vez que sientes su angustia en forma total, la tiras; no hay nadie más que la lleve por ti.

Pero nunca la has sentido tan intensamente; siempre te has mantenido a medio camino. Te sientes un poco desgraciado, pero siempre hay una esperanza para el futuro: "La felicidad vendrá mañana. Un pequeño desierto, pero el oasis está cerca". A través de esta esperanza, te mantienes.

La infelicidad permanece a través de tu esperanza. Todo mi esfuerzo consiste en matar la esperanza, en dejarte en una oscuridad tan total que ya no puedas permitir ningún otro sueño.

Una vez que esta intensidad alcanza los cien grados, te evaporas. Entonces ya no puedes aguantarla más; de pronto, como sea que la llames: infelicidad, ego, ignorancia, inconsciencia, o lo que tengas: como quieras llamarlo se derrumba.

Te contaré una historia.

Sucedió: Un granjero tenía un carnero con pedigrí. Era un hermoso animal; pero a veces se volvía loco, y el pastor que le cuidaba estaba muy preocupado. Siempre quería deshacerse de él, pero el granjero le tenía mucho aprecio.

Un día llegó a ser demasiado para el pastor, y entonces dijo: "Ahora elija: o el carnero o yo. Renuncio... o bien, este carnero se va. Es un animal loco y crea problemas todo el tiempo. Se pone tan furioso y tan peligroso que a veces uno siente que va a matar".

El granjero tenía ahora que tomar una decisión, así que preguntó a sus amigos qué podía hacer. En ningún caso quería que el carnero fuera vendido. Sugirieron a un psicólogo de animales.

Vino el psicólogo. El granjero estaba escéptico, pero quería hacer lo posible para salvar al carnero. El psicólogo se quedó cuatro días. Miró, observó, tomó notas, analizó; entonces dijo: "No habrá problema. Anda al mercado, adquiere un gramófono y traes discos de Beethoven, Mozart, Wagner: música clásica.

Cada vez que el carnero se vuelva loco, furioso, pon un disco clásico. Tócalo y eso le calmará; quedará completamente tranquilo".

El granjero no podía creer que todo pudiera arreglarse así; pero había que probar, así que lo hizo. ¡Resultó! El carnero se silenciaba y tranquilizaba de inmediato.

Durante un año no hubo problemas. Un día, el pastor llegó de pronto corriendo, y dijo: "Algo ha ido mal, no sé qué. ¡El carnero se ha matado! Como de costumbre, viendo que se ponía furioso de nuevo, le puse un disco. Pero se puso aún peor. Entonces se volvió totalmente loco y simplemente embistió contra la pared. Se rompió el cuello y murió".

El granjero fue allí. El carnero yacía muerto cerca de la pared. Entonces miró al gramófono para ver qué disco era el que estaba puesto. Había habido una terrible equivocación: no era un disco de música clásica, sino uno de Frank Sinatra... cantando. "Nunca habrá otro como tú". Eso produjo el problema.

"Nunca habrá otro como tú", el ego es el que causa toda locura, infelicidad, sufrimiento. Esa va a ser la causa de tu muerte, eso va a ser lo que te romperá el cuello.

Puedes soportarlo si no le das toda su intensidad. Todo mi esfuerzo está en llevarte a una cima en donde no puedas aguantarlo. O lo tiras o te tiras a ti mismo. Y siempre que surge esa elección, que tienes que tirar tu sufrimiento o tirarte a ti mismo, tirarás el sufrimiento.

Y con el sufrimiento: el ego, la ignorancia, la inconsciencia, todas ellas desaparecen. Son diferentes nombres del mismo fenómeno.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El carnero nunca fue curado de su locura, solo era distraído por la música clásica.
Asimismo la sociedad nos pone a bailar al son que nos toca y nos distrae de nuestra locura, así nos esclaviza por medio de la religión, la filosofía, la educación, el arte, la ciencia, la economía y el trabajo deshumanizante de las corporaciones.

Anónimo dijo...

El carnero nunca fue curado de su locura, solo era distraído por la música clásica.
Asimismo la sociedad nos pone a bailar al son que nos toca y nos distrae de nuestra locura, así nos esclaviza por medio de la religión, la filosofía, la educación, el arte, la ciencia, la economía y el trabajo deshumanizante de las corporaciones.

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