sábado, 28 de abril de 2018

EL SER HUMANO, UN SER EXTRAÑO


Jesús dice:

Los zorros tienen madrigueras, y las aves del cielo, nidos; mas el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza.

El hombre es un extraño. Por eso creamos la ficción de que estamos en casa, que no somos extraños. El hogar es una ficción: creamos una unión con la gente; creamos comunidades, naciones, familias, de modo de no estar solos, para poder sentir que los demás están cerca, alguien que nos es familiar, alguien que conocemos, tu madre, tu padre, tu hermano, tu hermana, tu esposa, tu marido, tus hijos: alguien que es conocido, familiar.

Pero... ¿has pensado alguna vez en ello? ¿Conoces realmente a tu esposa? ¿Existe realmente una forma de conocer a la esposa, al marido o al hijo? Un niño nace de ti. ¿ Le conoces, sabes quién es?

Pero nunca preguntas cosas tan inquietantes. De inmediato le pones un nombre, para saber quién es. Sin un nombre creará problemas; sin nombre, el niño se moverá por la casa y cuando te lo encuentres, lo desconocido te estará mirando.

Para olvidar que ha llegado un extraño, le etiquetas; le adscribes un nombre. Después, empiezas a controlar su carácter, qué es lo que debe hacer, qué es lo que no debe hacer, de modo que sepas, de modo que puedas predecir sus actos. Esa es una forma de crear falsa familiaridad. El niño sigue siendo un desconocido; todo lo que hagas estará en la superficie: en el fondo, él es un extraño.

Hay momentos, algunos momentos excepcionales, en los que de pronto tomas consciencia de esto. Sentado al lado de tu amada, de pronto tomas consciencia de que estás muy lejos. Miras el rostro de tu amor y súbitamente no puedes reconocer quién es él o ella. Pero de inmediato te olvidas de esos momentos; comienzas a hablar, dices algo, empiezas a planear, empiezas a pensar.

Es por ese motivo que la gente no se sienta en silencio: porque el silencio crea una inquietud. En silencio, la ficción de la familiaridad se rompe.

Si un visitante llega a tu casa y tú no dices nada, simplemente te sientas en silencio, se pondrá furioso, se enfadará mucho. Si te quedas sentado, sólo mirándole, no le gustará nada. Dirá: "¿Qué estás haciendo? ¿Te pasa algo? ¡Di algo! ¿Te has quedado mudo? ¿Por qué te quedas callado? ¡Habla!".

Hablar es una manera de rehuir, de rehuir el hecho de que somos desconocidos el uno para el otro. Cuando alguien empieza a hablar, todo está bien. Es por eso que te sientes un poco incómodo con los extranjeros, porque no pueden hablar la misma lengua.

Si tienes que estar con un extranjero en la misma habitación y no puedes entenderte con él, te va a resultar muy difícil. El te recordará continuamente que "Somos extraños". Y cuando tienes la sensación de que alguien es un extraño, de inmediato sientes peligro. ¿Quién sabe lo que hará? ¿Quién sabe si de repente va a saltarte encima en medio de la noche y te va a cortar el cuello? ¡Es un extraño!

Es por ese motivo que los extranjeros siempre resultan sospechosos. En realidad, no hay nada de qué sospechar, todo el mundo es extranjero en todas partes. Hasta en tu propia tierra eres un extranjero; sin embargo, allí la ilusión está establecida: hablas la misma lengua, crees en la misma religión, vas a la misma iglesia, crees en el mismo partido, crees en la misma bandera, familiaridad. Por lo tanto, crees que se conocen unos a otros. Estos son sólo trucos.

Jesús dice: "El Hijo del hombre no tiene hogar".

Jesús usa dos palabras una y otra vez para referirse a sí mismo: algunas veces usa "el hijo de Dios" y otras, "el hijo del hombre". Usa "el hijo de Dios" más raramente; "el hijo del hombre", con más frecuencia. Esto ha constituido un problema para la teología Cristiana. Si él es el hijo de Dios, ¿por qué dice "el hijo del hombre"?

Aquellos que están en contra de Cristo, dicen: "Si es el hijo del hombre, ¿por qué insiste en que también es el hijo de Dios? No puedes ser ambos. Si eres el hijo del hombre, todo el mundo es hijo del hombre. Pero si eres el hijo de Dios, ¿por qué usar la otra expresión?".

Pero Jesús insiste en ambas, porque es ambos. Y yo te digo, todo el mundo es ambos. Por un lado, hijo del hombre; por otro lado, hijo de Dios. Naces del hombre, pero no naces sólo para ser hombre. Naces del hombre, pero naces para ser un dios.

La humanidad es tu forma; la divinidad es tu ser. La humanidad son tus ropas; la divinidad es tu alma. Jesús usa ambas expresiones. Siempre que dice: "hijo del hombre", quiere decir "Estoy unido a ti. Soy igual que tú y más. Soy tal como tú y más". Para indicar ese más, a veces dice "el hijo de Dios". Pero raramente lo usa, rara vez, porque muy poca gente podrá entenderlo.

Cuando dice "el hijo del hombre", no está diciendo algo sólo acerca de sí mismo. Observa esta frase: está diciendo algo acerca de todos los hombres, que el hombre esencial no tiene hogar. Si crees que tienes raíces, si crees que tienes un hogar, estás por debajo de lo humano, puede que pertenezcas a los animales.

Los zorros tienen madrigueras, los pájaros tienen nidos... mas el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza.

Si crees que tienes raíces, y que este mundo es tu hogar, debes estar viviendo por debajo de lo humano, porque cualquiera que es realmente humano inmediatamente se da cuenta de que ésta no puede ser la vida. Puede ser una transición, un viaje, pero ésta no puede ser la meta. Y la búsqueda comienza cuando sientes que no tienes un hogar en este mundo.

sábado, 21 de abril de 2018

EL ESCEPTICISMO


Cuando Jesùs dijo: “Ven, sìgueme”, fue exactamente lo que dice: "Ven, sígueme".

¿Hay profundo escepticismo dentro de ti? Esa es la pregunta que hay que formular. En todo el mundo predomina un profundo escepticismo; ¿quién eres tú para preocuparte por todo el mundo? Esta es una manera de rehuir el problema real. El escepticismo está en lo profundo de ti, en tu interior: el gusanillo de la duda está ahí en tu corazón, pero lo proyectas; lo ves en la pantalla del mundo entero.

"El mundo es escéptico ¿cuál es la salida?". Ahora estás trasladando el problema. Mira dentro de ti mismo. Si hay duda, entonces descúbrela. Así podrás hacer algo. El mundo no te escuchará, y no es necesario que lo haga, pues si están felices con su escepticismo, tienen derecho a estar felices con su escepticismo. ¿Quién eres tú?

Nunca trates de pensar como un misionero: éstos son la gente más peligrosa. Siempre quieren salvar al mundo; y si el mundo no quiere ser salvado, aún así lo intentan. Dicen: "Aunque no te guste, nosotros te salvaremos".

Pero, ¿por qué molestarse? Si alguien es feliz comiendo, bebiendo, disfrutando de la vida y no está en forma alguna interesado en Dios, ¿para qué forzarle? ¿Quién eres tú? Deja que llegue a su propia comprensión. Algún día ocurrirá.

Pero la gente está muy preocupada: ¿cómo salvar a los demás? ¡Sálvate a ti mismo! Si puedes, sálvate a ti mismo porque ésa es también una tarea difícil, casi imposible.

Este es un truco de la mente: el problema está adentro y lo proyecta hacia afuera. Entonces, dejas de preocuparte por ello, no te preocupas de tu propia angustia. Así, te interesas por el mundo entero, y de esta manera puedes postergar tu propia transformación.

Insisto una y otra vez en que deberías interesarte por ti mismo. No estoy aquí para entrenar misioneros. Los misioneros son la gente más dañina. Nunca seas un misionero; es un trabajo muy sucio. No trates de cambiar a nadie. Sólo cámbiate a ti mismo.

Y sucede. Cuando tú cambias, muchos vienen a compartir tu luz contigo. Comparte, pero no trates de salvar. Muchos se salvarán de esta manera. Si tratas de salvarlos, puede que les hundas antes de lo que se hubiesen hundido ellos por sí solos.

No trates de imponer a Dios sobre nadie. Si dudan, está perfectamente bien. Si Dios les permite que duden, debe haber alguna razón en ello. Lo necesitan: ése es su entrenamiento; todo el mundo tiene que pasar por eso.

El mundo siempre ha sido escéptico. ¿Cuánta gente estuvo cerca de Buda? No todo el mundo. ¿Cuánta gente estuvo cerca de Jesús? No todo el mundo, sólo una pequeña minoría: puedes contarles con los dedos. Estas cosas nunca le importaron a todo el mundo.

Y nadie tiene autoridad para forzar nada sobre nadie. ¡Ni siquiera sobre tu propio hijo! ¡Ni siquiera sobre tu propia esposa! Guarda para ti mismo lo que tú crees que es la meta de tu vida. Nunca la fuerces sobre nadie. Eso es violencia, violencia absoluta.

Si quieres meditar, medita. Pero esto es un problema; si el marido quiere meditar, trata de forzar a su esposa también. Si la esposa no quiere meditar, ella fuerza al marido a no hacerlo. ¿No pueden acaso dejar a la gente con sus propias almas? ¿No les pueden permitir que sigan su propio camino?

Esto es lo que yo llamo actitud religiosa: permitir la libertad. Un hombre religioso siempre dejará en libertad a los demás. Aunque quieras ser un ateo, un creyente te lo va a permitir. Ese es tu camino, perfectamente adecuado para ti. Atraviesas ese camino: todos los que han llegado a Dios han llegado a través del ateísmo. El desierto del ateísmo debe ser cruzado: forma parte del crecimiento.

El mundo siempre permanecerá escéptico. Sólo unos pocos llegan a confiar. Date prisa, para que tú puedas llegar a confiar.




sábado, 14 de abril de 2018

VIVIR AHORA


Hubo una vez un hombre que poseía una gran laguna. Un pequeño nenúfar estaba creciendo en ella. El hombre estaba muy contento; siempre le habían gustado las flores blancas de los nenúfares. Pero después se empezó a preocupar, pues la planta doblaba en tamaño todos los días; tarde o temprano cubriría todo el estanque. Tenía truchas en el estanque, y le encantaba comer esas truchas. Cuando el estanque estuviera cubierto por los nenúfares, toda vida desparecería de él, incluso las truchas.

No quería cortar las plantas ni quería que las truchas desaparecieran: estaba en un dilema. Fue a ver a un experto. El experto calculó y dijo: "No te preocupes. El nenúfar tardará mil días en cubrir todo el estanque. La planta es muy pequeña y el estanque es muy grande; por lo tanto, no hay de qué preocuparse". El experto sugirió entonces una solución que parecía totalmente acertada. Dijo: "Espera; corta la planta cuando la mitad del estanque esté cubierto por los nenúfares. Mantenlo siempre medio cubierto, para que puedas disfrutar de las flores blancas y tus truchas no estén en peligro. Mitad y mitad: la mitad del estanque para los nenúfares, la mitad para las truchas".

La solución parecía totalmente correcta, y mil días parecía un lapso de tiempo suficiente, así que no había motivo para preocuparse. El hombre se relajó. Dijo: "Cuando el estanque esté medio cubierto, entonces cortaré los nenúfares".

La mitad del estanque quedó cubierta, pero esto ocurrió en el día novecientos noventa y nueve. Normalmente, podría haberse pensado que iba a estar medio cubierto a los quinientos días, pero no fue así, la planta solía doblarse en tamaño todos los días; así que la mitad del estanque estaría cubierta en el día novecientos noventa y nueve, y sólo quedaría un día. Pero entonces no habría tiempo suficiente para cortar la planta o mantenerla en la mitad.

Y sucedió. En el día novecientos noventa y nueve la mitad del estanque estuvo cubierto, y el hombre que no se sentía muy bien, porque estaba algo enfermo, dijo: "No hay prisa. He esperado novecientos noventa y nueve, días y no hubo problema. Ahora sólo se trata de un día más. En un día más lo haré".

A la mañana siguiente todo el estanque estaba cubierto, y todas las truchas estaban muertas.

Este es el enigma de la vida. Es un dilema: uno tiene que elegir. Si sigues acumulando cosas y posesiones, la planta duplica su tamaño en el estanque. Todos los días tus cosas aumentan y tu vida se sofoca. La vida parece demasiado larga, setenta años, ochenta años. No hay prisa. La gente piensa: "Cambiaré cuando llegue a la mitad".

La gente siempre deja la religión para cuando son viejos. La gente dice una y otra vez que la religión es para los viejos. Ve a las iglesias, a los templos, y encontrarás gente vieja, a punto de morirse. Tienen un pie en la tumba: el día novecientos noventa y nueve. A la mañana siguiente la vida va a estar sofocada. Entonces empiezan a rezar, entonces empiezan a meditar, entonces empiezan a reflexionar en lo que es la vida ¿cuál es el significado de la existencia? Pero ya es demasiado tarde.

La religión requiere de una profunda urgencia. Si la postergas, nunca llegarás a ser religioso. Es algo que debe hacerse ahora mismo. En este momento ya es tarde, ya has perdido demasiado tiempo y lo has perdido en cosas fútiles, lo has perdido en cosas que te van a ser arrebatadas.

Por todas estas cosas tendrás que pagar con la vida. Pierdes tu vida por todo lo que posees. No es barato, es muy costoso. Llega el día en que ya tienes muchas posesiones, pero tú ya no estás ahí. Las cosas están allí; el dueño, muerto. Grandes montones de cosas... pero el que quería vivir con ellas ya no está.

La gente se prepara y se prepara para la vida y mueren antes de que su preparación se complete. La gente se prepara y nunca vive. Ser religioso es vivir la vida, no prepararse para ella. Estás haciendo una cosa muy absurda: tus ensayos siguen y siguen, y el verdadero drama nunca empieza.

He oído acerca de una pequeña compañía dramática. Estaban ensayando. La obra se postergaba todos los días, pues los ensayos nunca se completaban. Un día la heroína no se presentaba, otro día otro actor no estaba, un día otra cosa ocurrió, falló la electricidad o algo así y se siguió postergando. Pero el Director estaba al menos satisfecho respecto a una cosa: el héroe de la pieza teatral siempre había estado presente, nunca había faltado.

Felicitó al héroe el último día de los ensayos. Le dijo: "Eres la única persona en la que puedo confiar. Todos los demás no son confiables. Eres el único que nunca ha faltado. Verano o invierno, calor o frío, siempre has estado aquí". ,

El héroe respondió: "Quisiera decirle algo. Me voy a casar el día del estreno de la obra, así que pensé que al menos asistiría a los ensayos. No estaré aquí ese día, es por eso que nunca he faltado".

Para que lo sepas: cuando la obra vaya a estrenarse, no estarás aquí. Sólo los ensayos; preparación y más preparación.

Poseer cosas es simplemente la preparación para la vida, arreglar las cosas para poder vivir. Pero para vivir, no hay que arreglar nada; ya todo está dispuesto.

Todo está absolutamente dispuesto; sólo hace falta que tú participes. No falta nada. Esto es lo que yo llamo actitud religiosa: esta urgencia de que tienes que vivir ahora, que no hay otra manera de vivir. La única manera de vivir y de ser es ahora, y aquí se encuentra el único hogar. Allí y entonces son ilusiones, espejismos... Cuidado con ellos.

sábado, 7 de abril de 2018

FORASTEROS EN LA TIERRA


Dice el evangelio:
“Y ocurrió que, mientras iban en camino, cierto hombre le dijo: Señor, te seguiré a donde quiera que vayas”.

Cuando te cruzas con un hombre como Jesús o Buda, algo explota de improviso. Tienen un magnetismo, una presencia, que te atrae, que te rodea, que te invoca, que te invita, que se transforma en una profunda llamada en el corazón de los corazones. Simplemente, te olvidas de ti mismo, olvidas tu forma de vida. En presencia de un Jesús, estás casi ausente. Su presencia es tan potente que por un momento te quedas deslumbrado, por un momento no sabes lo que estás diciendo, por un momento pronuncias cosas que nunca quisiste decir, como si estuvieras hipnotizado.

Es una hipnosis. No es que Jesús te esté hipnotizando, su misma presencia se transforma en una concentración de tu ser. Se convierte en una atracción tan profunda que el mundo entero queda olvidado. Ibas a algún sitio a hacer algo, pero lo has olvidado. Venías de alguna parte, pero lo has olvidado. Repentinamente, en su presencia, el pasado y el futuro desaparecen. De pronto te encuentras aquí y ahora, y un mundo diferente se abre: se revela una nueva dimensión.

Este hombre no sabìa lo que estaba diciendo. Fue un impulso del momento. Al cabo de un rato se arrepentirá, al cabo de un rato empezará a mirar atrás, después de un rato empezará a reflexionar acerca de lo que ha hecho.

Este hombre: el evangelio no menciona su nombre, a propósito. Simplemente dice: cierto hombre, porque no se refiere a un hombre en particular. No se trata de un hombre en particular: cierto hombre. Cada hombre está implicado en ello.

Mucha gente se encontrará con Jesús en el camino, y es siempre en camino. Eso también debe ser entendido.

Jesús siempre se está moviendo. Ese es el significado: que siempre está en camino. No es que se esté moviendo continuamente, que nunca descanse; el significado de “en camino” es que Jesús es un río. Puede que lo sepas o puede que no lo sepas, pero el río está fluyendo. El río es un flujo; imaginarse un río que no fluye es imposible, porque no será un río. Un Jesús es un flujo, un torrente tremendo. Siempre está en camino, siempre se está moviendo.

Tú viniste a mí ayer, pero yo ya no estoy allí. Esa tierra ya se ha perdido en el pasado, esas riberas ya no están en ninguna parte. Puede que las lleves en tu memoria, pero el río se ha movido. Y si llevas el pasado en tu memoria, no te será posible ver al río; dónde exactamente está ahora, en este momento.

“Y ocurrió que, mientras iban en camino..”. Jesús es un vagabundo, porque una vez que tu consciencia se ha liberado, cuando tu consciencia ha entrado en lo eterno, va a ser un eterno vagabundeo. Entonces tu hogar es lo absoluto; el hogar ya no está en ningún lugar.

Entonces estarás fluyendo todo el tiempo. Nunca habrá un momento de erudición; sólo sabrás y sabrás y sabrás. Este proceso nunca se completará, porque una vez que el saber está completo, está muerto. Estarás aprendiendo, pero nunca llegarás a ser un erudito. Siempre estarás vacío.

Es por ese motivo que un hombre como Jesús es tan humilde. Jesús dice: "Bienaventurados son los pobres de espíritu". ¿A qué se refiere con "pobres de espíritu"? Se refiere exactamente a lo que estoy diciendo: la gente que no se vuelve erudita, es porque el conocimiento es la riqueza del espíritu. Acumulas cosas en el exterior, alrededor del cuerpo; y acumulas conocimiento en tu interior, alrededor de alma.

Un hombre puede ser pobre respecto a las cosas y puede ser rico en lo que se refiere al conocimiento. Jesús dice que sólo ser pobre en el cuerpo no basta: ésa no es gran cosa, ésa no es auténtica pobreza.

Auténtica pobreza es no acumular cosas dentro, no llegar al punto en que declares: "¡Yo sé!". Siempre estás conociendo, sigues siendo un proceso, siempre en el camino.

Muchas veces nos encontraremos con la expresión: "Jesús en el camino". Èl es un vagabundo, pero este vagabundeo es una indicación de su fluir más interno. Es dinámico, no es estático. No es como una piedra; es como una flor: siempre floreciendo. Un movimiento, no un acontecimiento.

“Cierto hombre…”: ése puedes ser tú, puede ser cualquiera. No tiene nombre. Es bueno que el evangelio no haya mencionado un nombre. Ha sido hecho a sabiendas: si mencionas un nombre, la gente cree que lo dicho se refiere a ese hombre. No, simplemente se refiere a la mente humana: cualquier hombre es totalmente representativo.

Cuando te cruzas con Jesús, cuando te encuentras con él, sientes de pronto algo de lo divino. Cuando te separes de Jesús, puede que empieces a pensar si este hombre era o no era un dios; pero en su presencia, él es tanto, es tan poderoso en su pobreza interna, su humildad tiene tal gloria... Su pobreza es un reino; está entronado. Está en lo más alto de la consciencia. De pronto te rodea, te cubre, te envuelve desde todas partes, como una nube. En ella, te olvidas de ti mismo.

“Señor”: ésa es la única expresión que puede utilizarse para Jesús. “Señor, te seguiré a donde quiera que vayas”. Y en ese momento de despertar, en ese momento de regocijo, en ese momento de intensidad, dices algo de lo que quizás no estés consciente.

Ese hombre dijo: Señor, te seguiré. No sabe lo que está diciendo. Seguir a Jesús es muy arduo, porque seguir a Jesús significa llegar a ser un Jesús. No hay otra forma de seguirle. Significa arriesgarlo todo por nada. Arriesgas todo por nada; arriesgas tu vida por la muerte. La resurrección puede llegar o no llegar ¿quién sabe? Nunca puedes estar seguro respecto a eso, y no se puede dar ninguna garantía. Es sólo una esperanza: sacrificar todo lo que tienes, sólo por una esperanza.

El hombre no está en sus cabales ¿qué está diciendo? Está intoxicado por Jesús, ha bebido demasiado de su presencia. No tiene la cabeza en su sitio, no tiene sentido común. De vuelta a casa pensará: "¿Qué pasó? ¿Por qué dije esto? ¿Es un brujo este hombre, es un hipnotizador, un mago? Me embaucó: casi fui engañado. ¿Qué es lo que he dicho?".

No, Jesús no es un brujo ni es un magnetizador. No es un mago, no es un hipnotizador; pero su presencia te vuelves poético. En su presencia, algo alcanza una cima en ti, y dices algo que proviene del centro más interno de tu ser. Hasta tu fachada, tu periferia, se sorprende.

“Te seguiré a donde quiera que vayas”. ¡Qué compromiso! hecho en un momento de éxtasis. Puedes arrepentirte de ello para siempre, pero esto sucede.

Jesús lo sabe bien:
“Y Jesús le dijo: Los zorros tienen madrigueras...” Jesús está diciendo: "Pobre hombre, piénsalo de nuevo. ¿Qué estás diciendo? No te entregues tan profundamente, no te comprometas conmigo. Observa, espera, piensa, medita y entonces vuelve a mí".

“Los zorros tienen madrigueras, y las aves del cielo, nidos; mas el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza.”

¿A quién vas a seguir? Hasta los zorros tienen madrigueras, si sigues a un zorro, por lo menos tendrás una madriguera en donde apoyar tu cabeza. Hasta los pájaros del cielo tienen nidos, màs el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza. Los más grandes, los más elevados, los más sublimes, no tienen hogar.

Esto tiene que ser entendido, éste es uno de los dichos más penetrantes. Es muy significativo. Observa:

Árboles, animales, pájaros: todos ellos tienen raíces profundas en la naturaleza. Sólo el hombre no tiene raíces. Los pájaros no necesitan familias, pueden sobrevivir sin ellas la naturaleza les protege. Los árboles no necesitan a nadie; aunque no hubiera nadie cerca, los árboles estarían allí floreciendo. La misma naturaleza protege; tienen un hogar.

Pero piensa en un niño pequeño, un niño humano. Si la familia no está allí para cuidarle, ¿puedes imaginarte cómo va a sobrevivir? Se moriría. Sin la sociedad, sin la familia, sin el hogar artificial, no le sería posible sobrevivir.

En esta tierra, sólo el hombre es forastero, todos los demás están integrados.

De allí la religión. La religión no es otra cosa que la búsqueda de un hogar. Esta tierra no parece ser un hogar. Si lo piensas, te sentirás un extraño aquí. Tarde o temprano serás expulsado, esta vida es momentánea. No te sientes bienvenido; tienes que abrirte paso con esfuerzo.

Los árboles son bienvenidos: la tierra parece ser feliz con ellos. La tierra da, comparte. Los pájaros cantan, como si la tierra cantase a través de ellos. Fíjate en los animales, tan vivos y vitales. Sólo el hombre parece ser un intruso, como si viniera de alguna otra parte.

Esta tierra puede ser una residencia temporal, pero no es un hogar. Quizás estamos aquí por un tiempo; pero no es un hogar. Por la mañana nos tenemos que ir.

Los dichos de Jesús tienen muchos significados, y me gustaría que entraras en todos ellos.

Uno: el hombre no tiene raíces. Puesto que no tiene raíces, siempre está buscando: ¿dónde encontrar un hogar? Dios no es otra cosa que la búsqueda de un hogar donde nos podamos sentir a gusto y relajados, donde podamos sentir que no hay necesidad de luchar. Donde seamos aceptados, y no sólo aceptados: bienvenidos.

No es necesario abrirse paso con esfuerzo. Puedes ser lo que eres y descansar. Sabes que el amor continuará fluyendo, que la vida continuará fluyendo. No hay miedo al castigo ni anhelo por ningún premio. Estás en tu casa; no eres un extraño en tierra extranjera.

Esta es la búsqueda de la religión. Es por ese motivo que los animales no tienen religión. Las aves no tienen religión: ellas hacen nidos, pero no hacen templos. De otro modo, no les sería difícil hacer templos: podrían hacer un gran nido y reunirse todas, a cantar juntas y a rezar. Pero ellas no rezan; no necesitan hacerlo.

El hombre es el único animal que hace templos, iglesias, mezquitas. La oración es un fenómeno muy extraño. Imagínalo: si alguien llegara de otro planeta y observara a la humanidad...si no existe algo similar a la religión en su planeta, se dirìa: ¿Qué están haciendo? ¿Sentados solos? ¿Mirando al cielo? ¿Hablando solos? ¿A quién? ¿Qué están diciendo?

Y si viene un día determinado, como por ejemplo, en una fiesta religiosa de los Mahometanos, los Cristianos o los Hindúes... Por todas partes de la tierra, millones de Mahometanos rezando, no hablando unos con otros, sino que hablándole al cielo. Simplemente pensará que algo anda mal: "La humanidad se ha vuelto loca, qué es lo que está pasando? ¿Qué son estos gestos que hace esta gente, por qué están gesticulando? ¿A quién le están hablando, a quién llaman "Alá"? ¿A quién le hacen reverencias? parece no haber nadie allí.”

Dios no es visible, Dios está en alguna parte de la mente del hombre. La oración es un monólogo; no es un diálogo. Un hombre de otro planeta pensaría que algo ha ido mal en el sistema nervioso de la humanidad. Pensaría que es una falla de los nervios: millones de personas gesticulándole a nadie, hablándole al cielo, mirando al cielo y gritando: "¡Alá! ¡Alá!". Algo debe andar mal: la humanidad entera parece haber enloquecido.

No comprenderá de qué se trata la oración, porque la oración es absolutamente humana. Es lo único que sólo el hombre hace; todas las demás cosas también las hacen los animales. Buscar alimento: también lo hacen. Cantan, bailan, se comunican, están tristes, están felices ¿pero la oración? Eso no es existencial.


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